martes, 17 de septiembre de 2013

VENERABLE HERMANDAD DEL STMO. CRISTO DE LA LUZ (Hermandad Pasionista)




Antonio Padial Bailón


LA LEYENDA

Estamos ante la historia de una devoción de las de más solera y antigüedad de la ciudad de Granada; quizás, por ello se envuelven sus orígenes ciertos aires de misterio y leyenda, como suele ser habitual en estas devociones tan antiguas. A ello, hay que unir las especiales circunstancias en las que aparece, cercano su origen al recién conquistado Reino de Granada a los musulmanes y la necesidad de, por un lado, recristianizarlo, y por otro, demostrar la antigüedad de su cristianización.
Para aquellos repobladores cristianos, el Islám había sido un largo y doloroso paréntesis del que había que deshacerse cuanto antes, para volver a las raíces cristianas antiguas de Granada, remontándolas a la antigua Iliberis ibérica y romana cristianizada por San Cecilio y otros Varones Apostólicos. En este sentido, aunque con su variable de integración cristiano-musulmana, irá todo el entramado que surge a finales del XVI, con el hallazgo de los Libros Plúmbeos y los restos de las catacumbas sacromontanas, en las que fuera, supuestamente, inmolado y enterrado  el Apóstol de la región, San Cecilio.  Asimismo, años antes, en 1588, como preludio, a estos descubrimientos del Sacromonte, se hallan, al derribar el antiguo alminar de la mezquita mayor de la ciudad, llamado Torre Turpiana, un arca de plomo con un pergamino y reliquias de la Virgen, como el paño con el que secó las lágrimas del Jesús en la calle de la Amargura, un hueso de San Esteban, entre otras reliquias.  
En este ambiente de la Granada del siglo XVI,  donde han de convivir, sin que se consiga, una amplia población islámica obligada a convertirse al Cristianismo (moriscos) con los nuevos pobladores cristianos, surge esta devoción y hermandad del Stmo. Cristo de la Luz en la albaicinera iglesia de San Luis de los Franceses, cuya collación era una de las que más población morisca alojaba.



Imagen de S. Luis, que estaba en la hornacina de la portada de la iglesia












Existió una leyenda-tradición, que, entre otros, nos transmite en sus gacetillas el Padre de la Chica Benavides, relatándonos que cuando se demolió en 1526 la mezquita Al-Sahfa o de la Pureza, que servía desde 1501 de parroquial de San Luis, para en su lugar construir una nueva iglesia. En las obras de construcción de la sacristía se descubrió una cueva y, al final de ella, un hueco tapiado en el que los alarifes encontraron una mina de la que salió una voz que decía "Cavad, cavad y hallaréis la luz". Continuaron sus trabajos hasta hallar una  bóveda de ladrillo en forma de sepulcro en cuyo hueco hallaron un Crucifijo de algo menos de una vara de alto, que según de la Chica Benavides, era de la época de los godos, encontrándose la image alumbrada por una lamparilla de plomo encendida. También, hallaron una placa de plomo con una inscripción en la que se decía el día, mes y año en que fue ocultado, creyéndose que fue en la persecución que sufrieron los cristianos mozárabes por los almohades a mediados del siglo XII. 

Estas leyendas eran muy comunes cuando una imagen se ponía al culto con las que se pretendía excitar el culto y la devoción a la misma. Similar leyenda la encontramos en la aparición del devoto Cristo de la Luz de Toledo, con posible influencia de esta devoción en los granadinos del siglo XVI, tal vez traída por toledanos. 


Iglesia de San Luis. Retablo y el Cristo en Cultos


La tradición nos ansmitido que San Juan de Dios fue hermano de la corporación y muy devoto de la imagen, lo que acontecería antes de 1550, año en que falleció el Santo de los Pobres.  


LA HISTORIA

Sin embargo, aunque la devoción era antigua y a esa antigüedad, probablemente, correspondía la de la hermandad, es probable que no tuviera constituciones aprobadas hasta décadas después de su fundación efectiva y que contara dicha hermandad en el siglo XVI con escasos hermanos, en un barrio donde la población era mayoritariamente morisca. Será cuando fueron expulsados los moriscos, después de la rebelión y guerra de 1569 y la que se realizó a principios del XVII, cuando se pudo producir  su aprobación eclesiástica. Curiosamente, Henríquez de Jorquera en sus Anales de Granada, realizados antes de 1646, no menciona a esta hermandad como las que en su época tenían sede en la iglesia de San Luis. No sabemos, si fue por olvido o porque la hermandad atravesara una época de crisis.

