jueves, 31 de enero de 2013







LA VENERABLE HERMANDAD DE JESÚS NAZARENO CON EL

TÍTULO DE LAS TRES CAÍDAS




 ANTONIO PADIAL BAILÓN

Hasta hace escaso tiempo, pocos datos se tenían de esta antigua hermandad granadina; solamente los escuetos datos que nos los proporciona el cronista trinitario Fray Antonio de la Chica Benavides, lector jubilado del convento de calzados de la Santísima Trinidad, en su Gazetilla Curiosa o Semanero Granadino, escrita en 1764-1765.

La Venerable Hermandad de Jesús Nazareno con el título de las Tres Caídas, así la denominaban sus reglas, nace en el antiguo convento de San Francisco “Casa Grande”, situado frente al de las monjas Carmelitas Descalzas. San Francisco era un extenso convento, que antes de serlo, fue la primera sede de la Catedral, antes de trasladarla al sitio de la mezquita mayor, situada donde hoy se eleva la iglesia del Sagrario. 
La gran iglesia del convento se ubicaba en lo que hoy es la Placeta de los Tiros o del Padre Suarez y algo más. Será en 1507 cuando se trasladaron a este sitio los frailes franciscanos observantes, adosándose a su iglesia otra más pequeña en la que tenía su sede la Hermandad de la Santa Vera Cruz, precisamente, en la mencionada Placeta de los Tiros.

 En San Francisco tenían su sede muchas hermandades, tanto de gloria como de penitencia, habiéndose trasladado a este convento la de la Vera Cruz en 1568, que se había fundado hacia 1538 en el hospital de su nombre situado en la calle Mesones, junto a la iglesia parroquial de la Magdalena, ubicada, entonces, en dicha calle. Entre las hermandades allí asentadas estaban: la antiquísima de Nuestra Señora de la Pura y Limpia Concepción, Ntra. Sra. de la Asunción, Ntra. Sra. del Buen Suceso, la de San Antonio de Padua, la de San Francisco Solano, y la de la Santa Vera Cruz con su asociada, la hermandad de Ntra. Sra. de la Consolación (de gallegos), la de la Resurrección de Jesucristo (de hortelanos), la de Jesús Nazareno “El Pobre” y esta de Jesús de las Tres Caídas, más alguna otra.

Interés especial tiene la Venerable Hermandad de Jesús Nazareno de la Tres Caídas, cuya imagen aún forma parte de la Semana Santa granadina, siendo hoy el primer titular de la Hermandad de Nuestro Padre Jesús de las Tres Caídas y Nuestra Señora del Rosario.


Plaza de los Tiros. Lugar donde estaba la iglesia de San Francisco y concretamente la gran capilla de la Vera Cruz 


Fundación
       
La fundación de la hermandad de Jesús de las Tres Caídas se efectúa en 1679, año en que Granada sufría una terrible epidemia de peste bubónica. Dicha erección fundacional, parece ser, que surgió sobre la base devocional a un cuadro del convento al que empezaron a dar culto un grupo de cocheros de casas casas de familias nobles y burguesas de Granada, muchas de ellas situadas en los alrededores del convento franciscano, y en el antiguo barrio de la judería (parte del actual Realejo). 


Así, en este barrio tenían sus mansiones numerosas familias preeminentes a cuyo servicio estaban tales cocheros, como los Fernández de Córdoba, Duques de Sesa y Terranova, los Alarcón, los Rengifos, los Ballesteros, Granada Venegas, descendientes de la Casa Real Nazarí y Marqueses de Campotéjar, los Duques de Gor, los Téllez de Girón, los Condes de Gabia, los Marqueses de Estepa...etc.

El devoto cuadro, que veneraban los cocheros, representaba a la imagen de Jesús Nazareno en el momento de su caída. Jesús, auxiliado por el Cirineo, lleva una soga anudada a su cuello y, tirando de ella, va un soldado romano. Esta escena del cuadro la va a representar la hermandad en numerosas litografías, base de las devotas estampas que repartía la cofradía, de las que se conservan 
en el Museo de la Casa de los Tiros las de 1748 y 1779. Tales litografías fueron objeto de un sonado pleito en 1775, que analizaremos después. 

