viernes, 22 de noviembre de 2013

VENERABLE HERMANDAD DE LA ORDEN TERCERA DE SIERVOS DE NUESTRA SEÑORA DE LOS DOLORES (SERVITAS)






Antonio Padial Bailón

La fundación de la Orden de Siervos de María Dolorosa se instituye en el siglo XIII en Florencia por los llamados "Siete Santos", como orden regular de frailes.

La devoción a Madre Dolorosa al pie de la Cruz se va a extender en los siglos siguientes por Europa y dará lugar a la creación de las Órdenes Terceras de Siervos de Ntra. Sra. de los Dolores en las que participarán elementos seglares.

En España, será la Reina Gobernadora Mariana de Austria, esposa de Felipe IV la que solicitará del Papa Clemente IX su apostólica concesión para difundir en sus reinos la devoción a Ntra. Sra. de los Dolores, mediante la erección de Órdenes Terceras de seglares. Ello ocurriría hacia 1668.

Fundación en Granada

Granada parece que fue de las primeras ciudades (tal vez la primera) en contar con dicha Orden Tercera. Según en Padre de la Chica Benavides, fue el arzobispo de Granada, D. Diego Escolano y Ledesma, muy devoto de los Dolores de María, el que, en 1668, obtuvo licencia del prior provincial de la Orden de Siervos de María de la Corona de Aragón para establecer en su diócesis la Hermandad de la Orden Tercera de Ntra. Sra. de los Dolores. 

Los servitas granadinos, según el profesor Miguel Luis López-Guadalupe, estaban regidos por unas constituciones especialmente rígidas, similares a la de la Orden de la que eran rama seglar, que determinaban una vida muy rica espiritualmente. En nuestra ciudad ingresaron en esta Orden Tercera muchos sacerdotes y personas de señalado prestigio social.   

Inmediatamente, el arzobispo Escolano la fundó en la capital por su decreto de 30 de noviembre de 1668 y poco después, el 8 de febrero de 1669 aprobó sus Reglas e impuso el escapulario de la hermandad a gran número de beneficiados de las parroquias, canónigos, capellanes reales y otras dignidades eclesiásticas e, incluso, llegó a publicar en 1671 un librito con la historia de la Orden llamado "Exordio de la Orden de los Siervos de María" con las reglas de la Venerable orden Tercera de Granada, indulgencias y gracias apostólicas concedidas por el Papa (1). Pronto, se fundaron las hermandades de Motril, Loja y Alhama.

La Venerable Hermandad de la Orden Tercera de los Dolores se estableció, al fundarse, en la iglesia parroquial de Santiago (Servicio Doméstico) en la Capilla de Ntra. Sra. de las Tres Necesidades o Necesidades, como primera sede (lo más probable, dando culto a esta imagen que había quedado en Santiago, cuando la Hermandad del Santo Entierro pasó a la iglesia de San Gil en 1640. Véase la historia de esta hermandad en este blog).

Al poco tiempo, el arzobispo Escolano, viendo que decaía la devoción en la iglesia de Santiago, trasladó la hermandad  por decreto de 5 de noviembre de 1671 a la iglesia de San Felipe Neri (hoy Perpetuo Socorro), de los Padres del Oratorio a Ntra. Sra. de los Dolores como titular de dicho Oratorio de filipenses. Ese  mismo año se habían establecido en Granada dichos Padres de San Felipe Neri por impulso del mismo arzobispo, según Hurtado de Mendoza, por lo que aun no tenían construida la iglesia, que se empezó en 1688. Mientras los frailes habían adquirido unas casas en el lugar donde cedieron a los Servitas una sala para capilla. Dice el cronista de la Orden Francisco Hurtado de Mendoza que "...en la sala baxa, que avía de ser la yglesia" (2) .

La iglesia que hoy conocemos no se abrió al culto hasta 1717, terminándose la capilla mayor en 1725, según Gómez Moreno. 


La imagen de Ntra. Sra. de los Dolores servita, hoy Nuestra Señora de la Soledad del Calvario                                       

Tres años después de fundarse la Hermandad, en 1671, ésta ya contaba con una imagen a la que dar culto, habiéndonos legado con ella una de las tallas cumbre de arte barroco de la Escuela Granadina y nacional. En su crónica Hurtado de Mendoza nos relata las vicisitudes del encargo y llegada de la imagen a San Felipe Neri. Veamos la descripción:
"...y buscó a una caballero amigo, a quién encargó hablasse a un escultor que tenía conocido por ser uno de los mejores que en aquel tiempo huvo en Andalucía, para que hiciesse una Ymagen de Nuestra Señora...que estando hablando de esta materia con el amigo que hemos dicho, en sitio extraño y no acostumbrado a frecuentarle el tal escultor, pasó por él y viéndole le llamaron y propusieron el intento del Padre D. Dionisio... se ofreció a ello y tomaron día señalado para empeçarla, que fue de allí a ocho días por serlo el de la Purificación de Nuestra Señora...que fue de 1671...".

Luego parece que el encuentro con el escultor, que no era otro que en insigne José de Mora, se produjo el día 25 de enero de aquel año. Llegado el día de la Candelaria, varios hermanos acudieron al taller del escultor para presenciar el primer golpe de gubia en la madera. José de Mora, escultor de gran ascetismo y religiosidad, pidió a los presentes, que antes de comenzar su tarea, se encomendaran a Dios con una serie de plegarias, iniciando, a continuación, con el escoplo los primeros golpes del labrado de la imagen de Ntra. Sra. de los Dolores o Soledad del Calvario, como  desde 1928 la conocemos.

En los seis meses que duró la ejecución, sigue contando el cronista, rezos de frailes y devotos se sucedieron rogando que Dios guiase la mano del artista. También se hicieron frecuentes visitas al taller por parte del Padre Dionisio y otros frailes y les pareció "... que siendo hechura de compasión y ternura, era de Soledad y Angustias de cuios sagrados cognomentos había otras en Granada" y determinó el padre Dionisio que su advocación había de ser la de Ntra. Sra. de los Dolores. Quizá el fraile estaba pensando, tal vez de acuerdo con el arzobispo Escolano, en que la imagen tuviera dicha advocación para que sirviera de titular a la Orden Tercera de los Dolores, que aquel año (noviembre de 1671) se había de trasladar a San Felipe Neri.
D. Antonio Gallego y Burín en la obra citada sobre José de Mora nos da la reseña del manuscrito con el título "Noticias del templo de María Stma. de los Dolores y Congregación de San Felipe Neri de Granada" en el que se refiere claramente al autor de la imagen: "...y quiso el P. Dionisio militasse esta casa vaxo la advocación de María Ssma. Mando hacer la imagen al escultor del rei, Joseph de Mora, con las advertencia, que no la quería de alegría, sino de penas"(3).


Iglesia de San Felipe Neri (Perpetuo Socorro) Sede histórica de la Hermandad Servita

La autoría de la imagen durante mucho tiempo se mantuvo equivocada, pues tanto el Conde Maule como Cean Bermúdez la atribuyeron a Torcuato Ruiz del Peral, tal vez porque éste hizo una réplica bellísima de Dolorosa arrodillada para la iglesia de San Juan de los Reyes. Después, también se atribuyó a Bernardo de Mora, pero fue D. Manuel Gómez Moreno, quien en  su "Guía de Granada" de 1892 la atribuye certeramente a José de Mora, pues parece que él descubrió el manuscrito que hemos comentado, siendo, por tanto, el que nos proporciona la autoría de la incomparable imagen (4).   

Ya durante el proceso de ejecución de la imagen, éste se rodea de cierto elemento sobrenatural. Un individuo llamado Zacarías, que parece que era mudo, por intercesión de la Virgen recobra la voz, lo que se consideró hecho milagroso.

Terminada la imagen el día 1 de agosto de 1671 se produce otro hecho calificado de milagroso. En la media noche de ese día, para imprimir mas recogimiento al acto, se acuerda trasladar "en secreto" la imagen desde la casa del escultor a la sede de la Congregación de San Felipe Neri.

José de Mora tenía su taller en el Albaicín (quizá ya en la Casa de los Mascarones) "...que era en el Albaycín, barrio distante de la casa...y pasando por una calle en que vibia una señora llamada Dª Gertrudis de Eslaba, tan cercana a la muerte, que desahuciada por los médicos la velaban aquella noche...al pasar por su puerta la silenciosa processión, viendo desde una ventana una criada la ymagen ...dixo a su señora que passava por la calle una imagen de la Birgen SSma. que se encomendase a ella...hízolo y sanó luego, de cuio sucesso hizo un liençó, que fue el primero prodigio, que a continuado, como lo testifican los despoxos, votos y ofrendas." , que después llenarían las paredes de la iglesia, exvotos que colocarían los fieles agradecidos por los favores de la Virgen. 