Las noticias documentadas de la existencia de la hermandad las tenemos hacia 1668 en que el Papa Clemente XI concede jubileos a quienes confesados y comulgados pidieren al Cristo por la paz entre los príncipes cristianos y la erradicación de las herejías. En este sentido, también los concede Benedicto XIV, hacia mediados del XVIII. Igualmente, los arzobispos de Granada tenían concedidas varias indulgencias a la hermandad. 




Clemente IX (1667-1669)

La gran devoción al Cristo de la Luz, cuya capilla se llenaba de velas y hachas puestas por los fieles devotos, hizo que en 1709 la imagen estuviera, según el Padre de la Chica, muy oscurecido, pues dice que "aquel simulacro estaba muy renegrido", por lo que el beneficiado de la parroquia con aviesas intenciones, como veremos más adelante, ofreció a los mayordomos de la hermandad costear  el retoque o restauración de la imagen. Parece ser, que en el fondo de su "ánimo era  quedarse con la cabeza y manos antiguas, lo que consiguió, mandando labrar otras nuevas y dando orden al artífice para el silencio de aquella maniobra".  

El engaño quedó oculto durante algunos años y fue descubierto en 1733 en el que el Cristo se colocó en una nueva capilla de la iglesia, la primera entrando en el templo a la derecha. Así, una vez terminadas las obras de adaptación de la capilla, se procedió al traslado de la imagen del Santo Cristo y al descenderla para su ubicación en dicha capilla se desprendió uno de sus brazos, que quedó pendiente del clavo que lo sujetaba al madero.


Iglesia de San Luis en su actual estado


Asombrados los mayordomos lo llevaron al Santo Cristo a la sacristía para que lo examinara un escultor, que informó de que aquéllos no eran los brazos auténticos, desprendiéndose, asimismo, la cabeza del Cristo, que estaba asida por un clavo al cuerpo. Dieron permiso al escultor para que lo llevara a su casa a restaurarlo, el cual, consultando a su confesor, éste le requirió para que no tocara la imagen si no era para ponerles sus antiguas piezas. 


La sospecha sobre el autor de la sustracción recayó, inmediatamente, en el beneficiado, al que se le reconvino para que declarara, confesando que había sustraído las piezas por verdadero fervor hacia la imagen y cuya cabeza mantenía decentemente en una urna en su casa y los brazos envueltos en una toalla. Acto seguido, hizo la oportuna restitución de la cabeza y de los brazos de la imagen a la hermandad y el escultor pudo restaurarla con sus originales piezas.

La historia de este suceso tampoco estuvo exenta del consiguiente prodigio o milagro, pues el beneficiado que había robado la cabeza y los brazos, había estado tullido durante 10 años, contándose que a los tres días de devolver lo robado, sanó completamente.



Plano de San Luis de los Franceses


Aspecto de la imagen

Por sus características escultóricas se trataba, dejando a un lado la leyenda, de una talla de Crucificado de mediados del siglo XVI, del estilo de los de Diego de Aranda (al que se atribuyen los Calvarios de la iglesia del Sagrario y de Santa Ana, atribuidos a este escultor renacentista). En esa época, no hacía demasiado tiempo que se había finalizado de construir la iglesia de San Luis, procediéndose en las décadas inmediatas a surtir al templo de imágenes.


Capilla del Cristo de la Luz

Sin embargo, el Padre de la Chica Benavides nos dice que la imagen era de estilo gótico y que en una restauración, la de 1733, se le dio el aspecto con que se mostraba en su época. En la referida restauración la imagen también se barroquiza, añadiéndole elementos como la melena de pelo natural y en las sienes se le colocó una corona de espinas en forma de diadema con la clásica "galleta" o nimbo. También, se cubrió el paño de pureza de talla con un tonelete o enaguilla de tela bordada, de las que poseía varias. 