La imagen pictórica, sobre la que decimos pudo iniciarse la devoción,  se conserva desde la invasión francesa o desde la exclaustración en la parroquial de San Matías, en la capilla del Crucificado de Jaime Folch. Es tradición en esa iglesia parroquial (tal vez con base en algún documento de su archivo), la procedencia de dicho cuadro del convento de San Francisco “Casa Grande”, sede de la hermandad, argumento que tiene fundamento, ya que, con la exclaustración y supresión de conventos de 1835-1836, muchas de las obras de arte de los cenobios desamortizados pasaron, en principios, a las iglesias parroquiales. Estando el convento franciscano dentro de la jurisdicción de la parroquial de San Matías, a ella irían a parar en depósito muchos elementos, imágenes y cuadros del convento franciscano (entre ellos el referido cuadro), donde aún hoy se conservan algunos de ellos. 


Estando en 2013 realizando este artículo y buscando información sobre el mismo encontré en la iglesia parroquial de Pulianas, localidad colindante por el norte con la ciudad, otro cuadro que reproduce fielmente la escena del "paso" antiguo de la hermandad. La coincidencia entre esta pintura y las láminas que la antigua cofradía  grababa en el siglo XVIII para estampas es casi absoluta. Sin embargo este cuadro de Pulianas no pudo ser por el que se iniciara la devoción a las Tres Caídas de Jesús por la siguiente razón: esta última obra pictórica refleja de forma muy exacta los grabados del siglo XVIII y, por lo tanto, no tuvo más remedio que pintarse bastantes años después de la fundación de la hermandad, cuando ya estaba formado y procesionándose el "paso de misterio" con sus imágenes, María, San Juan, Cirineo y soldado. Lo que sí puede darnos una idea de que la devoción a la imagen, como veremos más adelante, se extendió, no solo por la ciudad, sino que también pasó a pueblos como éste de Pulianas y probablemente a otros de la Vega granadina. Seguramente, algún devoto de ese pueblo lo mandaría realizar.

Cuadro de la iglesia de Pulianas. Reproducción exacta del paso y láminas de la Hermandad de las Tres Caídas 

Como hemos dicho, la fecha de la fundación de la hermandad se realizó hacia 1679, aunque la aprobación de los estatutos por el Provisor, don Eugenio de Rivadereira, fue el 28 de agosto de 1680. La fundación real, según se deduce de algunos documentos, se realizó el día de San Mateo, 21 de septiembre de 1679, fecha, que la hermandad, según sus constituciones, señaló para celebrar su fiesta principal y la de elección del hermano mayor y del mayordomo de cada año. 

Parece posible, que el impulso para la fundación de la hermandad fuese la devoción de los cocheros al cuadro mencionado del convento franciscano y la idea de constituirse en una hermandad y darse reglas la desencadenaría aquel funesto año de epidemia (1679). Tal vez, a aquellos cocheros los movió la súplica por la salud y la gratitud de haber sido oídos por Jesús en el misterio de sus Tres Caídas, para que cesara en la ciudad la epidemia de peste bubónica. 

La idea de dicha hermandad fue, no sólo dar culto a la imagen, sino también procesionarla en estación de penitencia en la Semana Santa. Para ello, como ocurrió en el caso de la Hermandad de las Angustias, un cuadro no era la imagen más idónea para la procesión, por lo que una vez fundada la hermandad, ésta pronto encargaría una imagen de bulto más adecuada para procesionar en la estación de penitencia. 

La fecha de la fundación, la proporcionan los documentos de un pleito  que mantuvieron en 1682 los alcaldes de la hermandad contra el hermano mayor, Manuel Fernández, vecino de la calle de Mesones, y contra el mayordomo, Pedro Barbáles, con morada en la Plaza de los Lobos, a fin de que moderaran el gasto en las fiesta principal de la hermandad (1) 

Al fundarse el día de San Mateo (santo al que, también, dio culto la cofradía desde su fundación), la función principal de la hermandad se celebraba en dicho día o en el domingo inmediatamente siguiente. Así, en el documento del citado pleito se dice: “(…) se gastaron en la fiesta principal, que era el día de San Mateo, que la dicha hermandad tiene la obligación de hacer cada año por la erección de dicha hermandad (…)”

También, ese día, finalizaban los mandatos del hermano mayor y del mayordomo y se celebraba el cabildo de elecciones, para nombrar dichos cargos y sus oficiales para el siguiente curso. En las cofradías antiguas, por regla general, los cargos se renovaban anualmente, existiendo como máximas autoridades las del hermano mayor y mayordomo.