Une vez en su sede el arzobispo Escolano fue a visitar la imagen de cuya perfección quedó admirado, procediendo unos días después, el 22 de octubre de 1671, a celebrar una misa de pontifical para su bendición. 

En principio, la imagen fue realizada por José de Mora con las manos juntas y levantadas, en actitud orante, lo que obstaculizaba la contemplación, desde abajo, del rostro sublime de la Virgen. Esta dificultad determinó que en 1707 se le variara dicha actitud, para ponerle los brazos cruzados sobre el pecho, tal como hoy la conocemos. Dada la fecha de la reforma y la calidad de las manos, probablemente, sería el mismo José de Mora quien realizara dicha modificación.  

Podemos hacernos una idea de la primera disposición de las manos por una cartela que representa a la imagen en la portada lateral de San Felipe Neri (Perpetuo Socorro) en la que aparece con ellas juntas. José de Mora se va a inspirar para hacer esta imagen en el famoso cuadro de la Dolorosa de Alonso Cano que se conserva en la Catedral. 



Terminada la iglesia de San Felipe Neri y su capilla mayor  en 1725, allí fue trasladada la imagen desde la capilla en el interior del convento, donde había estado mas de cincuenta años, hasta que se finalizó el nuevo templo. El día 9 de junio de ese año el arzobispo D. Francisco Perea y Porras procedió a la bendición de la iglesia y de su Capilla Mayor, dedicada a la Virgen de los Dolores, en la que permaneció en su espacioso camarín presidiendo el altar mayor del templo, acompañada del fervor de su hermandad y devotos.

Gran esplendor tuvieron los cultos durante el siglo XVIII, añadiéndose en ese siglo a su iconografía, probablemente antes de mediado el mismo, una ráfaga de plata que rodeaba la imagen y un gran rosario que pendía de sus brazos. Asimismo, a sus pies, presentaba dos ángeles querubines, uno con una cartela alusiva a los Siervos de María y otro parece que con las Reglas de la Orden Tercera. En otros grabados posteriores de finales del siglo en la ráfaga lleva otros cuatro ángeles alados más.   


Grabado de 1748. Museo Casa de los Tiros

Solamente abandonó su sede en 1809, con motivo de la invasión napoleónica, cuyas tropas dedicaron la iglesia a  cuadra y depósito de municiones. Hubo de trasladarse la hermandad con su imagen al cercano templo parroquial de los Santos Justo y Pastor, es decir, a la iglesia de San Pablo de los jesuitas, donde se había trasladado en 1799 la parroquial antigua, que estaba frente a esta iglesia, en el solar que hoy ocupa la placeta de la Encarnación.

Siglo XIX. La Virgen abandona San Felipe Neri

Finalizada la Guerra de la Independencia, la imagen y su hermandad servita volvieron a San Felipe Neri en 1813, donde a partir de entonces irá paulatinamente decayendo. A esta decadencia se unió la desaparición en Granada de la Congregación de PP del Oratorio de San Felipe Neri en 1834, cuyo último fraile José Blanco donó la imagen de la Virgen al notario de la diócesis D. Francisco de Paula Martín Montijano y a su hija Concepción Martín Rodríguez, según al acta de entrega que se conserva en el archivo de la iglesia de Santa Ana(5).

En el domicilio de esta familia estuvo la Virgen, al menos, desde 1834 a 1842, fecha en la que aparece ya, en último momento y por nota marginal, en el inventario de la iglesia de Santa Ana, probablemente, depositada por Dª Concepción (5 ). En este templo se colocó, primeramente, en altar derecho del presbiterio, junto a la baranda del mismo, en el lugar que ocupaba la imagen de Ntra. Sra. de la Piedad del Socorro, que pasó a la Capilla del Cristo de la Expiración. 


En Santa Ana la imagen siguió recibiendo cultos, probablemente por devotos y personas que aun quedaran de su hermandad, pues en 1847, la prensa de la época anuncia la celebración por la festividad de los Dolores de la Virgen, en septiembre, de un jubileo y su tradicional Septenario, que comenzaba a las cuatro y media de la tarde con salve, sermón, rosario y letanías, que va a continuar durante la década siguiente de los años cincuenta del siglo XIX.



Iglesia de Santa Ana.

El duro golpe que había sufrido durante la primera mitad del siglo XIX la Hermandad de la Orden Tercera de Ntra. Sra. de los Dolores, con la ocupación francesa, la desaparición de los Padres del Oratorio de  San Felipe Neri, la Desamortización de 1835 y el quedarse sin imagen, pues ésta era propiedad de los frailes, la tendrían al borde de la desaparición. Sin embargo, existen indicios de que los servitas no estaban extinguidos, a pesar de no contar con su imagen. El diario "La Constancia" en su número de 10 de marzo de 1853 anuncia la celebración de ejercicios espirituales por los Siervos de María Santísima en su capilla de la iglesia-colegiata de los Santos Justo y Pastor ¿Habría quedado la hermandad, en esta iglesia, cuando la imagen regresó a San Felipe Neri después de la ocupación francesa? ¿Quizás por desavenencias con los Padres del Oratorio, propietarios de la Virgen? ¿Daría la hermandad culto a una de las dos imágenes Dolorosas de la iglesia de Santos Justo y Pastor? (6) 

Es más, en 1875, aun subsisten los Servitas, pues en el Boletín Oficial del arzobispado de 17 de julio de ese año, viene una nota de la visita del arzobispo al Hospicio con motivo del Jubileo del Año Santo en la que se dice "... que asistieron las Hijas de la Caridad y la Hermandad de los Servitas que se habían asociado a estos pobres humildes". En esa fecha, tal vez, estaban aun en la iglesia de Santos Justo y Pastor y, seguramente, bastantes años más tarde dedicados a la caridad, como era norma de su instituto (7).

Por su parte, los cultos a la Virgen servita en Santa Ana se vinieron desarrollando con esplendor durante la segunda mitad del siglo XIX, organizados por sus devotos y, también, seguramente, por algunos miembros de su Orden Tercero con su tradicional septenario de septiembre y su función religiosa, incluso con una feria popular en la Plaza Nueva, frente a la iglesia, en la que se vendían frutas y juguetes el sábado y domingo previos al comienzo del septenario. De ello se hace eco la prensa.  

Hasta 1878 la imagen estuvo depositada en Santa Ana por la familia Montijano, pero ese año, el día 28 de abril, se firma el acta de entrega a la parroquial de las distintas pertenencias de la Pontificia y Real Hermandad del  Santísimo, llamada popularmente de "La Silla", que estaban en poder de los herederos de la familia Montijano, por haber sido hermano mayor un antepasado. Con los bienes de la Sacramental de la Silla, pasa la Virgen de los Dolores servita a propiedad de la parroquia. Con la Virgen entregan la media luna de plata, con  el emblema de María y estrellas doradas y un frontal de canutillo, aceptando las descendientes de la citada familia, Dª Concepción y su hermana Dª Aurora el cargo de camareras de la imagen. El documento de entrega figura en el archivo parroquial y fue dado a conocer por los Sres. Joaquín y Antonio Villena Delgado en su libro sobre la iglesia de Santa Ana.


Ntra. Sra. de los Dolores (Soledad de Calvario) en su capilla de Santa Ana


Los cultos a la Virgen de los Dolores en Santa Ana siguen ampliándose a finales del siglo XIX y a su función asistían los mejores oradores sagrados de la ciudad, como el Padre Sevillano, D. Manuel Arcoya, el Padre Jiménez Campaña o D. Antonio Sánchez Arce, dignidades muchos de ellos de la Santa Iglesia Metropolitana. A su vez los devotos presentaban cierta organización, pues se conocen algunos de sus mayordomos anuales, como los del año 1887 que eran D. Enrique Gámiz Colón y D. Emilio Villanova y los de 1889, Dª  Matilde Pineda y D. Marcelo Uceda.

También, se tiene noticia de que al final de la setena se procesionaba la imagen de la Virgen de Mora, al menos, en los años 1888 y 1889, seguramente otros muchos más. Este último año, el párroco de San Gil y Santa Ana crea una Asociación de Señoras Servitas de Ntra. Sra. de los Dolores de que se hace eco la prensa, que serán, desde entonces, las encargadas de los cultos a la imagen. En esos años finiseculares se alternarán setenario y novena a la Virgen y costeará dicha Asociación, seguramente, la iluminación eléctrica de la iglesia, que se inauguró el día de la función de 1897, provocando tal novedad la admiración de los fieles asistentes.