Su nueva capilla, construida en terreno de la hermandad y agregada a la iglesia hacia 1733, era la primera de la derecha entrando en el templo y se adornó de cornucopias y exvotos. La entrada a la misma la constituía un arco de medio punto cerrado completamente con una cancela de hierro. Dentro de ella estaba un pequeño retablo barroco, realizado seguramente hacia 1733, presidido por la imagen del Cristo dentro de una hornacina cerrada con puerta de cristales. A los lados de la hornacina se componía el retablo de dos calles separadas por estípites entre los que se abrían otras dos hornacinas, una con la imagen de San Juan de Dios, devoto del Cristo,  a la izquierda del Cristo, y otra con la imagen de San Luis de Francia, titular de la iglesia, colocada a la derecha del Crucificado.   

No sabemos que parecido guardaban con la realidad los grabados del altar que aparecen en las estampas antiguas. En ellas, se nos representa al Cristo bajo un dosel redondo rematado con una gran corona, del que parten dos cortinas entre las que está enmarcada la imagen. Dichas cortinas son sostenidas por dos angelotes con una mano, y con la otra, uno sostiene la mítica lámpara que aparece en la leyenda y el otro sostiene un brazo de la cruz. Estas cortinas o velos servían para ocultar la imagen cuando no estaba expuesta a los fieles.



Estampa de 1816 del Cristo de la Luz. Archivo de la Casa de los Tiros


Pronto se hizo famoso en Granada el Setenario que le dedicaba su hermandad en los siete viernes siguientes al Domingo de Resurrección, que normalmente finalizaba a finales del mes de mayo o a primeros de junio, a cuyos actos de culto asistía una multitud de devotos. Este septenario, llamado de los siete "reviernes", finalizaba con una función principal de reglas celebrada el sábado, y la consiguiente multitudinaria procesión con la imagen llevada en andas.

Asimismo, en la primera mitad del siglo XVIII se va a fundar en la iglesia otra hermandad mariana, quizá nacida del tronco de la del Cristo de la Luz, con la misma advocación de éste: la Hermandad de Ntra. Sra. de la Luz. En un trabajo realizado hace algunos años sobre la historia de la Hermandad del Cristo de la Luz sugería que la imagen de la Virgen de la misma advocación podría ser una Dolorosa que se veneraba en la iglesia de San Luis, pero documentos posteriores reflejan que la Virgen de la Luz no era una Dolorosa sino una imagen letífica de la Virgen.

Esta hermandad, independiente de la del Cristo, celebraba sus cultos en ese siglo en el mes de Noviembre con septenario o novena y con una función a la que asistía la capilla de música de la Santa Iglesia Catedral, misa cantada y exposición del Santísimo. Por la tarde, después del Rosario y las letanías, se procedía a procesionarla por las calles del barrio. Normalmente, en las hermandades principales se creaban algunas filiales dedicadas al culto de otras imágenes de devoción de la hermandad. 

La hermandad poseía la propiedad de varias casas contiguas a la iglesia de San Gil y cercanas al aljibe, aun hoy existente. Una de ellas, la contigua a la capilla de la imagen, que la adquirió la cofradía en 1764, pagando un censo a la Hermandad de San Luis, cuyos réditos debía desde 1768 a 1782, por lo que parece que le fue expropiada. Otra casa poseía la hermandad adquirida en 1766 a Alfonso Gómez y María Romero, su mujer, por el hermano mayor, Manuel Alonso de Torres, y por el mayordomo, Salvador de Herrera, siendo secretario de la hermandad Cristóbal M. Vivar. Dicho edificio lindaba con el aljibe y tenía un huerto de 520 varas cuadradas, con árboles, tinaja y dos pilones de agua, que también lindaba con la capilla del Cristo (el contenido de las escrituras de compraventa y los avatares del pleito, serían extensos de reflejar en este trabajo, por lo que nos limitamos sólo a hacerlo constar). También la Hermandad poseía otra casa en la Calle Larga de San Cristóbal, cercana a esta iglesia albaicinera.  

Durante el siglo XVIII, cinco hermandades tenían su sede en la iglesia de San Luis: La del Cristo de la Luz; la de Ntra. Sra. de la Luz; la de Ntra. Sra. de la Paz (procedente de Santa Isabel de los Abades); la de las Santas Justa y Rufina, formada por alfareros, y la del Divino Pastor, que tuvo una vida efímera. La hermandad de San Luis, titular de la iglesia, había pasado a la iglesia de San Antón, donde aun permanece su imagen.   

Pocas noticias se tienen de la hermandad durante la primera mitad del siglo XIX, aunque seguía celebrando sus tradicionales cultos, cuando la situación difícil en los aspectos políticos y religiosos de la época se lo permitían.