Jesús de las Tres Caídas y el Cirineo primitivo del siglo XVII











 

La  imagen de Jesús de las Tres Caídas

En ese año de 1682, en el pleito que comentamos, alegaron los Alcaldes de la cofradía ante el Provisor del arzobispado, que habían de moderarse los gastos de la fiesta de San Mateo, porque la hermandad necesitaba fondos para realizar la imagen de bulto de Jesús y un frontal para su altar: 
“ (…)se dispone, respecto de ser fundación nueva la dicha Cofradía, ayan de tener y tengan obligación precisa el hermano mayor y mayordomo que lo fueran de ella, de no gastar en las fiestas que se hicieren, maravedís y otras cosas en lo que fueran superfluas, sino que se hagan las fiestas con mucha moderación (…)
“(…) por Manuel Fernández, hermano mayor, y Pedro Barbales, mayordomo, que de presente son de dicha hermandad, se pretende que el día de San Mateo, 21 de septiembre, an de hacer una fiesta y gastar en ella 990 reales de la hermandad con cohetes, luminarias y otros gastos superfluos sin atender a que dicha hermandad necesita precisamente hacer un frontal y una ymagen de Nuestro Señor de bulto, manteles y otras alaxas que necesita dicha hermandad y ser más como es del servicio de Dios y para la frecuencia de los fieles y no para que se gaste dicho dinero en vanidades (…)”.

Lo anterior nos sitúa en una hermandad nueva, con perentoria necesidad de hacer sus enseres y que aun, en 1682, carecía de imagen escultórica a la que venerar y procesionar. De ahí, la inquietud de un grupo de hermanos que recurren al Provisor y Vicario de la diócesis para que exija a los mayordomos que no gastaran en exceso, como ocurrió en la fiesta del año anterior de 1681, y, si gastaban en luminarias y cohetes lo hicieran de su cuenta y no pasaran los gastos superfluos a la cuenta de la hermandad. 

Y vuelven a insistir los hermanos disconformes en que: 
“ (…) se le apremie a dicho hermano mayor y mayordomo a que no agan la fiesta más que tan solamente en la forma que se hizo el año pasado de ochenta y uno (1681) (…) que no gasten en cohetes ni luminarias para pasarlo a quenta de dicha hermandad y que la cantidad que quedase en su poder la entreguen a los hermanos mayores y escribanos della y (…) para el año que viene de 1683 y que con lo que procediere se pueda hacer la ymagen de Ntro. Señor de bulto y demás alaxas de que necesita (…)”.
El Provisor, señor  Ruiz Noble, les otorga licencia para que hagan la fiesta de San Mateo, aunque les previno que no debían de gastar en ella más que lo que gastaron en 1681, aproximadamente. Sin embargo, la fiesta se celebró y los mayordomos demandados, al entregar de cuentas, exigen a la hermandad 220 reales de alcance, que justificaron porque: 
 “(…) a pesar de no gastando en luminarias, ni cohetes, ni cosas superfluas,(…) la fiesta fue esplendorosa en el mayor culto de dicha celebridad, como aber adornado el altar con más lucimiento, haber hecho mayor gasto de cera por el mayor número de luces, no hay causa que de razón sea para que dichos gastos no se bajen (de la cuenta)". 
Además, justificaban el gasto al haberse estrenado el frontal de damasco blanco con galones de oro para su altar de Jesús el día de la fiesta de San Mateo, tal como exigía el Provisor, que había determinado que se hiciera una alhaja, y con el frontal se cumplió su mandato. También, alegaban, como excusa del gasto, que las constituciones en su prólogo y capítulo séptimo prescribían que la fiesta principal se hiciera “con toda celebridad posible”.

Cirineo antiguo del paso 



















Otra justificación que alegaban los mayordomos era que el Provisor, don Eugenio de Rivadeneira, en un auto de 28 de agosto de 1680, que parece fue el de aprobación canónica de la hermandad, se aprobó en el capítulo séptimo de las constituciones que “(…) mandó que se gastase en dicha fiesta todo lo que conviniesen a los dichos hermano mayor y mayordomo, limitándolo a que no excediese de lo que la cofradía tiene de caudal, porque no quedara empeñada (...)”. 