En la Semana Santa de 1894, será la primera vez, de la que tenga noticia, que la Virgen servita participará el Viernes Santo en la procesión del Santo Entierro. La prensa se la atribuía entonces a Alonso Cano. Otra vez participó en la del año 1897 con nazarenos de hábito negro, haciéndose eco "El Defensor de Granada" de que los mayordomos volvieron la imagen hacía sus oficinas. Parece que también lo hizo en 1899 por su Hermandad Sacramental. Otra salida de la imagen en el Viernes Santo, que tengo localizada en 1901, según el diario "La Publicidad" de 31 de marzo.

Esta Asociación de Señoras Servitas también recupera los cultos de la perdida Hermandad Sacramental de la "Silla" (así llamada por portarse el Viático en una antigua silla de mano) e, incluso, aparece en la prensa, como hemos referido, con la denominación de Hermandad Sacramental de Ntra. Sra. de los Dolores, que costeaba los Oficios del Jueves y Viernes Santo, cantándose los Dolores de María antes de la salida de la procesión del Santo Entierro, ubicado entonces (y hoy) en Santa Ana.

Unos años después, en 1908, aquella Asociación Servita, de la que formaban parte señoras de la alta sociedad granadina (Valenzuela, Moreno Agrela, López Font..etc.) aparece, aunque sin la Virgen, en la Iglesia de Santa María Egipciaca (de las Arrecogidas), donde celebraban el setenario en el que se ganaban 100 días de indulgencias.

Seguramente, se trataría de una escisión que buscó sede en Santa María Egipciaca, pues en Santa Ana permaneció la Hermandad de Ntra. Sra. de los Dolores, llamada sacramental, hasta el año 1927, celebrando también el setenario y función antes de Semana Santa y participará en la procesión del Santo Entierro en 1909, aunque parece que esta vez sin la imagen. 

Otra vez veremos participar a la Virgen en las Semanas Santas de 1918, 1919 y 1920 y lo hará a los pies del Cristo de la Misericordia (Silencio), entonces llamado de la Salvación, efectuándose una conjunción, seguramente meditada, de estas dos obras cumbres de José de Mora. Estas salidas procesionales, serían el preludio de la incorporación definitiva de la imagen a nuestra Semana Santa unos años después, como a continuación expondremos.  

Y ocurrió que en 1924 se reorganiza en Santa Ana la Hermandad del Santo Entierro que estaba decaída, con su tradicional imagen titular, el Señor del Sepulcro o de la Urna, pero sin la imagen de María Santísima de las Tres Necesidades (hoy Ntra. Sra. de la Esperanza).


Antes de la Estación del Viernes Santo. Foto de A. Guzmán Úbeda

Conjeturamos que los reorganizadores del Santo Entierro o Santo Sepulcro tenían en mente tomar como titular la portentosa imagen de la Virgen Servita de los Dolores, de mayor valor artístico.

El proyecto parecía que lo venían meditando desde hacía varios años. Tal vez dificultades con el párroco o con la llamada Hermandad Sacramental de Ntra. Sra. de los Dolores, que le venía dando culto, determinaron que dicho proyecto no tuviera éxito hasta 1927. Seguramente el debilitamiento de la citada sacramental o la incorporación de sus miembros a la reorganizada del Santo Entierro, hizo que en ese año la Virgen Servita se incorporara como imagen titular mariana a la Hermandad del Santo Entierro o Sepulcro. Ésta optó por  cambiándole el título de Ntra. Sra. de los Dolores por el de Ntra. Sra. de la Soledad del Calvario, con el que hoy conocemos a esta singular imagen de los Dolores Servita de José de Mora. 

Va a ser el Viernes  Santo de 1928 cuando la ancestral Virgen Servita (Soledad del Calvario) saldrá en la estación de penitencia de la Hermandad del Santo Entierro. Imagen tan genial, que sólo unos trazos elementales de la gubia del maestro provocan que la luz complete el resto de la figura de forma portentosa, asombrándonos cada Viernes Santo, cuando aparece en el claroscuro de la noche granadina.

No pudo ser elegida con más acierto, esta devota imagen de Nuestra Señora,  para que como muestra del arte escultórico granadino, presidiera a primeros de noviembre de 1982 el altar que se construyó en la entonces explanada de Almajáyar para recibir la visita a Granada del Papa Juan Pablo I.


Los servitas, de una forma u otra, siguieron presentes en Granada, hasta la incorporación de su  imagen, de sereno, noble e idealizado dolor, a la Hermandad del Santo Entierro. Desde 1927 no aparece en Granada ninguna corporación servita. Pérdida irreparable para aquella ciudad que tuvo el honor de ser la hermandad servita mas antigua de Andalucía y tal vez de España. Como tantas otras de nuestras corporaciones cofrades históricas no se ha vuelto a recuperar, como lo han hecho otras ciudades, tales como Málaga, Sevilla, Cádiz, Córdoba, Lucena o Carmona. Tampoco, en ningún pueblos de la provincia donde las hubo, como Motril, Loja o Alhama.   





Terminada la Guerra Civil, Granada acudirá con esta imagen de José de Mora y al Cristo de la Misericordia (El Silencio) para sacarlos en procesión de acción de gracias hasta la parroquial de los Santos Justo y Pastor. Iría la Virgen al pie del Cristo del Silencio, como ya ocurrió en los años que hemos referido de la segunda década del siglo XX. 

En este punto finalizamos la historia que conocemos de la Hermandad de la Venerable Orden Tercera de Ntra. Sra. de los Dolores (Servitas), pero no se termina la historia de su excepcional imagen. Ésta, incorporada a nuestra Semana Santa de Granada en 1927 a través de su actual Hermandad del Santo Sepulcro (Entierro de Jesucristo) y Ntra. Sra. de la Soledad del Calvario, sigue acumulando historia hasta nuestros días y la seguirá acumulando en tiempos futuros.



Fotografía de A. Guzmán Úbeda


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1. DE LA CHICA BENAVIDES, Antonio, Gazetilla Curiosa o Semanero Granadino, papel 24.  
2. HURTADO DE MENDOZA, Francisco, Fundación y Chronica de la Sagrada Congregación de San Phelipe Neri de la ciudad de Granada". GALLEGO Y BURÍN, Antonio, "José de Mora", apéndice XV.

3. GALLEGO Y BURÍN, Antonio, "José de Mora".

4. GÓMEZ MORENO. Manuel, Guía de Granada.

5. VILLENA DELGADO. Joaquín y Antonio. Arte y tradición en la iglesia de San Gil y Santa Ana. Inventario de su patrimonio, pags. 104-110. Granada 2000.

6. PRENSA DE LA ÉPOCA, VARIAS PUBLICACIONES.

7. BOLENTÍN OFICIAL DEL ARZOBISPADO  DE GRANADA. Año 1875.

viernes, 8 de noviembre de 2013

MUY ANTIGUA, REAL E ILUSTRE HERMANDAD SACRAMENTAL DEL STMO. CRISTO DE LA SALUD Y NTRA. SRA. DE LAS ANGUSTIAS DE SAN ANDRÉS










Antonio Padial Bailón


La Granada antigua devocional se puede caracterizar por su fervor a las imágenes de Jesús Crucificado. No hay templo parroquial o de conventos masculinos o femeninos que no cuenten, desde antiguo, con varios Crucificados y lo va a venerar en multitud de cruces y capillas callejeras. Pero de esta extensa y antigua devoción a Jesucristo clavado en el madero va a tener en la ciudad especial significación en tres imágenes a las que el pueblo granadino va a dedicar una singularísima afección y sentimiento y a las que se va a dirigir como destino de sus súplicas y esperanzas: el Santo Crucifijo de San Agustín, Sagrado Protector de Granada; el Stmo. Cristo de la Salud de la iglesia de San Andrés, diana de sus rogativas en las epidemias y el Stmo. Cristo de los Favores, cuya devoción será la más popular expresión de las promesas en sus súplicas.  

El Cristo de San Andrés, al que el pueblo le dio la advocación de Salud, porque de ella se trataba de pedir en los momentos en que ésta faltaba o se veían amenazados de muerte por las distintas olas epidémicas que de tiempo en tiempo azotaban a la ciudad.

Y el pueblo lo veneraba en la calle en rogativas y lo veneraba en su capilla de San Andrés, junto al presbiterio, donde le encendía, hachas, cirios y velas y le colgaba exvotos, que  rebosaban las paredes de su capilla.




San Andrés




El templo de San Andrés, situado casi al inicio de la calle de Elvira, cerca de la puerta de la muralla de este nombre y gran arteria de la Granada antigua, ya desde épocas musulmanas, era el primer edificio religioso que se encontraban los viajeros que entraban en la ciudad en los siglos XVI, XVII, por lo que, el Cristo de la Salud sería, tal vez, la primera imagen ante la que muchos se postrasen al llegar a Granada.
 


