NTRA. SRA. DE LA PAZ DEL CONVENTO DE SAN FRANCISCO (hoy Convento del Santo Ángel) |
Antonio Padial Bailón
Las hermandades de las órdenes terceras eran abundantes en Granada, pues prácticamente se fundaron en la mayor parte de los conventos masculinos de la ciudad. Estas hermandades de orden tercera las tenían los franciscanos observantes del convento de San Francisco de la Alhambra y los de la misma orden de observantes, quizás la más antigua de las de la ciudad, del Convento de San Francisco "Casa Grande", a la que nos vamos a referir; también los dominicos; los franciscanos de San Antonio y San Diego; los terceros de San Antonio Abad; los Carmelitas Descalzos de los Mártires; los Carmelitas Calzados, con la hermandad de la Orden Tercera, Ntra. Sra. del Carmen y Santo Escapulario; los Padres del Oratorio de San Felipe Neri, con la hermandad de los Servitas de Ntra. Sra. de los Dolores, cuya imagen era la hoy Soledad del Calvario de José de Mora. También existían en Granada algunas hermandades de Vía Sacra, que aunque no llevaban dicho título de orden tercera, lo eran en la práctica, como la de la Cuerda y Correa de San Agustín o la Confraternidad de la Santísima Trinidad y Redención de Cautivos. A algunas, como ésta última, o a la de los Servitas o las de los Terceros de San Antón, que hacía la vía sacra con el Nazareno, Soledad y Jesús de la Humildad y Trabajos del Pretorio, ya nos hemos referido en este blog.
La que vamos a tratar en este artículo: la Hermandad de la Orden Tercera de San Francisco de Asís del convento de San Francisco "Casa Grande", tuvo que ser una de las más antiguas de la ciudad, tal vez con la de Santo Domingo. Ambas se fundarían en el siglo XVI, aunque el ejercicio de la vía sacra de la de San Francisco fue algo posterior, ya en el siglo XVII, pero constituyó, tal vez la primera vía sacra construida y practicada en la ciudad. Después vinieron otras practicadas por hermandades de vía sacra, muy abundantes en Granada, algunas de las cuales nos hemos referido en otras ocasiones y que no tenían el carácter de órdenes terceras.
Estas órdenes terceras tienen su origen en el año 1212 en el que San Francisco de Asís comenzó a integrar a seglares en la orden franciscana sin que tuvieran la obligación de renunciar a su estado seglar. En siglos posteriores fueron creándose en otras órdenes religiosas.
La expansión de la Orden Tercera de San Francisco en Europa se incrementa con la aprobación de una revisión de sus reglas por el Papa Nicolás IV en 1289.
La Hermandad de Penitencia de la Orden Tercera, tenía su sede en el convento de franciscanos observantes "Casa Grande", que estaba situado en lo que hasta hace pocas décadas era la Capitanía General y hoy sede del Madoc, cuyo claustro mayor abre sus puertas a la plaza de las Descalzas. La iglesia de San Francisco de dicho convento se situaba, aproximadamente, en la zona que hoy ocupa la placeta del Padre Suárez o de los Tiros.
Nada más conquistarse Granada, en aquel lugar de la judería se levantó lo que fue la primera catedral y sede del primer arzobispo fray Hernando de Talavera. Poco después, por deseo de la Reina Católica y mediante bula apostólica del Papa León X, la catedral pasó a edificio de la mezquita mayor de la ciudad (donde se levantó en el siglo XVIII la iglesia del Sagrario de la Catedral).
El lugar de la primitiva catedral, en el Realejo, fue ocupado en 1507 por los franciscanos observantes, erigiendo allí su convento (Casa Grande) y en el mismo se fundó la Orden Tercera y su hermandad de penitencia.
Muy ligadas las vías sacras al franciscanismo, aunque muchas otras órdenes terceras las practicaban, ésta del convento de San Francisco "Casa Grande", parece que fue la que desde más antiguo se fundó en Granada.
Esta de la Venerable Orden Tercera de San Francisco parece que comenzó a practicar la vía sacra al Sacromonte en 1633, creando una hermandad de vía sacra formada por trece hermanos, en recuerdo de Jesucristo y sus doce apóstoles, por los que el pueblo la llamaba la Hermandad de los Trece.