Los nuevos hermano mayor y mayordomo, Juan de Sarabia y Francisco García, elegidos el 21 de septiembre de 1682, se negaron a devolver a los anteriores los 220 reales de alcance que pedían, alegando que, también, en el auto del Provisor se determinaba que los fondos que quedasen después de los gastos de la fiesta se debía emplear en hacer la imagen de Jesús y “(…) los entregasen a los hermanos mayores y mayordomos que les sucediesen para ayuda a hacer la imagen (…)”. 

Los mayordomos salientes replicaron que los gastos de la fiesta contribuían a incrementar el fervor de los hermanos y fieles, a lo que contestaron los mayordomos entrantes que “ (…) lo que se deben de enfervorizar es con la hechura que tienen (¿El cuadro?) y con la que dicha hermandad pretende hacer y no con el lucimiento de cera como de contrario se alega (…) pues la hechura que se pretende hacer no se puede con la cantidad del alcanze, ni otras quatro tanto más (…)”.
Este párrafo del documento puede dar a entender que tuvieron una imagen primera (parece ser que el cuadro), en torno a la que se fundaría la hermandad, y necesitaban otra de las de bulto o escultórica, necesaria para la estación de penitencia. El pleito termina, haciendo los mayordomos entrantes una baja de la mitad del débito, aunque no sabemos cuándo se hizo la imagen de Jesús que proyectaban, que seguramente se labraría hacia 1683 o inmediatos siguientes[1].

La imagen que por esas fechas se realizara es la que actualmente se procesiona el Miércoles Santo por su hermandad actual y que se venera durante el año en la clausura del monasterio de Santa Isabel la Real. En San Francisco contaba la hermandad con una capilla, con lámpara de aceite permanentemente encendida a Jesús, que se situaba en el templo como la primera capilla de la derecha, entrando por la Puerta de la Resurrección, por estar junto a la puerta el altar del Señor de la Resurrección de la hermandad de los hortelanos. A esta puerta se accedía desde la actual Calle Capitanía, que discurre desde San Matías a la Plaza de los Tiros. 

Jesús de las Tres Caídas, es una imagen de la Escuela Granadina, sin que en los documentos consultados se cite su autor, aunque por la fecha de ejecución y la razón de estilo, bien pudiera ser obra de algún discípulo o seguidor inspirado en el arte de Pedro de Mena. 

Pronto el pueblo identificó la imagen con este gremio de forma que lo llamaban “Padre Jesús de los Cocheros”, según se le denomina en otro documento del legajo 35 (F) del Archivo Histórico Diocesano, sobre enterramiento de un hermano en la parroquial de Ntra. Sra. De las Angustias. 

Soldado romano del Paso del S.XVIII
















La Hermandad a principios del XVIII
Volvemos a tener noticia de la hermandad unos años después, en el año 1708 y siguientes, cuando se les exigen la entrega de cuentas y bienes de la cofradía al hermano mayor, Ventura Sánchez, y a Joseph de Cózar, mayordomo, vecino de Plaza Nueva, por el mandato de éstos de octubre de 1708 a la misma fecha de 1709. Éstos se allanan a entregar lo exigido a los nuevos cargos, Pedro Barrera y Pedro García, hermano mayor y mayordomo de 1710, respectivamente. De dicha entrega se deducen las siguientes cosas de interés:

La hermandad tenía trece cepos, adscritos a otros tantos cofrades, que, seguramente les eran entregados para hacer las demandas por las casas de la ciudad. Sabemos, asimismo, que había imágenes pictóricas de Jesús de la Tres Caídas en las fachadas de casas particulares con su cepo y tal vez se refiera el documento a éstos cepos. 

También, que en esa fecha ya contaba la hermandad con una imagen de la Dolorosa, probablemente la tuvieran mucho antes de esas fechas. En 1709, se le hace una toca para lo que se adquirió una vara de tela de Cambray y se le hizo o arregló un sudario, lo que nos puede llevar a creer que sobre sus manos llevaría tal sudario. También se le arreglaron las andas procesionales. 

Asimismo, se realizaba un monumento a Jesús en el que se consumían 11 libras de cera. Seguramente, se referían con ello al altar de cultos, que se montaría para su fiesta o la función principal del 21 de septiembre, festividad de San Mateo. Además,  en la capilla se decían 150 misas al año, por las que los franciscanos cobraban sus correspondientes emolumentos, aparte de las que se decían a los hermanos difuntos, a cuyo entierro se le acompañaba con cera. 