La parroquial se asentó en 1521, empezándose a construir en 1528 y su portada en 1530 por Francisco de Godios y Juan de Marquina, con la estatua del titular realizada por el francés Nicolás de León. Tenía una portada principal y  dos laterales (una de estas dos persiste, hoy cegada) (1). La iglesia sufrió un aparatoso incendio en 1819, que la dejó sin retablo y hubo necesidad de remodelarla. Es uno de los más bellos exponentes de arte mudéjar granadino.


San Andrés, calle de Elvira


La Hermandad del Cristo de la Salud, desaparecida en la actualidad, pero aun no  extinguida, creemos que  ha sido el resultado de la agrupación en una sola hermandad de, al menos, dos antiguas hermandades: la Hermandad Sacramental de San Andrés y la Hermandad del Cristo de la Salud, que se unirían en el siglo XVIII.

La fundación de la Sacramental se remonta a 1539, al menos, de esa fecha son sus primeras reglas de 11 de julio de ese año (2). En ese siglo se fundan en la iglesia de San Andrés, otras hermandades como la de Ánimas del Purgatorio y la de Nuestra Señora, que seguramente tenía la advocación de Ntra. Sra. del Buen Suceso, en cuya capilla, estaba establecida, según Henríquez de Jorquera, la Hermandad del Santísimo Sacramento y Ánimas del Purgatorio, por lo que, deducimos que en tiempos de éste (primer tercio del XVII), ambas hermandades estaban fusionadas en una y que "...la capilla de Nuestra Señora del Buen Suceso, sirve de comulgatorio y está agregada a la hermandad del Santísimo Sacramento..." (3). Todo apunta a que las tres primitivas hermandades parroquiales: Nuestra Señora (¿Buen Suceso?, Sacramental y de las Ánimas se encontraban unidas hacia 1640). Después, a finales del siglo (XVII), vuelve a aparecer otra hermandad de Ánimas.

En las capillas de la iglesia tenían su enterramiento algunas de las familias de la nobleza granadina, entre ellas los Cañaveral, familiares de los condes de Benalúa y los Marqueses de Caicedo en la capilla de Santa Ana, con meritorio artesonado mudéjar ochavado desaparecido. La capilla de la hermandad era propiedad de la familia de los Cañaveral, donde se daba culto a Ntra. Sra. del Buen Suceso. Capilla espaciosa que estaba situada, subiendo al presbiterio a la derecha del mismo, frente a la sacristía, que tendría el carácter de comulgatorio de la iglesia parroquial.

En dicha capilla, también se daba culto, seguramente por la Hermandad de las Ánimas antes de unirse a la Sacramental, a la imagen de otro Crucificado con el título de Cristo de la Agonía, titulo muy acorde con el objeto de las hermandades de Ánimas y que cerca de finalizar el siglo, dio lugar a una hermandad de Vía Sacra. No sabemos el paradero de este Crucificado.



María Stma. del Buen  Suceso. Museo Casa de los Tiros. 1783


La titular de la capilla, como decimos, era Nuestra Señora del Buen Suceso, advocación muy extendida en la Granada de aquellos siglos, con presencia, aparte de en San Andrés, en el convento de San Francisco "Casa Grande", San Antón y en la tribuna del Castillo de Bib-Ataubín en la plaza del Campillo. Dicha imagen seguramente era la patrona de estas hermandades asociadas en esas fechas y lo seguiría siendo durante el siglo XVIII. 

Seguramente, antes de alojar a Ntra. Sra. del Buen Suceso en la capilla definitiva de la hermandad se realiza en 1611-12, esto ocurriría posiblemente cuando se adquiriera la imagen, un altar junto a la sacristía con un retablo de albañilería con decoración de yeso, realizando por Domingo de la Corte. Extraño y poco común en Granada en las obras retablísticas, probablemente es éste uno de los primeros que se hicieran. Presidiéndolo se realizó un nicho con venera dentro para la Virgen y dos pilastras quebradas con cornisa por fuera, enmarcándolo  y encima de ésta otro recuadro con sus pirámides. Después se mandó dorar los fondos con pan de oro y bruñido en blanco el resto, encargándose de hacerlo Gregorio Aranda por el precio de 36 ducados (4).


Cuando llegara a la iglesia la imagen de la Virgen del Buen Suceso ya estaba en la misma, según Henríquez de Jorquera, la del Cristo de la Salud, aunque le da la advocación genérica de "Santo Cristo", con capilla cuyos patrones eran los Cañaveral.

La imagen tuvo que realizarse hacia mediados del siglo XVI, probablemente por Diego de Siloé (según el profesor Emilio Orozco "por la maestría de su técnica", significándose el largo mechón trenzado que cae de lado derecho de la cabeza). No tiene, sin embargo la violencia del giro de la cabeza, ni su volumen, que presentan otros Crucificados a él atribuidos, como el del Colegio del Carmelo, procedente de Santa María Egipciaca o el de la Buena Muerte del Monasterio de la Encarnación, que presentan mechón parecido o los atribuidos a Diego de Aranda (Santa Ana y Sagrario), que también presentan dicha violencia de torsión del rostro y el mechón. Quizá, fuera este Crucificado de la Salud realizado en su última etapa. Sin embargo, no debemos descartar al discípulo de Siloé, Baltasar de Arce.



CRISTO DE LA SALUD




La Vía Sacra de la Hermandad del Cristo de la Agonía

Sin embargo, no debemos confundir aquel Cristo de la Agonía, al que antes no hemos referido como titular de una hermandad de la Vía Sacra, con el Cristo de la Salud, ya que en las fuentes consultadas aparecen en 1732 ambas hermandades como distintas, sitas en San Andrés.

Esta Hermandad del Cristo de la Agonía y Vía Sacra, probablemente era muy antigua. El que fue párroco de San Andrés, don Antonio García (esto lo deduzco de un artículo de prensa de hace algunos años)  había indagado en los libros de archivo de la parroquia (yo no los he podido consultar) en los que aparecía de forma muy temprana (ya en 1605) la realización de la Vía Sacra con un Crucificado que había realizado en el siglo XVI, un feligrés de la parroquia. También, otro devoto, Francisco de la Hoz, le había donado una corona de espinas con aura.

Dicha Vía Sacra se realizaba hasta la iglesia de San Antón, recorriendo siete estaciones, allá por 1621, conociéndose tres de ellas: en San Gil, al final de la calle de Elvira, el convento del Carmen, hoy Ayuntamiento y San Antón, quizá las otras fueran: la iglesia de Santiago, San Sebastián en plaza de Bibrambla y la Magdalena, en Mesones.   

En San Antón, quedaba la imagen para realizarle un septenario y después devolverla a San Antón. Uno de los hechos que podrían estar en relación con esta Vía Sacra del Cristo de la Agonía, fue que los vecinos de la parroquia de San Andrés costearon en 1634 una cruz que ubicaron en la placeta de San Antón, según Henríquez de Jorquera, que ha subsistido hasta los años sesenta del pasado siglo en que desapareció con la ampliación de la calle de Recogidas. 

Como antes hemos afirmado, esta Hermandad de la Vía Sacra del Cristo de la Agonía aun perduraba en 1732 y seguramente años después. Esto lo sabemos de un pleito incoado por la Hermandad de la Vía Sacra del Cristo de la Expiración de la Magdalena (después de este pleito llamado de la Esperanza) y otra de igual nombre de Expiración de la iglesia del Sagrario (seguramente el titular sería la imagen del Cristo atribuida a Pablo de Rojas de esa iglesia, no el de los Trabajos, porque su hermandad existía con este nombre desde 1694).

El conflicto se formó por pedir limosnas ambas hermandades con el mismo título de Expiración y hubo de cambiarla la de la Magdalena por Cristo de la Agonía, pero al existir la del Cristo de este título en San Andrés, lo volvieron a cambiar por el de la Esperanza, que aun ostenta.

De lo anterior deducimos que el Cristo de la Agonía de San Andrés con hermandad aun en 1732, no era el Cristo de la Salud, con hermandad de este título antes de esta fecha, sino otro Crucificado que había, asimismo, en San Andrés. Esto modifica mi creencia, manifestada en algunos escritos, de que ambas eran la misma imagen del Cristo de la Salud, que antes se llamara de la Agonía (5). 

Lo fragmentado y escaso de las fuentes con que contamos hacen que entremos en estos equívocos, que conforme contamos con algunos documentos, éstos nos sirvan para que se vayan disipando poco a poco.   
  

La Hermandad propia del Cristo de la Salud

Estos largos antecedentes nos sirven para aproximarnos a las relaciones entre algunas de las hermandades y sus imágenes de la iglesia de San Andrés, que sufren un proceso de agregación y desagregación entre ellas a lo largo de los siglos XVII y XVIII, no del todo clarificado.