Ya en 1635 se conoce por Enríquez de Jorquera que el día 7 de mayo de ese año la hermandad fue de sangre en procesión de rogativa por la sequía desde su sede del Convento de San Francisco "Casa Grande" con mucha cera y actos de penitencia, llevando por guía la imagen de San Francisco y un Santísimo Cristo, regresando a su templo a las doce de la noche.
También, el día 10 de abril de 1640, que era Martes de Pascua, realizó una procesión de desagravios por el famoso libelo difamatorio contra la Inmaculada Concepción de la Virgen María. Partió de San Francisco para ir a la Catedral y seguir hasta el Triunfo, siendo esta congregación una de las que más se distinguieron en actos de desagravio a la Virgen.
Fundada de hecho esta hermandad de la Vía Sacra de los Trece, parece que no se formalizaron sus reglas con la aprobación eclesiástica hasta 1644. Y se establecía sacar la vía sacra todos los viernes por la noche, incluido el Viernes Santo, en que Granada se plagaba de procesiones de este carácter, además de las penitenciales de ese día.
Esta hermandad elige la subida al Sacromonte, en el paraje denominado Valle de Valparaiso, extramuros de la ciudad, de idílico paisaje, donde se conjugan de forma singular, con el serpenteante río Darro a los pies, el laberinto de calles moriscas del barrio del Albaicín y el troglodita caserío del Sacromonte, enfrentado a los universales palacios nazaritas de la Alhambra y, todo ello, coronado por la lejana inmensidad del níveo manto de la gran mole de Sierra Nevada.
Se buscaba el silencio meditativo necesario para la concentración de los hermanos en el drama de la Pasión de Jesucristo, a través de aquella Calle de la Amargura, que conjugaba en aquel marco bucólico granadino los dos principales símbolos de las culturas y religiones, que fueron y son la espina dorsal de nuestra Granada Eterna: la Alhambra y el Sacromonte. Todo ese paisaje encajaba perfectamente en el recuerdo de aquel camino de subida al Gólgota, regado por el sudor y la sangre del Salvador, en una Granada que se predicaba como la Nueva Jerusalén.
No fueron los hermanos de la Orden Tercera, sin embargo, los primeros en llegar con sus prácticas penitenciales a Sacromonte, la Duquesa de Sessa creó y amparó una comisión para impulsar estaciones de penitencia a Sacromonte, de hecho, algunas hermandades de penitencia, como la de Jesús Nazareno del convento de mínimos de la Victoria, después de su salida penitencial del Miércoles Santo por la ciudad, realizaba en el último tercio del siglo XVII, otra procesión de Vía Sacra con sus titulares el Jueves Santo por la tarde. También la Hermandad de Vía Sacra de San Francisco de Paula del mismo convento, acostumbraba a realizarla todos los domingos (1).
Otras hermandades, como la de la Virgen de la Aurora de San Gregorio, también andaban esta vía sacra sacromontana, que en algunos casos no estuvo exenta de conflictos con la Hermandad de los Trece de terceros franciscanos.
Capilla e imágenes de la Orden Tercera
En la gran iglesia del convento de San Francisco, la Venerable Orden Tercera poseía una capilla propia dedicada a su patrona, la Stma. Virgen de la Paz o, al menos, residía en su capilla. Dicha capilla se situaba entre la torre de la iglesia y la capilla de la Santa Vera Cruz, que constituía toda una iglesia dentro de la de San Francisco, con entrada independiente.
Sabemos que en 1751 se le estaba realizando un nuevo retablo con camarín a la Virgen de la Paz, en el que empleaba cuatro horas al día, y desde el mes de marzo al de agosto de ese año, el escultor y retablista Blas Moreno Pizarro, en cumplimiento de una penitencia exigida por la bula apostólica para otorgarle dispensa matrimonial por parentezco de segundo y tercer grado con su futura esposa Isabel Follentes. Por el trabajo en dicho retablo no habría de cobrar estipendio alguno.