Ese año de 1709, se hicieron estampas de Jesús para propagar su devoción y una nueva peluca que costó 36 reales de vellón, así como, pebeteros y siete horquillas de plata; se gastaron 75 reales en los palios, que parece que contaba con dos, uno para la Virgen y otro para el Señor. No sabemos si éstos iban incorporados a las andas, al modo de algunas imágenes de Antequera o eran de respeto, que iban tras aquéllas, para proteger las imágenes de la lluvia o los fuegos de artificio. También se gastaron en dulces para la procesión y se repararon las bocinas y los pendones. Sabemos que ese año salió la procesión por estar la hermandad en aceptable situación económica. 

Parece que por esos años de inicio del siglo XVIII, la hermandad procesionaba el Viernes Santo, pues en el cabildo de 23 de febrero de 1710 se juntaron para “ (…)votar la procisión (procesión) que a de salir el Viernes Santo”. Ese año, la hermandad estaba dividida entre aquellos que deseaban hacer la estación de penitencia de Semana Santa, encabezados por el hermano mayor Ventura Sánchez y el mayordomo Joseph de Cózar, y los que querían que no se sacara por estar empeñada por dos pleitos y porque las constituciones no trataban de la procesión, de modo que, si ésta se celebraba, alegaban algunos, debía de ser con el voto de toda la hermandad. Al final, en el cabildo se votó salir, pero “sin empeñar bienes ni alaxas”, ofreciéndose el hermano mayor a costear el paso del estandarte y el mayordomo, Joseph de Cózar, los demás pasos (parece que contaba con varios como era usual). Asimismo, los gastos de alquiler de túnicas y luces los solían costear los 28 horquilleros con que contaba la hermandad, (más tarde este número se elevó a 36), pero ese año sólo acudieron 16, pagando 96 luces (de los nazarenos) y no las 150 que era lo obligado a costear[2].

El retablo de la capilla

También por esos años, la hermandad contrató la realización de un retablo para su capilla y, no es de extrañar, que estando escasa de recursos, al estar empeñada en dos pleitos, algunos hermanos se negaran a realizar la procesión de ese año, para aplicar sus fondos a pagar el retablo, que se estaba haciendo desde 1713. 

Ante la petición de los alcaldes de la hermandad, el Provisor manda al hermano mayor y al mayordomo, por auto de 7 de febrero de 1714, detener su ejecución por haberse, además, embargado por la Justicia una finca en Churriana ,propiedad de la hermandad, por débitos de su anterior propietario Francisco Vázquez. No obstante los débitos pendientes, el hermano mayor de ese año, Salvador Díaz, y el mayordomo ,Ventura Sánchez, prosiguieron la ejecución del retablo. 

Los alcaldes alegaban, que estando empeñada la hermandad, debían, por el momento, contentarse con el retablo viejo “por ser por ahora decente el que tiene”. Para buscar la concordia se reúne la hermandad en cabildo el día 18 de febrero en la capilla de Jesús y llegan ambas partes al acuerdo de pedir que se prosiga el retablo, aunque sólo se había de emplear en él las limosnas de los devotos, y solicitan del Provisor y Vicario General licencia para ello, que éste concede el día 28 de febrero de 1714, después de ver las alegaciones[1].

Los grabados de Jesús de la Tres Caídas

Parece que la hermandad comienza muy temprano a realizar grabados de la imagen, para impulsar su devoción, pues en las cuentas de los mayordomos de 1709 ya aparece una partida de gasto de estampas. Sin embargo, hacia 1715, se tiene noticia de la realización de una plancha de cobre para imprimir dichas estampas. Esta plancha se va a utilizar, al menos, hasta 1732, porque en ese año se dirime un pleito entre el hermano mayor saliente, Joseph de Cambas y el entrante, Simón de Mesa, por no querer entregar el primero la plancha de cobre[2]. Otra lámina para estampas se realizó en 1747 por Juan Luengo y que mantuvo la hermandad hasta 1779, en que le encargó en cobre a Manuel Jurado Zaragoza, con estanco y taller en la calle de Elvira. Las estampas eran de un tamaño de 20x25 cm. para que las pudieran colocar los devotos enmarcadas en sus casas. 

Asimismo, la imagen de Jesús de las Tres Caídas fue objeto en el siglo XVIII de diversas representaciones pictóricas, tanto en óleo como en grabado, que demandaba su devoción,  como antes hemos afirmado. 