La Hermandad del Cristo de la Salud surge como tal hermandad de forma oficial en 1697, de esa fecha son sus reglas, siendo hermano mayor Alonso García de Yeguas y aprobadas el día 18 de enero de 1698  por el Provisor y Vicario General Andrés Raphael de Ascargorta, para venerar y dar culto a aquel Crucificado que desde tiempo ancestral estaba en la capilla de los Cañaverales de la iglesia de San Andrés.

Pero la hermandad no surge con la aprobación de las reglas, sino mucho tiempo antes. De la introducción o proemio de las mismas se deduce que la hermandad era muy antigua y para que no se extinguiera, como ocurrió en muchas otras, deciden en la fecha antes dicha, elaborar sus reglas y someterlas a aprobación "...y siendo tan grande y antigua la devoción de la milagrosa imagen del Cristo con el título de la Salud, que está en su capilla en su iglesia parroquial del Santo Apóstol San Andrés y no sólo en dicha parroquia... aumentado esta devoción por todas partes y en particular en la antigua y devota hermandad de dicha Santa Imagen...porque no se experimente lo que en otras congregaciones y cofradías, que por no tenerlas han extinguido y decaído en  parte en devoción y culto..." (6).



Era una hermandad limitada en el número de hermanos, estos debían de ser 72, número de discípulos de Jesucristo, según la tradición. Pero las mismas reglas determinaban que éstos 72 eran los supernumerarios con ciertos privilegios, como pagar menos cuota, como un cuarto de la limosna que habían de dar los hermanos ordinarios. Una hermandad de tantos devotos no podía cerrar la misma a otras incorporaciones. Tampoco los supernumerarios debía pedir las limosnas de los viernes. Las vacantes de los supernumerarios se iban cubriendo por orden de antigüedad. También se exigía limpieza de sangre, no tener antecedentes familiares de judíos o de moros,"...an de ser cristianos biejos, limpios de toda mala raça, ni penitenciados". Para ello, se incoaba un expediente de averiguación antes de admitirlos y para tacharlos sólo era competente el cabildo general.   

La fiesta principal de la hermandad se celebraba en la capilla el día de la Invención de la Santa Cruz, 3 de mayo, de forma solemne con sermón y vísperas, sin que el gasto excediera de 600 reales, siendo a cargo del mayordomo la cantidad que los excediere. Tal día se celebraba el cabildo general de elecciones de hermano mayor y mayordomo de año a puerta abierta y avisando a campana tañida, previa citación personal por el muñidor,  comenzado tal cabildo con una rogativa de auxilio al Stmo. Cristo y a su Stma. Madre. La elección habría de hacerse en silencio y sin aclamaciones. Si alguno incumpliese esa norma de silencio y alborotase en él se amonestará hasta tres veces y si no desiste en su actitud se le multaba con una libra de cera blanca para la capilla.

Todos los domingos y festivos se ponían dos velas encendidas al Cristo, que no se apagaban hasta que terminaban las misas con la de postre, en que se cerraba la iglesia y durante estos días el muñidor pediría en ellas para cera del Cristo de la Salud. Los viernes del año se pedía limosna por todos los distritos de la ciudad para la misa solemne que se celebraba los primeros viernes de cada mes en la capilla del Cristo con, al menos, seis cirios delante de la imagen. En el caso de haber fondos suficientes las misas se dirían todos los viernes. Se prescribía que la misa se celebraría a la temprana hora de las ocho de la mañana en invierno y a las siete en verano. Eran aquellos otros tiempos.

Tenía la hermandad especial empeño por aumentar y difundir la devoción y fervor a su imagen, ordenando que todas las mandas de misas al Cristo que se ofrecieren por hermanos y devotos se realizaran en su capilla y no fuera de ella.

En la Semana Santa y en el día de San Andrés se ponía una mesa con el estandarte en la iglesia en el lugar designado por el beneficiado parroquial, sin que ninguna cofradía de la iglesia pudiera estorbarlo.

 Se prescribía también que los que tenían las llaves del arca de los fondos, el hermano mayor y el mayordomo y sólo se reunirían para abrirla los viernes y las llaves quedaban en la iglesia. Se llevaba un control minucioso de los fondos, no pudiendo el hermano mayor o el mayordomo gastar más de 50 reales sin autorización del cabildo. A la entrega de cuentas se nombraban dos contadores para fiscalizarlas.

Tenía el privilegio de tener el Sagrario de la iglesia en su capilla, donde estaría la lámpara encendida día y noche al cuidado del mayordomo. Otro dato más que corrobora ser esta capilla la del comulgatorio y aboga a que era también la de la Hermandad Sacramental. El Jueves Santo se montaba monumento en la capilla poniendo como límite de gasto 100 reales y el exceso a cargo del mayordomo.  

A los hermanos difuntos se les dedicaba doce misas rezadas y una cantada, dando certificado de haberse celebrado a los familiares del difunto. También, un domingo de noviembre se celebraba una misa cantada y su vigilia con diáconos por los hermanos difuntos con responso  y dobles de campana, poniendo en la capilla una tumba con paño negro y cuatro hachas de cera . 

La hermandad llevaba su estandarte a todas las ceremonias, representando a la hermandad y éste era de color morado con una tarjeta o cartela de plata con la imagen del Stmo. Cristo y por lo menos veinticuatro cirios. Asimismo había de tener un cetro de plata, probablemente para uso del hermano mayor. Se habrían de llevar estos elementos, siempre que saliera el Santo Cristo en procesión y a los entierros de hermanos y después de haberles dado sepultura volverían a San Andrés procesionalemente.

Sólo tendrían preferencia en la procesiones en que concurriesen  otras hermandades la del Santísimo Sacramento u otra de Jesucristo si ésta era más antigua y en caso de no cumplirse esto regresarían a la iglesia sin participar.

Las reglas cuidaban de la inversión de los fondos sobrantes, de modo que, cuando se reuniesen 200 ducados de ahorro estos se impusiesen a censo para producir réditos.  

Muy orgullosos estaban los hermanos de serlo del Santísimo Cristo de la Salud y deseaban proclamarlo públicamente, para lo que se ordenaba se imprimiesen estampas de la imagen y los hermanos y hermanas los colocasen en las puertas de sus casas el día de elección de los cargos (día de la Cruz) para que todos los ciudadanos se enteraran de esta pertenencia.  


Cristo de la Salud de San Andrés. Grabado de Museo Casa de los Tiros


Reglas con 50 artículos, muy detalladas, que elaboró don  Diego Varón y Velázquez, cura de la iglesia de San Pedro y que las terminó el 4 de diciembre de 1697, comisionado por la hermandad para realizarlas y presentarlas a la autoridad eclesiástica. 

La hermandad ya tenía realizado  de unos años antes a la elaboración de sus reglas un retablo en la capilla para alojar la imagen del Cristo de la Salud y también lo había dorado y así lo expone como mérito para la aprobación de sus reglas, así como el haber extendido la devoción del Cristo por la ciudad y fuera de ella.


La Hermandad del Santísimo y el Cristo de la Salud

De la estrecha vinculación, desde antiguo, de la Hermandad del Santísimo de San Andrés y del Cristo de la Salud y su hermandad, tenemos algunos datos. En 1665, aun sin reglas la hermandad, Pedro de Narváez, presbítero y su primo y heredero Pedro de Miranda, oidor de la Chancillería de Guatemala, instituyen una memoria para costear cuatro arrobas de aceite cada año para la lámpara del Cristo o 100 reales, y que "...se entreguen a la Cofradía del Santísimo para que con ellos se compre el aceite que alcanzare y se gaste en la lámpara que arde delante del Santo Cristo Crucificado-aun no había recibido la advocación de Salud-  que está en la capilla de los Cañaverales" (7).

En 1689 aun estaba viva esta memoria porque los mayordomos de la Congregación del Cristo de la Salud, Juan Muñoz y Juan Simón, declaran y solicitan que se obligue al heredero Félix de Miranda y Santillán a que pague 1500 reales, pues desde hacía 15 años (1674) no había pagado los 100 reales. Entre 1665, en que se creó la memoria para que la cobre la Hermandad del Santísimo y 1689, en que la exige la del Cristo de la Salud, alguna relación existió entre ambas, probablemente de la del Santísimo surgió esta entonces Congregación del Cristo de la Salud o a ella estaba agregada y que compartían la misma capilla.

La advocación de Salud del Cristo

No cabe duda de que la advocación de Salud la adquiere el Crucificado en la epidemia de peste bubónica de 1679, probablemente en esa fecha también se funda de hecho, aunque sin reglas, su hermandad o congregación. En otros ámbitos de la ciudad y provincia, también, los Crucificados adquirirán esta advocación.