El escudo de la Venerable Orden Tercera de Penitencia de San Francisco consistía en la representación de la cruz con los estigmas de la Pasión, que padeció el propio Santo y, bajo ella, cruzados los brazos de Cristo y de San Francisco, las palmas de las manos llagadas de ambos; las Cinco Llagas y la corona de espinas y los clavos de la Crucifixión.
La hermandad, como se ha dicho, daba culto en su capilla a la imagen de Nuestra Señora de la Paz, obra atribuida a Diego de Mora, que hoy se encuentra en el convento de clarisas del Santo Ángel (ver nota al pie); allí llegó, tras la exclaustración del convento de San Francisco "Casa Grande", pues por un inventario realizado los días 1 y 4 de septiembre de 1835, sabemos, que entre otras imágenes, estaban en un altar de la iglesia del convento de franciscanos observantes, las imágenes de Ntra. Sra. de la Paz y la de San Francisco con la impresión de las llagas, y también, un Ecce Homo, como imágenes de la capilla de la Orden Tercera (2).
La Virgen de la Paz, es una imagen sedente de talla completa y tamaño natural, aunque se la vestía, y con el Niño en brazos. Presidía la capilla en su camarín, y en altares independientes, el Ecce Homo y San Francisco, imagen objeto del principal culto de la hermandad.
La Vía Sacra del Sacromonte
En 1636, la hermandad va a construir la ermita del Santo Sepulcro, final y última estación de la vía sacra -en otras fuentes se dice que se construyó a mediados del siglo-. La ermita se levantó al pie de las Siete Cuestas que conducen a la Abadía del Sacromonte, erigida a principios del siglo por el arzobispo D. Pedro de Castro y Quiñones, para venerar las Santas reliquias de San Cecilio, San Tesifón y otros mártires de la persecución romana
Dicha vía sacra no partía de la capilla del convento de San Francisco, sede de la orden tercera, sino de la iglesia parroquial de los Santos Pedro y Pablo, en la Carrera del Darro, quizás por ser la parroquia que más cercanía presentaba del lugar donde la vía sacra de había de realizar, es decir, por el Camino del Monte hasta la ermita del Santo Sepulcro del Sacromonte.
Pronto la hermandad materializa las 14 estaciones, levantando en ellas cruces y capillas permanentes a lo largo del itinerario, desde la iglesia de San Pedro hasta la ermita del Santo Sepulcro del Sacromonte, templo que, asimismo, es costeado por la Hermandad de los Trece y devotos de la vía sacra sacromontana.
Decimos que muchas de ellas fueron costeadas por devotos, como el Marqués de Estepa, que tenía un carmen frente a la ermita del Santo Sepulcro del Sacromonte; el abad del Sacromonte, D. Pedro de Ávila o el canónigo, D. Francisco Barahona o el mercader genovés afincado en Granada, Rolando u Orlando de Levanto...etc. (4)
Las estaciones con sus cruces y capillas permanentes se levantaron en el año 1633 y llevaban en la peana de las cruces el nombre de sus patrocinadores. Algunas, aunque pocas, han llegado hasta nuestros días. La primera cruz, que era de madera, se puso en la Casa del Chapiz, en la cuesta de su nombre: comienza, como relata Henríquez de Jorquera, "... junto a las principales casas del Chapiz y acaba en el monte Calvario y Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo, que están fundados al principio y subida de la cuesta del dicho Sacro Monte Ilipulitano, obra de grande admiración e igual costa, hecha por la devoción y limosna de los hermanos terceros, que frecuentaban esta vía sacra todos los viernes del año por la noche. Son muchas las cruces y todas de piedra repartidas a corta distancia, donde se meditan los pasos de la Pasión. Muchas de ellas son puestas a costa de particulares devotos que ofrecieron sus limosnas para tan grande obra, cuyos nombres se leen en los pedestales de dichas cruces... ”.
Después de realizar un acto de contrición, rezando el yo pecador, salía de San Pedro la Hermandad de los Trece por la tarde, a la hora de las oraciones, acompañada de mucha gente a realizar las estaciones, llevando una cruz alta, con un crucifijo en ella y con dos faroles a los lados para alumbrarla y otros tres faroles para dar luz a la comitiva.