Como indicio de esa devoción, se sabe que la imagen estaba presente en otros ámbitos de la ciudad fuera del convento franciscano donde tenía su sede. Así, en 1731, un tal Pedro Pacheco puso un cuadro de Jesús de las Tres Caídas con unos faroles para alumbrarlo en el hueco de una ventana, junto a la puerta de una casa de su propiedad en la Plaza de Bibrambla. La hermandad, como titular del culto de la imagen, decidió poner bajo el cuadro un cepo para recoger limosnas, cosa que enfadó tanto al propietario Pacheco, que lo mando quitar y romper y, en su lugar, puso otro cepo con un conducto al interior de la casa, para recoger él las limosnas y así pagar, decía, los misereres con música que se le cantaban todos los viernes ante cuadro, así como, la cera y el aceite de su culto. La autoridad eclesiástica optó, en febrero de 1732, por una solución previsible, dando la llave del cepo al cura del Sagrario para que él dispusiera de las limosnas para el culto del cuadro.


En la segunda mitad del siglo XVIII

Vencida la mitad del siglo XVIII, es el trinitario calzado, fray Antonio de la Chica Benavides, lector del convento de la Santísima Trinidad, quién nos da noticias de la hermandad en abril de 1764, al decirnos que la hermandad salía en esa época el Jueves Santo: “Dicho día jueves, a las tres de la tarde, sale del ya mencionado convento de San Francisco, a expensas de la Hermandad de las Tres Caídas, hermosísimo simulacro, y que tiene su lugar entre las más Devotas ymagenes de este Pueblo”, saliendo el Viernes Santo la Hermandad de la Virgen de las Angustias, que, normalmente, lo hacía el Jueves Santo por la tarde. No se sabe si por algún acuerdo de dichas hermandades, se cambiaron sus días de salida. 

Hacia 1774, la hermandad vuelve a salir en su procesión de penitencia el Viernes Santo por la mañana. Así, dicho año se produce otro conflicto en la hermandad entre aquellos que deseaban sacar la procesión el Viernes Santo por la mañana y los que estimaban, como el hermano mayor Juan Gutiérrez, que era más apremiante pagar las deudas y los entierros de hermanos. Además, no se habían cubierto con hermanos el coste de la totalidad de las 36 horquillas de las andas de las distintas imágenes. Desde principios de siglo, se habían aumentado el número de horquillas en ocho más, tal vez por la incorporación de los pasos de San Juan Evangelista y la Santa Cruz o por agrandarse el paso de Jesús. 

Así, el día 9 de febrero se reúnen en junta para votar si salir o no, resultando de 26 votos a favor de no salir, reuniendo 20 votos los que sí lo deseaban. Contra esta decisión de no salir se levantaron todos los hermanos a clamar que saliera la procesión, pues ellos no estaban contentos y aclamaron una, dos y tres veces…se levantó el hermano Bartolomé Bistoso y el hermano Juan Fernández ambos oficiales… y dijeron al hermano mayor y a el mayordomo que pues no querían sacar la procesión que renunciaran a sus empleos”.

Ante esto, se decidió sacar la procesión, aunque sólo se cubrieron 28 horquillas y las ocho restantes, decidió costearlas el hermano mayor con los ingresos previstos procedentes de los nuevos hermanos que estaban pendientes de que se les admitiera[3].


Grabado de Jurado Zaragoza. Casa de los Tiros.


Con esta propuesta, acudieron al Provisor y Vicario General don Juan F. Hidalgo, que dio licencia para sacar la procesión, a pesar de la advertencia de los hermanos que estaban en contra de los alborotos que se podrían causar en el templo e, incluso, con la posibilidad de causarse alguna muerte. La procesión de 1774 salió, aunque el conflicto en la hermandad perduró hasta 1776, por no cumplir el pago de parte de los gastos los que se habían obligado a hacerlo.

Más sobre los grabados de Jesús de las Tres Caídas

Unos años después, en 1779, se realizó otra lámina en el mandato del hermano mayor Dionisio García y del mayordomo Francisco Quintana (la anterior a esta se hizo la de 1748). Dicha lámina en 1784, volviendo a ser mayordomo Quintana, la llevó al grabador Manuel Jurado Zaragoza, con estanco en la calle de Elvira, para que la retocara, según un dibujo del hijo de este, retoque que se realizó por la suma de 300 reales. 