En la epidemia citada los enfermos afectados por la peste fueron instalados en cuarentena por las autoridades sanitarias a extramuros de la ciudad, fuera de la barbacana que protegía la Puerta de Elvira, en una gran explanada delante del Convento de la Merced y de la iglesia de San Ildefonso, llamada del Triunfo de la Inmaculada.

Allí, cuenta la leyenda, que desde la cercana iglesia de San Andrés sacaban al Cristo en andas para consuelo y para impetrar su curación de los enfermos allí instalados, y que en una de sus salidas se observó que una paloma, que los enfermos atribuyeron al Espíritu Santo sobrevoló la imagen en todo su recorrido y se posó en el brazo derecho del Cristo. El suceso fue atribuido

a un milagro, así como algunas curaciones que se  experimentaron ese día. La hermandad en recuerdo de dicho suceso milagroso colocó una paloma de plata en el antebrazo de la imagen, símbolo que ha caracterizado a la misma y que parece que hoy antes de las obras de San Andrés no la llevaba ¿Qué se habrá hecho con ella? Esperemos a que se habrá al culto la iglesia cuando terminen las obras que llevan casi diez años.



La hermandad en el siglo XVIII

En 1702, cuatro años después de aprobarse sus reglas, la hermandad mantiene, siendo hermano mayor Juan Rodríguez y mayordomo Julián de Prado,  un largo pleito con la vecina Hermandad del Santo Cristo de la Vía Sacra de San Ildefonso. La razón era que esta hermandad de San Ildefonso había contratado un individuo llamado Manuel de Toxar, para que hiciese demandas de limosnas por toda la ciudad y lo hacía en nombre del Cristo de la Expiración y no de la Vía Sacra, curioso artilugio para aumentar las limosnas, pues en la ciudad había varios Crucificados de devoción con el título de Expiración, especialmente el de San Gil.     

La del Cristo de la Salud alega que en San Ildefonso no había ninguna hermandad con el título de Expiración y el sujeto pedía en la circunscripción de San Andrés a voces para el Cristo de la Expiración, confundiendo a los feligreses y quitándole las limosnas de los fieles al de la Salud, introduciéndose en sus casas, cuyos fieles creían la daban para el Cristo de la Salud.  Además, el tal Manuel de Toxar pedía con bacinilla, cuando todas las hermandades de Vía Sacra de la ciudad pedían con farol y sin bacinilla, lo que creaba aun más confusión en los vecinos.

Los de la Vía Sacra de San Ildefonso, compuesta por trece hermanos,  alegan que su título, según constituciones, era Hermandad del Cristo de la Expiración y Vía Sacra y que Manuel de Toxar era uno de los trece. Que la hermandad tenía aprobadas sus reglas el 14 de agosto de 1675 y que sus regla 12 tenía aprobado que se pidiese limosna los viernes y domingos por uno de los trece hermanos por turno y que según la regla 19 también tenía el titulo de Expiración.   

Su libro de cuentas de 1738 a 1744 aporta datos interesantes sobre la hermandad, el altar del Cristo se adornaba con cornucopias, flores,  lámparas de cristal, alfombra y velas para lo que se realizaba una demanda de cera por la feligresía el Martes Santo (8).

En 1739, se abrió una ventana con vidriera y reja, para que de esta forma se iluminara mejor la capilla y se puso un cuadro con las Negaciones de San Pedro comprado al párroco de San Andrés, Antonio Aparicio  y se pinto por puntas la capilla por Francisco Sarabia por 452 reales de vellón y se compraron unas arañas de plata en 1742. También se losó la capilla y se pusieron escalones de piedra.

Por estos años, la hermandad se hallaba muy decaída tras el mandato del hermano mayor Juan Moreno y el mayordomo Martín A. Tamariz, cuidando de los cultos mínimos la Hermandad Sacramental.

En este estado se hizo cargo del cuido de la capilla y cultos, en 1739, el procurador Phelipe Merino, ayudado por Martín Bara. Éstos, especialmente Merino, pagaba de su caudal los gastos y encargaba a dos personas realizar las demandas de limosnas. También costeó un tonelete o sudario de nobleza blanco con fleco de oro para ponerlo a la imagen en los días de fiesta (también tenía otro de raso azul), todo con el beneplácito de los beneficiados, hasta que en 1744, uno de ellos, Juan Fernández Ortega, le negó que se llevara el sudario, nueve milagros de plata a su casa después de la función del Jueves Santo y que recogiera los cabos de vela sobrantes. También que entregara una bacinilla de plata para las demandas que Merino había regalado.

También tenía la hermandad un corazón grande de plata que se llevaba a los enfermos como reliquia. También, acusaba Merino al sacristán Juan Cobo del Rincón de haber, con el beneplácito del beneficiado, arrancado la verja de madera del comulgatorio y llevársela a su casa para ponerla de baranda de su balcón y, aunque, el beneficiado había prometido en su lugar hacer un aprisco de hierro, no lo había realizado, estando la capilla sin ambas cosas y sin servir el altar del Cristo de comulgatorio de la iglesia y que, además, los beneficiados no decían la misa de los viernes, llamada "capona", que la devoción de Mateo de Sevilla había instituido en una memoria . 

Que también había costeado una de las vidrieras de las dos ventanas del la puerta principal de la iglesia, para guardarla de la intemperie.

El provisor y vicario general, Agustín Uriarte, dictó auto a favor de Felipe Merino, si bien fue impugnado por el beneficiado Fernández Ortega.


Hacia 1765 el Papa Clemente XIII concedió indulgencia plenaria a todos los  cofrades que acudieran a la capilla del Cristo el día de la función tras el setenario. También  los arzobispos concedieron varias indulgencias.



Probablemente el famoso Septenario se inicia en esta época y adquirirá gran auge en el siglo siguiente. Comenzaba el domingo siguiente al de Pascua de Resurrección y continuaba los siguientes, predicándose las Siete Palabras por eminentes oradores


En este siglo XVIII, en 1771, un miembro de la familia Miranda-Narváez, Pedro Miranda, descendiente de aquéllos que dejaron 100 reales para aceite de la lámpara del Cristo y cuya sepultura estaba frente a la capilla de la hermandad (Cañaverales), donde había de enterrarse, deja otra manda de 100 ducados, cantidad importante en la época, para misas y cera. Asimismo, dona un cuadro de la Virgen y el Niño a la capilla del Cristo, para que lo embutirlo en su pared y dos cortinas de tafetán carmesí (9). El cuadro de la Virgen y el Niño, según las guías de Gómez Moreno y Gallego y Burín era de Alonso Cano y se perdió en el incendio de la iglesia de 1818.  

Unos años después, en 1787( había pasado más de un siglo desde que se estableció la manda) ésta no se cumplía desde 1783 a pesar de que la Hermandad del Santísimo venía cobrando las cuatro arrobas de aceite para la lámpara del Cristo y no habían cuidado de emplearlo en la misma.  

El heredero de los que instituyeron la manda era Félix de Miranda, criado por el presbítero fundador e hijo natural reconocido de su primo Pedro de Miranda y Santillán, que partió a Guatemala como oidor de su Chancillería y le dejó el niño. 

Grabado de 1831. Museo Casa de los Tiros. Se aprecia la paloma de la leyenda 

  
 La Hermandad en el siglo XIX

Es probable que por esos años de finales del siglo XVIII, cuando la hermandad se hallaba decaída, se produjera la unión a la Hermandad del Santísimo Sacramento y vuelve a tener un auge importante durante el siglo XIX, que la llevan a conseguir el título de Real Hermandad.

Pasada la Guerra de la Independencia la  hermandad adquirirá otra vez auge, aunque el 6 de agosto de 1818 la iglesia de San Andrés sufre un terrible incendio en el que prácticamente desaparecen la casi totalidad de retablos e imágenes, aunque el Cristo de la Salud pudo ser salvado de las llamas. El templo quedó reducido a sus muros perimetrales, perdiéndose en la capilla del Cristo, como antes hemos referido, el cuadro de la Virgen y el Niño de Alonso Cano, aunque después se realizó una copia del mismo, que subsiste.

También pudo ser salvado el retablo mayor que se había llevado a la iglesia de Huétor Santillán. En el lamentable accidente se perdería la imagen de Ntra. Sra. del Buen Suceso, quedando la hermandad sin patrona y el Cristo de la Agonía.   

Ocurrió en la madrugada del día 6 al 7 de agosto y se perdieron casi todos los archivos de la parroquia. El Cristo de la Salud fue trasladado a la cercana parroquial de Santiago (una vez más esta iglesia sirvió para acoger imágenes de San Andrés, como en la actualidad en que lleva cerrada por obras mas de diez años). El Cristo se ubicó colgado en el la pared del presbiterio, donde la hermandad le fabricó un altar.