De los grabados existentes se deduce que en 1821 era hermano mayor Pedro Velutti o Vilttuti y en 1846 Antonio López, siendo mayordomos: Manuel Jiménez, Antonio Domínguez, Francisco Sánchez, Manuel Álvarez, Rafael Rodríguez y Francisco García. El hecho de tener varios mayordomos era signo de ser una hermandad de amplias actividades. También, en ese tiempo se declaró protector de la imagen el Arzobispo don Blas Joaquín Álvarez de Palma.


En 1839, unos años antes de dejar de ser parroquial la iglesia de San Luis (1842), la capilla del Cristo de la Luz amenazaba ruina por estar podridas las vigas de madera de la misma, descansando prácticamente su tejado sobre la bóveda de la capilla. La obra parece que la realizó el maestro de obras Luis Antonio Alcántara por un presupuesto de 969 reales de vellón (piezas 23 y 24 del legajo 411 del Archivo Arzobispal).

Cristo de la Luz colocado en andas a finales del S.XIX y principios del XX

La procesión del Santísimo Cristo de la Luz parece ser que quedó suprimida hacia la segunda mitad del siglo XIX, quizá por estar un tanto decaída la hermandad; de ello, es indicio el hecho de que la cofradía tuvo que desprenderse en 1848 de una casa, cuya propiedad ostentaba en la calle Larga de San Cristóbal. De todas formas, la devoción se sigue manteniendo, celebrándose en 1853 el septenario en la iglesia del Salvador a donde fue llevada al efecto la imagen del Cristo, al haberse suprimido la parroquial de San Luis, la iglesia permaneció como ayuda de parroquia, permaneciendo en su capilla la imagen del Cristo de la Luz. Sin embargo, su hermandad asistía a las celebraciones de la parroquia y acudía con su estandarte y directivos a la procesión del viático de la nueva parroquia a la que pertenecía, la del Salvador.

En la tarde del lunes día 22 de mayo de 1853 se realizó una procesión para devolver la imagen al templo de San Luis con asistencia del arzobispo y de la banda de música del Regimiento de Artillería. Al año siguiente, vuelve a celebrase el setenario en el Salvador, que lo predicó el párroco de Ntra. Sra. de las Angustias, don Joaquín Romero Saavedra. Al año siguiente, se celebra en 1854 una solemne rogativa para impetrar la finalización de la terrible epidemia de cólera morbo que asolaba la ciudad, y, en 1871, se celebra otra función de desagravio por los sucesos antireligiosos acaecidos ese año. Parece que en los siguientes años no se celebra su procesión por temor a que hubiera perturbaciones, por ser el Albaicín un barrio de conflictos político-sociales.


Guión antiguo de la Hermandad
 

De todas formas,  la hermandad vuelve a conseguir su esplendor habitual a finales de dicho siglo y la procesión se celebró otra vez en junio de 1895, es decir, al final del setenario de los "reviernes" y de la función principal. La descripción de dicha procesión nos la proporciona el que fue hermano mayor de la hermandad don Matías Méndez Vellido, que fue acreditado periodista del Defensor de Granada. Decía que:


       " (...) un tambor seguido de la chiquillería y de los coheteros anunciaba la pública de la procesión del Stmo. Cristo de la Luz para el siguiente Domingo, a fin de que los piadosos vecinos frieguen sus portales, limpien el cobre, encalen las paredes y barran las calles en honor al Stmo. Cristo, que después de dilatados años de clausura y por un milagro acaecido recientemente, deja su precioso camarín para ser aclamado por un pueblo, que no olvida que su Santa Patrona en la Carrera y San Miguel en el Cerro lo amparan".


       "El Cristo de la Luz es un precioso y antiguo tesoro que se guarda en la iglesia de San Luis (…) y se constituyó su hermandad para anualmente homenajearlo. El Domingo anterior no pudo salir debido a la lluvia (…) subió mucha gente al Albaicín. Batidores de la guardia civil abrían la procesión, niñas con velas adornadas con ramitos de flores; después, la banda de música y las andas de la Virgen entre rosas. Tras de Ella, el clero y las autoridades, y finalizando, la sagrada imagen del Cristo de la Luz pendiente del madero. Todos se arrodillan, y detrás del Cristo, mucha gente. En las Ollerias habita la devota que costea la festividad; colchas y adornos enlucen en los balcones (...). Al terminar la procesión, en las casas que han hecho altares, hay tertulia. El acordeón, abejorro extranjero, sustituye a la guitarra y bandurria".
La descripción es sumamente detallista y, de ella, se deduce que con el Cristo se procesionaba la imagen de una Virgen, no sabemos si dicha imagen sería la de la Dolorosa de la iglesia o la letífica de Nuestra Señora de la Luz, cuya hermandad es probable que no existiera ya en esta época de finales del XIX o hubiera sido agregada a la del Cristo de la Luz.