Sin embargo, el resultado del arreglo no dejó satisfecha a la hermandad, que al tomarle las cuentas de su mayordomía de 1784, se negó a satisfacerle a Quintana los 300 reales gastados y exigió al citado mayordomo saliente que se le devolviera la lámina en su estado primitivo, alegando que no se había hecho un retoque, sino que se había variado sustancialmente el contenido de la lámina: 

“…la leyenda de la otra lámina, que tiene más definición con la Virgen frontal y llorosa y San Juan igual con lágrimas y con el pelo menos rizado que en la otra y menos melena y el Cristo con los mechones hacia delante y mas barba y bigote. La leyenda de la lámina dice: la milagrosa ymagen de Jesús de las Tres Caídas benerada por su mui fervorosa hermandad en el Rl. conbento de San Francisco, Casa Grande, de esta ciudad de Granada. El ilmo. Sr. Arzobispo de ella concede 80 días de indulgencias a la personas que delante de esta ymagen rezaren un credo a dieren alguna limosna. Se abrió esta lámina a costa de su hermandad el año 1779, siendo hermano mayor Dionisio García y mayordomo Francisco Quintana. Jurado fecit en Granada”[4].

El resultado del pleito, que duró hasta 1787, no se sabe exactamente, pero este último año, siendo hermano mayor el Duque del Infantado y comisarios Francisco de Paula López y Sebastián Sánchez, se realizó por el mismo grabador, Jurado Zaragoza, la última lámina que conocemos. Todo da a entender, que el pleito se resolvió con la entrada del Duque del Infantado a regir la hermandad, con dos comisarios nombrados para dirigir la marcha diaria de la hermandad, suprimiéndose el cargo de mayordomo. 

La hermandad, aun se nos muestra con vida a finales del siglo, pues en 1791, realiza su estación de penitencia, otra vez, en la tarde del Jueves Santo, en que también salió la Hermandad de la Virgen de las Angustias. La de las Tres Caídas sacó ese año cuatro pasos: la Santa Cruz (no salió la Hermandad de la Vera Cruz ese año), San Juan Evangelista, Jesús de las Tres Caídas y Nuestra Señora, cuyo título desconocemos.

El cortejo procesional era el habitual en las cofradías de esa época, estando compuesto de cuatro pasos. El de Jesús de las Tres Caídas, del que nos dan testimonio los grabados citados anteriormente de 1748, 1779 y 1787, que constituía lo que hoy denominamos como “paso de misterio”, formado por el titular y el Cirineo y, al menos, un soldado romano, cuyas esculturas, ambas de talla completa, se conservan aun en el convento de Santa Isabel la Real. El Cirineo ha acompañado en la estación de penitencia de la actual hermandad de Jesús de las Tres Caídas hasta el año 2006 en que procesionó con el nuevo Cirineo, realizado por el cordobés Antonio Bernal.  
 
Por lo tanto, era el primer paso de misterio que sepamos que existía en Granada, aunque probablemente en dicho paso no formaba parte ni la imagen de la Virgen, ni la de San Juan, que aparecen en el grabado, porque ambas imágenes irían en pasos aparte, llevándose todas ellas en andas sobre horquillas, como era la costumbre. Parece que los horquilleros vestían algún tipo de hábito, pues estaban obligados a costeárselo. En el cortejo participaría la comunidad franciscana entonando salmos, como era usual en estas cofradías conventuales. 



Dolorosa del Convento de San Francisco. Hoy en Santa Isabel la Real. Foto Goyo 

En cuanto a la Dolorosa y San Juan Evangelista, probablemente se encuentran en el monasterio de Santa Isabel la Real, donde fueron a parar las imágenes de la cofradía, el Cirineo y el soldado romano, seguramente tras la exclaustración o tras la expulsión del convento de los frailes franciscanos por las tropas de Napoleón, mandadas por el General Sebastiani. 

En dicho monasterio hay dos imágenes de Dolorosa: una el coro alto, donde se venera a Jesús de las Tres Caídas y otra en la clausura, ambas, parece que procedentes de San Francisco y titulares de las hermandades de penitencia que allí existían. Puede que la Dolorosa de la cofradía sea la del coro alto. 

También la imagen de San Juan Evangelista, puede ser la que se conserva en el monasterio de Santa Isabel la Real y que en la procesión del Santo Entierro Antológico de 1909 formó parte del mismo, saliendo desde el monasterio de Santa Paula con la Soledad. Esta misma imagen de San Juan venía acompañando desde el siglo XIX a la Soledad en su procesión conjunta con el Entierro de Cristo en la tarde del Viernes Santo. 