El Cristo fue trasladado a Santiago en solemne procesión "Han propuesto a VS conducir el Stmo. Cruxifijo y como se haga con la gravedad seriedad y decoro debido no encuentran los presentes curas inconveniente alguno salvo el superior dictamen...". El traslado a Santiago se hizo a mediados de septiembre. Allí se celebraron los cultos hasta la reconstrucción de la iglesia (10).

Durante gran parte del siglo XX fue famoso el Septenario de la Siete Palabras al Cristo de la Salud de San Andrés con función el segundo día de la Pascua de Pentecostés costeado por dos devotos, que se empezará a celebrar unos años antes de 1822. Hay un documento en el legajo 138 f del Archivo del Arzobispado que así lo afirma.  

Antes de 1831, ya estaba en San Andrés, después de reconstruida la iglesia, la hermandad y su Crucificado. Por esas fechas se renueva y a su frente, además del hermano mayor, Antonio Martínez-Castilla Montané, había dos mayordomos, uno de ellos sería de la Sacramental, Francisco Fernández Desilles y José María Piedrahita.

Como imagen de rogativa en casos de epidemias, la hermandad sigue procesionando al Cristo de la Salud en 1830 con motivo de un brote de peste bubónica que se produjo en el mes de febrero de ese año. Así el hermano mayor D. José Mendoza Roldán invita al Ayuntamiento de la ciudad a participar el día 22 de julio en la procesión de rogativa que se celebró, aceptando la corporación municipal. La procesión se realizó el viernes, día 25, llevando al Cristo de la Salud a la Catedral a las cinco de la tarde, donde quedó expuesto a la veneración de los fieles hasta el domingo, día 27 de julio, en que la imagen regresó a su templo de San Andrés (11). 

En 1833 se celebra una rogativa en la iglesia por la epidemia de cólera que padeció la ciudad. La rogativa consistió en una novena del 28 de septiembre al 6 de octubre, con función de instituto el viernes y otra especial el domingo día 6. La hermandad practica estos ejercicios 

"La hermadad practica estos ejercicios para implorar la misericordia de Dios por medio del culto a su Divina imagen de Jesús Crucificado, bajo la advocación del Stmo. Cristo de la Salud, placando la ira del Señor por el azote del cólera y preservar a esta ciudad, que por el estupendo y público milagro obrado en el mismo Sr. Crucificado en el año 1670, haciendo cosas visibles e instantáneamente en la epidemia que entones la afligía...".

Así lo describía el anuncio de los cultos el Boletín Oficial de la Provincia, aunque al referirse a la epidemia de 1670, en que se posó la paloma en el brazo del Cristo, la hermandad quizá estuviese confundida de fecha, pues fue en 1679.

Por el grabado de 1844 conocemos  al hermano mayor Felipe Reyes y a los mayordomos Ramón Callejas y Manuel Ramos. Toda  esa década se siguieron celebrando los cultos y setenario con normalidad y así,  el  domingo 30 de abril  de 1848 la prensa refería que la iglesia estaba llena de fieles y actuó la capilla de música de  la catedral.

En 1854,  otra vez va a sufrir la ciudad el ataque  del cólera y se acudirá en rogativa al Cristo de la Salud. También se bajará a la catedral en rogativa al Arcángel San Miguel, desde su ermita del Aceituno.



Virgen de las Angustias de San Andrés. Hacia 1980





La Virgen de las Angustias nueva titular mariana

Esta bella imagen de la Virgen de las Angustias de San Andrés llegará a la iglesia en 1857 como donación la hermandad de unos nobles granadinos, los Condes de Heredia Espínola, por petición del hermano mayor de ese año Juan de Dios Padilla (de esta donación di noticia por primera vez en un artículo en la revista del "Despojado" de 1999).

Probablemente la imagen fuera adquirida por los condes de algún convento después de la Exclaustración de 1835 o perteneciera desde antes al oratorio de la familia. La imagen repite casi exactamente la iconografía de nuestra Patrona. 

Para recibir a la imagen la hermandad construyó previamente dos grandes altares de estilo neoclásico a ambos lados del presbiterio, en el cuerpo de la iglesia. Allí trasladaría a uno de ellos, el del lado de la Epístola, al Cristo de la Salud y al otro a la Virgen de las Angustias (lado del Evangelio). El Cristo estuvo en dicho altar, con altas columnas y cristalera, hasta 1974 en que se pasó a presidir el presbiterio y el altar fue ocupado por la Virgen de la Paz de la Hermandad de la Entrada en Jerusalén.  

Fue entronizada en la iglesia el 29 de noviembre de ese año mediante una función solemne celebrada a las cuatro de la tarde, mientras caía sobre la ciudad un intensa lluvia, que no restó asistencia masiva al acto.

"Por la tarde, a las cuatro, en San Andrés se verificará la instalación de María Stma. de las Angustias en el camarín al efecto construido por la Ilustre Hermandad del Stmo. Cristo de la Salud Por desprendimiento de su hermano mayor D. Juan de Dios Padilla, que ha conseguido de los Sres. Condes de Heredia -Spínola la cesión para la hermandad de la preciosa imagen de Santísima Virgen, que era de su propiedad. Creemos que las personas que acudan tendrán el placer de presenciar este acto en el que no se ha omitido gasto alguno...Se bendecirá la capilla de Ntra. Sra. de los Dolores (primitiva advocación) y predicará don Antonio Arcas. Los cultos durarán los días siguientes. Asistió la música de la Santa Iglesia Catedral, que entonó los motetes de los Dolores"(11). La concurrencia fue extraordinaria a pesar de la lluvia incesante.


 

La llegada de la Virgen de las Angustias constituyó un gran revulsivo para la hermandad, que la convertirá en una de las de más actividad cultual de la ciudad, que hizo aumentar el número de hermanos e iniciando una época de esplendor con concurridos setenarios en la segunda mitad del siglo. Este esplendor se deduce del propio Boletín Oficial Eclesiástico, que con motivo del Año Santo en 1875, en que realizó una procesión de visita del jubileo, probablemente a la Catedral, manifestando que su numerosa hermandad había competido en devoción, concurrencia y compostura con las demás procesiones.

La hermandad le dará el titulo de Angustias y a partir de año de su adquisición le dedicará en Cuaresma una novena con función el Viernes de Dolores y misa cantada todos los viernes primeros de mes. A finales del siglo XIX estas misas sufren una variación, dedicándoselas al Cristo los primeros viernes del mes y a la Virgen los segundos.

En 1885 la ciudad va a padecer la última epidemia de cólera morbo, implorando la hermandad y devotos el auxilio del Cristo de la Salud por medio de una rogativa. Otras imágenes a las que acudía el pueblo granadino en estas circunstancia eran a la Patrona, a San Miguel, que se llevó al Salvador y a Ntra. Sra. de la Salud de la iglesia de San Cecilio. También ese año los vecinos del barrio de la Magdalena acudieron al Jesús del Rescate. La epidemia fue bastante mortífera y a consecuencia de ella falleció en su retiro de la Zubia el arzobispo D. Bienvenido Monzón.

Por esos años se incrementó el carácter pasionista de la hermandad convocando a sus hermanos al Sermón de la Pasión, con eminentes oradores. Y el setenario de las Siete Palabras se adelanto a las tres de la tarde del domingo 29 de abril de 1889, para que los hermanos pudieran asistir a la proclamación de la Virgen de la Angustias como Patrona oficial de la ciudad y al traslado procesional de la Virgen desde su iglesia a la Catedral, que fue acompañada de la imagen del patrón San Cecilio.

En el citado Setenario del Cristo la misa solemne se hacía ante su altar por la mañana y por la tarde los sermones de las Siete Palabras, predicados cada domingo del setenario por oradores cuya fama os ha llegado, como el Padre Jiménez Campaña  o D. Manuel Medina Olmos, entonces muy joven y más tarde obispo auxiliar de Granada y obispo de Guadix, donde perdió la vida en la Guerra Civil o D. Diego Ventaja, después  obispo de Almería, que también sería asesinado en dicha contienda.

La Hermandad en el siglo XX

Con el mismo esplendor entra la hermandad en el siglo XX, con concurridos cultos en su setenario. En 1900 era su hermano mayor Joaquín de la Puerta López, entonces se llamaba a los tres primeros cargos mayordomos y uno de ellos era siempre el párroco de San Andrés, tal vez por el carácter sacramental de la hermandad, el otro fue Nicolás María López Marín. Algunos años lo eran miembros de la alta burguesía granadina como D. Isidoro Pérez de Herrasti, que compartió en 1911 la mayordomía con D. Julián de Damas García- Valenzuela.