No obstante, nos inclinamos a que la imagen que se procesionaba con el Cristo de la Luz era la de la Dolorosa, probablemente propiedad de la hermandad, y ello se deduce de una noticia que da la prensa en el año anterior de 1894, al afirmar que era una imagen que representaba la aflicción de la Virgen:
" (…) la muchedumbre se posterga ante la efigie del Crucificado y de su afligida Madre, cuya capilla la adornan molduras y cornucopias de los siglos XVI y XVII".
La hermandad en esos años finiseculares participaba en actos penitenciales como la procesión del Santo Entierro del Albaicín, que algunos años se realizaba en el ancestral barrio morisco. Así, la mencionada Dolorosa, de la que seguiremos escribiendo más adelante, formó parte en 1882 de la procesión del Santo Entierro que se celebró ese año en el Albaicín con el Cristo del Sepulcro de la iglesia de San Ildefonso, celebrándose en el Salvador con dichas imágenes la ceremonia del Descendimiento o Desclavamiento de la cruz, previa a la procesión.
La Hermandad en el siglo XX

Los cultos se siguen celebrando con esplendidez en los primeros años del siglo XX, siendo hermano mayor don Matías Méndez Vellido, y asistiendo los grandes predicadores de la época, algunos elevados hoy a los altares, como Juan Nepomuceno Zegrí, D. Diego Ventaja, obispo de Almería  y D. Manuel Medina Olmos, rector del Sacromonte y después obispo de Guadix-Baza. A estos cultos asistía la capilla de música de la Catedral, dirigida por Celestino Vila, y, años después, por el maestro Vidal. También, la capilla de música Isidoriana concurría a los cultos de principios de siglo.

 En 1909, el exhermano mayor, don Matías Méndez Vellido, escribía “(...) viene a mi memoria el agradabilísimo recuerdo de los Siete Reviernes consagrados al Stmo. Cristo de la Luz que se venera en el templo histórico de San Luis, donde se veía subir las tardes del Setenario a lo más esclarecido y cristiano de nuestra sociedad (...) ”.

En 1910, la hermandad del Cristo de la Luz, junto con la Sacramental del Salvador, van a organizar el tradicional Vía Crucis del Albaicín, germen de la Cofradía de penitencia del Santo Vía Crucis, fundada en 1917, que también durante algunos años contó con la imagen de aquella Dolorosa. Días antes, se trasladó la imagen de Nuestra Señora de los Dolores o de la Soledad, como también se menciona para aludir a la Dolorosa de San Luis, a la iglesia del Salvador para los cultos de Cuaresma.

El Vía Crucis de 1910, seguramente realizado también en los años sucesivos, partió del Salvador con las imágenes del Nazareno de la ermita de San Miguel y con la citada Dolorosa. Al finalizar el acto quedó el Nazareno en su ermita y la Virgen, acompañada por la hermandad del Cristo de la Luz, en San Luis, donde se le entonó una salve.

Ese año, y desde 1908, dirige la hermandad como hermano mayor don Francisco González Vázquez y, en 1916, será don José Fernández Fígares. La participación con el Vía Crucis consistió en 1917 en levantar los altares de las estaciones en colaboración con la recién fundada hermandad del Santo Vía Crucis. La del Cristo de la Luz construyó en la inmediata placeta de la Cruz de Piedra uno de dichos catorce altares que jalonaban el itinerario de la Cofradía del Santo Vía Crucis, hasta su subida a la ermita de San Miguel en el Cerro del Aceituno. El altar lo presidía la propia imagen del Stmo. Cristo de la Luz, que después se incorporó a la procesión a su regreso a la iglesia del Salvador, cuando el Nazareno quedó en San Miguel Alto. El altar lo continúa levantando la hermandad en los años siguientes, pues, al menos, en 1920 hay noticia de ello.
 