San Juan Evangelista (Santa Isabel la Real) 


La imagen de Jesús de las Tres Caídas estaría ausente de nuestra Semana Santa menos de cien años, pues el diario “El Defensor de Granada” nos refiere que en el año 1881 sale con la Soledad de Santa Paula en la procesión del Viernes Santo. También la imagen de San Juan es procesionada con ellos ese año. La imagen de Jesús de las Tres Caídas volverá en el siglo XX para participar el primer año en que se celebró (1909) el Entierro Antológico. Asimismo, en el año 1913, que como culminación de la setena a la Virgen de los Dolores de Santa Isabel la Real, sale con dicha Virgen por el Albaicín el Domingo de Ramos, para asomarse al Carril de la Lona para bendecir los campos. Esa procesión por el Albaicín la realizara algún año más. 

Será, en 1959, cuando saldrá otra en Semana Santa Jesús de las Tres Caídas con el Cristo de los Favores, acompañándolo el Cirineo, gestándose al año siguiente un proyecto de hermandad, cuyos estatutos existen y de los que trataremos en otra ocasión, pero esta nueva hermandad no llegó a cuajar. En base a este proyecto de nueva hermandad, salió en 1961 con nazarenos propios, esta vez incorporada a la Hermandad de Ntra. Sra. Rosario. Va a ser esta hermandad la que a partir de esa fecha lo procesionará, integrándolo en su título, primero de una forma oficiosa, para después incluirlo como primer titular de la hermandad. 


Paso actual de Jesús de las Tres Caídas (2012)
 
También es curioso el paralelismo existente en la fundación de esta cofradía granadina con la homónima de las Tres Caídas de la sevillana iglesia de San Isidoro, en cuanto que en esta iglesia de Sevilla, también fue fundada por los cocheros de las casas nobles de aquella ciudad con igual advocación de Jesús de las Tres Caídas. Todo ello, no creo que fuera producto de la mera casualidad, sino de que, pese a las difíciles comunicaciones, existieron lógicos contactos entre personas del mismo gremio de Granada y Sevilla, que llevarían a los granadinos a “copiar” de los sevillanos, pues aquella hermandad, fundada en 1605, era más antigua que la granadina, y a dar culto y procesionar esta imagen de las Tres Caídas de Jesús, la misma advocación a la que daban culto sus colegas sevillano.

Probablemente, la hermandad se perdiera en los años siguientes, cuando en 1810 las tropas napoleónicas invaden la ciudad y ocupan el convento de San Francisco “Casa Grande” y al abandonar la ciudad, en 1812, lo dejan semiderruido.








La otra Dolorosa de Santa Isabel la Real 


    
HERMANOS       MAYORES                 Y      MAYORDOMOS
1681- 1682         Manuel Fernández      y       Pedro Barbales
1682-1683          Francisco  García        y       Juan de Sarabia 
1708-1710          Ventura Sánchez        y       Joseph de Cozar               
1710-1711           Pedro Barrera             y      Pedro García    
1713-1714          Salvador Díaz               y      Ventura Sánchez             
Sobre 1715         Josepe Gambas
1731-1732          Simón de Mesa           y        Antonio Muñoz
1744-1745          Domingo Crespo         y       Juan Antonio del Real    
1773-1774          Juan Gutierrez             y       Diego Peláez
 1774-1775         Vicente Cortés             y       Joaquín Fernández
1775-1776           Alonso Sánchez          y       Joaquín Fernández
1779-1780          Dionisio García            y       Francisco Quinta 
1787- 1788         Duque del Infantado   y      Fco. de Paula López – Sebastián Sánchez   


[1] Ibídem, pieza nº13.
[2] Ibídem, legajo 34 F (b) pieza nº 16.
[3] Archivo Histórico del Arzobispado de Granada, legajo 34 f (b), pieza 5.
[4] Archivo de la Real Chancillería de Granada, legajo 186.


[1] PADIAL BAILÓN, Antonio, “¿Fue en 1683, cuando se realizó la imagen de Jesús de las Tres Caídas de Granada?, Revista Gólgota, nº de diciembre de 2011.
[2] Archivo Histórico del Arzobispado de Granada, legajo 35f, pieza s/n





[1] Archivo Histórico del Arzobispado de Granada, legajo 35 F, pieza s/n.



Plaza y Casa de los Tiros de los Granada-Venegas







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