En estos años de principio de siglo, también se incrementa el carácter pasionista de la hermandad, cambiando la novena a la Virgen por una Setena dedicada a los Siete Dolores de la Madre de Dios, terminada en la función del Viernes de Dolores. Después, terminada la Semana Santa, se continuaba con el Septenario al Cristo en los siete domingos siguientes. Casi tres meses al año se dedicaba la hermandad en estas fechas a celebrar sus setenarios. 

En 1913 se realizan obras de restauración en el altar-camarín de la Virgen de las Angustias, siendo camarera mayor Dª. Ángeles Sánchez de Jordana, inaugurándose el 4 de marzo de ese año, el día de la toma de posesión del nuevo párroco D. Paulino Cobo González, después Vicario General (quién cuatro años después adquirió la imagen de Jesús entrando en Jerusalén e impulsó la fundación de su cofradía).  

Seguramente, se debió a su iniciativa, el que la Virgen de las Angustias de esta hermandad participara en la Semana Santa de 1913, formando el paso del Descendimiento o Piedad en la procesión del Santo Entierro Antológico del Viernes Santo granadino.

Era un año de euforia mariana por haberse coronado la imagen de nuestra Patrona la Virgen de las Angustias, de igual advocación  e iconografía. Quizá fue una forma de tener presente en la Semana Santa esta advocación en homenaje a la Patrona, que hacía décadas había abandonado su salida del Jueves Santo.   Volvió a salir la de San Andrés el Viernes Santo en los siguientes años de 1914 y 1915.  

Esta presencia en la Semana Santa fue en unas sencillas andas con dos candelabros de guardabrisas, portada por cuatro horquilleros. La Virgen de San Andrés fue trasladada primeramente al monasterio de Santa Paula acompañada del clero parroquial y por los hermanos vistiendo túnica morada y cirios color tiniebla  y, tras de ella, la banda de música del Hospicio. De Santa Paula partió la comitiva procesional en unión de la Soledad y San Juan, hasta Plaza Nueva para incorporarse a la procesión del Santo Entierro.  

Gracias al testimonio fotográfico de D. José Martínez Rioboo conocemos la participación de la imagen en el Viernes Santo de 1915. 
   
 
Fotografía de José Martínez Rioboo

Al año siguiente (1916) ocupó su lugar la Virgen de las Angustias de la Alhambra, sin embargo la hermandad de San Andrés le levanto a la Virgen un hermoso altar de cultos adornado por su camarera, Ángeles Sánchez de Jordana para celebrar los cultos del setenario, esta vez únicos para el Cristo de la Salud y la Virgen. Los mayordomos de ese año fueron Enrique Sánchez y Mariano Zayas Masegosa. En los años posteriores, al menos hasta 1924, la hermandad optó por celebrar la Semana Santa poniendo a sus dos imágenes en artísticos altares con flores y luces para que fueran visitadas el Jueves y Viernes Santos que se mantenían durante el setenario en el que solían actuar las capillas de música de los maestros Vidal y Vila.  

Es aquellos años veinte del pasado siglo, cuando estaba en efervescencia la fundación de muchas de nuestras actuales hermandades de penitencia, hubo algunas iniciativas para que la hermandad participara en las estaciones penitenciales. Tales iniciativas no llegaron a cuajar, quizás por el carácter de hermandad sacramental de la parroquia que tenía esta hermandad, pues entonces no estaba bien visto que estas hermandades tuvieran también signo penitencial. Hoy no hay inconveniente en ello y varias de nuestras hermandades de penitencia tienen el carácter de sacramental. Ello se superó en 1954, cuando la Hermandad del Cristo de los Favores se unió a la sacramental de Ntra. Sra. de la Paz de la parroquia de San Cecilio. Una fusión de este tipo hubieran salvado  de la desaparición a la Hermandad del  Cristo de la Salud de San Andrés.  

En los años previos a la Guerra Civil no hay noticias de que se celebraran los cultos tradicionales, debido a los conflictos político-sociales y antireligiosos de nuestra nación. Seguramente se seguirían celebrando pero con carácter menos público. Nuevamente aparecen noticias en la prensa a partir de 1936, en que siguen celebrándose ambos setenarios, durante la guerra y en 1936 y 1937 predicó la función el que más tarde sería arzobispo de Granada, D. Rafael García y García de Castro. En 1939 la hermandad volvió a dedicarle a la Virgen una novena con función principal el Viernes de Dolores en vez del setenario.

Toda la década de los años cuarenta la hermandad siguió con normalidad celebrando sus cultos y la setena de la Virgen se anunció en 1946 con un cartel de cultos colocado en el cancel de la iglesia, corriendo a cargo de coro de las juventudes femeninas de Acción Católica la parte musical de la función. Probablemente también tenía relación la hermandad con la Asociación de Damas Apostólicas, pues en 1947 celebra una misa de "réquiem" por su fundadora Dª Pilar Romanillos (12). 

Asimismo, durante los años cincuenta la hermandad continúa con normalidad, celebrando además de sus setenarios ejercicios espirituales para hombres y a la Virgen de las Angustias se alternaban esos años setenas con novenas, terminando la función del Viernes de Dolores con comunión general ante el altar de la Virgen y con la salida del Viático. 


Ntra. Sra. de las Angustias de San Andrés. Foto A. Padial


Síntoma de la decadencia de la hermandad a mediados de los años cincuenta fue la sustitución del Setenario del Cristo de la Salud por un triduo que se va a celebrar, al menos, hasta 1961.  

Quizás la decadencia y desaparición de la Hermandad Sacramental del Cristo de la Salud se hubiera evitado con la fusión con la Hermandad de la Entrada de Jesús en Jerusalén, al modo en que años antes lo hizo la de los Favores con la Sacramental de la Paz. Sin embargo, el párroco de San Andrés, Sr. Ponce de León, que fue el que suprimió el setenario para cambiarlo por el triduo, parece que no estaba demasiado en sintonía con la Hermandad de la Entrada en Jerusalén, ni en general con las hermandades. En 1943 puso grandes  dificultades para recuperar esta hermandad y procesión(14), tantas que mediados la década de los cincuenta tuvo que salir de la parroquia para encontrar sede en los Salesianos, que estaban entonces en el Triunfo, desde donde salió varios años el Domingo de Ramos.

No existía en los años sesenta, pues, un clima propicio para el mantenimiento de la Hermandad Sacramental del Cristo de la Salud y menos para su fusión con la de la Entrada en Jerusalén. Altas dificultades tenía esta para mantenerse y salir. Probablemente en nuestros años no se hubiera perdido y creo que aun podría ser tiempo de recuperarla en un futuro (se halla extinguida) y darle culto a sus valiosas e históricas imágenes.

Algo similar ocurriría en Sevilla al fusionarse las hermandades de la Entrada en Jerusalén y la del Amor y Ntra. Sra. del Socorro, que en el Domingo de Ramos tiene dos vertientes, la letífica con la salida del Señor de la Entrada en Jerusalén y la penitencial, a últimas horas de la tarde, con el Cristo del Amor y la Virgen del Socorro.

Hace no muchos años, vimos en la calle al Stmo. Cristo de la Salud en un Vía Crucis en Cuaresma, organizado por la Hermandad de la Entrada en Jerusalén y otras del Albaicín, pero duró pocos años. Hoy las imágenes, creo que yacen olvidadas en la iglesia de San Andrés de restauración inacabable. 



1. GALLEGO Y BURÍN, Antonio, Granada. Guía Histórica y Artística de la ciudad.

2. LÓPEZ-GUADALUPE, Miguel Luis, tesis doctoral: Contrarreforma y Cofradías en Granada. Aproximación a la historia de las cofradías y hermandades de la ciudad de Granada durante los siglos XVII y XVIII. Universidad de Granada 1992.

3. HENRÍQUEZ DE JORQUERA, Francisco, Anales de Granada, p. 221.Tom. I.

4. GÓMEZ-MORENO CALERA, José Manuel, La arquitectura religiosa granadina en la crisis del Renacimiento, pág. 156.  

5. ARCHIVO HISTÓRICO DEL ARZOBISPADO DE GRANADA, Legajo 16 F, pieza 5.

6. El citado archivo, legajo 13 F, pieza sin número.

7. El citado archivo, legajo 13 F, pieza 13.

8. El citado archivo, pieza 31.

9. El citado archivo, legajo 13 F, pieza 1

10. El citado archivo, legajo 97 R, pieza s/n.

11. CANÓN RAMÍREZ, Javier, Anecdotario Cofrade, Revista Gólgota 94´, pág. 183.

12. Periódico "La Alhambra", nº de 29 de noviembre de 1857.

13. Sobre los siglos XIX y XX, varios periódicos de esas épocas.  

14. Acta de la Real Federación de Cofradía de 14 de abril de 1943.