La fama del Cristo motivó que en 1916 el pintor Joaquín Capulino realizara un óleo de la capilla que fue adquirido el Estado para el Museo de Arte Moderno (hoy en el Museo de Játiva) en el que se aprecia la entrada de la misma con arco de medio punto con un festón en la parte superior y la reja alta que la cerraba.


El llegar la Segunda República, en 1931, los sucesos revolucionarios que desencadenaron algunos sectores de la población se iban a cobrar un caro trofeo: el incendio de la Iglesia de San Luis, llevándose, pasto de las llamas, la gran riqueza artística, cultural, devocional e histórica que contenía la mencionada iglesia albaicinera: El Santo Cristo de la Luz. El legado que la ciudad había ido atesorando durante siglos se perdió en una sola noche. Fue la noche del 9 de diciembre de 1933; antes, el 10 de agosto de 1932, la iglesia fue atacada, pero sin éxito, por la llegada a tiempo de los guardias de asalto. Pero el 9 de diciembre consiguieron los revolucionarios de izquierda su propósito. A las diez comenzaron a repicar las campanas avisando del suceso. Un centenar de personas obligó al sacristán a abrir las puertas de la iglesia, reuniendo los asaltantes los bancos en el centro del templo y les prendieron fuego. Todo el tesoro artístico de la iglesia, constituido por archivos parroquiales, imágenes, retablos, cuadros, cornucopias y ornamentos sagrados, fueron destruidos por las llamas, incluyendo la venerada imagen del Cristo de la Luz y de la Dolorosa, que parece que en esos tiempos estaba a los pies del Crucificado. Tan sólo quedaron en pie los muros de la iglesia y la torre, que aún podemos hoy contemplar en el mismo estado en que quedó. Después, fue detenido un grupo numeroso de jóvenes anarquistas, pero la pérdida estaba consumada irremediablemente.


San Luis de los Franceses. Sede primitiva de la Hermandad del Cristo de la Luz


El periódico "El Defensor de Granada" en su número de 10 de diciembre de 1933 nos dice que algunos de los imputados en los incendios del día anterior fueron detenidos, escribiéndose en el citado diario que: "Botellas de gasolina se hallaron en la Calle Blanqueo y se ha detenido a Miguel Peso Ocaña de 20 años que vive en la placeta de Fátima; Francisco Marín Pérez de 22 años que vive en la calle San Luis 20 autores del incendio de las Tomasas; Francisco Melgar Vicente de 19, calderero, que vive en la calle de Molinos que incendiaron los juzgados; Francisco Aguilera Estrada de 21 albañil que vive de la Acera de San Ildefonso; José Rabassa Padilla que vive en la Cruz de Arqueros 3 y es zapatero. Se vieron sorprendidos con botellas en el Callejón del Gato".  


Supuesta imagen verdadera del Cristo de la Cristo de la Luz. En la Casa de los Pisas de la Orden Hospitalaria


Sin embargo, pueden caber ciertas dudas sobre la pérdida de la imagen del Cristo de la Luz. En estos sucesos de incendios de iglesias en la República y en la posterior Guerra Civil, algunas de las imágenes de gran devoción o sus restos fueron escondidas por devotos. En el caso del Cristo de la Luz, existe una imagen en la galería de la Casa de los Pisa que representa a un Crucificado renacentista atribuido a Diego de Aranda, del tamaño del Cristo de la Luz, cuya policromía se perdió por el calor de un incendio, estando actualmente en la madera. Los hermanos de San Juan de Dios tienen bajo la imagen una cartela en la que se denomina como Cristo de la Luz. En el libro de Fray Ernesto Ruiz Ortega editado por la Orden Hospitalaria "La Granada de San Juan de Dios", en su página 86 dice de dicho Crucificado "Esta preciosa imagen de línea gótica y de gran calidad, fue muy venerada por San Juan de Dios cuando se encontraba al culto con la advocación de Santísimo Cristo de la Luz. Tenía constituida cofradía y entre los cofrades estaba el nombre del Santo. Primitivamente fue policromada, pero a ser salvada de un incendio, quedó muy deteriorada y al restaurarla se descubrió la rica madera de nogal de que está hecho y se dejó en su color".        

Si todo ello es cierto y tiene la apariencia de serlo, la imagen, afortunadamente, no se habría perdido. Algún devoto, tal vez el mismo sacristán pudo haberla recuperado de su capilla tras el incendio, llegando posteriormente a manos de la Orden Hospitalaria, cuyo fundador San Juan de Dios, cuenta la tradición que fue devoto  del Cristo de la Luz y hermano de la hermandad.

A finales de marzo de 1937 el Arzobispo - Cardenal don Agustín Parrado visitó el templo con el Delegado de Bellas Artes Fidel Fernández Martínez, realizándose algunas obras de consolidación de los restos de la iglesia. Ese año, pocos días después la Hermandad recuperó los tradicionales cultos de los "reviernes", aunque esta vez los celebró en la iglesia de San Cristóbal. En los años siguientes de 1938, 1939 y en los años cuarenta, la hermandad celebra sus cultos con una función de desagravios en la iglesia de San Bartolomé, interviniendo don Juan Cuenca, el canónigo del Sacromonte D. Angel Guevara Horcas, el que después sería arzobispo de Granada, don Rafael García y García de Castro, don Alberto Gómez Matarín, párroco del Salvador, entre otros. En estos años y quizás en la mayor parte de los anteriores del siglo no se celebraría la procesión.

La hermandad, ante la falta de imagen, encarga en 1935 al escultor y profesor de la Escuela granadina de Bellas Artes, Sr. Martínez Olalla, la ejecución de un nuevo Crucificado de tamaño similar al antiguo. 


1949. La Hermandad con sede en San Bartolomé

En los años cincuenta del siglo XX, nos encontramos a la hermandad celebrando sus cultos en la iglesia del Salvador, tal vez por las pésimas condiciones en que quedó la de San Bartolomé. Más tarde, en 1956, pasa al convento de Santa Isabel la Real, donde permanece hasta principios o mediados de los años setenta, y ya, en 1979, se traslada otra vez la hermandad, dejando el Albaicín, al convento de las Carmelitas Calzadas "Calabaceras", donde parece ser que aún permanece y venera a la actual imagen, celebrándole su tradicional septenario, que, al menos, hasta hace poco tiempo ya no consistía en los "reviernes" sino que se realiza en Cuaresma en los siete días sucesivos.


CRISTO DE LA LUZ EN LOS CULTOS DE 1992 EN LAS CARMELITAS CALZADAS

A los pies del Cristo en 1992 se había colocado una Dolorosa bellísima de la Escuela Granadina, hoy en la clausura del convento. Esta Dolorosa parece que es la que hasta hace unas décadas se veneraba en la iglesia de San Ildefonso y que en los años sesenta realizaba el Viernes Santo un Vía Crucis por la Calle Real junto al Crucificado de la parroquia de Nuestra Señora de las Mercedes, antes también en San Ildefonso. Ambas imágenes pueden proceder del vecino convento de la Merced, que desde la Desamortización tiene uso militar.

En la actualidad, sigue subsistiendo con renovados hermanos esta antiquísima hermandad del Cristo de la Luz, tan venerado en otros tiempos por los granadinos y, especialmente, por los albaicineros.



Cristo de la Luz con actual sede en la iglesia de las Carmelitas Calzadas

Con el presente trabajo se trata de recuperar la memoria histórica de este devoto Crucifijo de la Luz y de su hermandad, que no debe perderse por formar parte de la historia de la ciudad y de las ancestrales devociones granadinas. El templo de San Luis gótico-mudéjar, situado en un barrio universal, como el Albaicín, protección de la Unesco, lleva arruinado ochenta años, sin que en este dilatado tiempo, ningún organismo del Estado, ni de la Comunidad de Andalucía, se haya interesado en su recuperación, quizá no excesivamente costosa por las dimensiones del templo, cuando tanto dinero ha sido despilfarrado en estos pasados años. Ello denota la más absoluta falta de sensibilidad cultural y un asombroso desprecio a dichos valores culturales e históricos que aqueja a aquellos que nos rigen y nos han regido.  

 De enorme arraigo entre nuestros antepasados, la devoción al Santísimo Cristo de la Luz traspasa las fronteras de nuestro municipio y son muchas las localidades granadinas que cuentan con imágenes de esta advocación, como Alamedilla, con fiestas de moros y cristianos, Darro, Castillejar, Guadix, cuya hermandad es de penitencia, Vélez, Mairena y en la almeriense de Dalías.                                                                                   

------------
Fuentes

Padre Francisco de la Chica Benavides "Gacetilla Curiosa..."
Archivo Histórico del Arzobispado de Granada
Prensa local siglos XIX,XX y XXI.