Al llegar a donde estaba la imagen de Nuestra Señora, que estaba antes de comenzar las estaciones, se hacía una primera parada o estación por los que estaban en pecado mortal, alabando la Pureza Original de María. Otra segunda parada o estación se hacía para pedir por las Ánimas del Purgatorio y otra, la tercera, por las intenciones de la Iglesia Católica.
Después, en el Peso de la Harina, se comenzaba la primera de las catorce estaciones del Vía Crucis. En cada una se rezaban seis padrenuestros, seis avemarías y seis glorias, ganándose por cada estación treinta días de indulgencia plenaria y se sacaban dos almas del purgatorio.
Al llegar a cada cruz de las estaciones se arrodillaban se decían las oraciones y se predicaba el significado de cada una de ellas. Parece que los hermanos hacían diversos actos de penitencia, como la flagelación o portando pesadas cruces a imitación de los padecimientos del Salvador en su Pasión.
Tras la primera estación de la Vía Sacra, que estaba en la Cuesta del Chapiz, había una capilla que se dedicó a Ntra. Sra. de las Angustias en la Puerta de Osario o Peso de la Harina, edificio de la capilla, que muy reformado, aún existe en la actualidad. Por este lugar se entraba al Camino del Monte o Sacromonte, a lo largo del cual estaban el resto de cruces y capillas, para terminar en la cruz aún existente, que se encargó por la Venerable Orden Tercera en 1636 al escultor Alonso de Mena, en memoria de los cristianos martirizados por el Emperador Diocleciano.
En el pedestal de dicha cruz de Mena figura la leyenda de que la realizó la Orden Tercera de Ntro. Padre San Francisco; que realizando la vís sacra se sacaban trece almas del Purgatorio y se ganaban 30 días de indulgencias.
Esta última cruz estaba y está delante de la ermita del Santo Sepulcro, donde finalizaba la vía sacra, pero continuaban diversos actos del ejercicio, subiendo, ya muy tarde, hasta las Santas Cuevas y abadía del Sacromonte Ilipulitano, rezando por la cuesta tres salves a la Virgen y una estación al Santísimo Sacramento; llegados a los Santo Hornos donde pereció San Cecilio, se arrodillaban todos rezando alabanzas al Santo, a los mártires y a la Virgen con un padrenuestro y la invocación a Jesús tres veces con los que se ganaban indulgencias.
Los que querían, dado lo intempestivo de la hora, entraban en la iglesia de la Abadía, para adorar al Santísimo y escuchar un sermón por un canónigo del Sacromonte. Después se hacía disciplina o flagelación y otros ejercicios, como el de la oración al Santo Sudario por los difuntos a los que se quisiere aplicar y por lo que se sacaba un alma del Purgatorio, en virtud de la Bula que el Papa Clemente VIII concedió a la Duquesa de Saboya. Finalizados estos actos se salía del templo y por el camino de regreso se rezaban la Corona Dolorosa y los Gozos de la Virgen (5).
La vía sacra se unía al culto externo de gremios y cofradías, que desde hacía más de tres décadas, cuando se descubrieron en 1595 las sagradas reliquias del Sacromonte (restos de San Cecilio y San Tesifón y los libros plúmbeos) en las Santas Cuevas, se había iniciado en aquellos parajes. Dichos gremios y cofradías irán levantando cruces y columnas por la falda del Monte Sacro, que estaba cuajado de ellas, pero apenas si quedan hoy unas cuantas, como la de los soldados de la Alhambra, los tejedores de sedas, de los ganapanes o palanquines, la de los franciscanos o la columna de la Inmaculada; se dice, que más de un millar de cruces se construyeron en aquellas laderas.
Personas ilustres y con halo de santidad, como Luis de Paz y Medrano, (1604-1667), era tercero franciscano, que acudía casi diariamente y todos los viernes del año a andar las estaciones a la ermita del Santo Sepulcro del Sacromonte. Salía de su casa para este ejercicio a horas de menor concurrencia de gente con hábito nazareno y con una pesada cruz pesadísima al hombro, los pies descalzos y piernas descubiertas, a imitación de Cristo.
Un día desapacible, al llegar a la ermita, se decía, que descansando fatigado en su humilladero vio a otro Nazareno con la cruz al hombro y con un resplandor que salía de su cuerpo; se arrodilló ante dicho Nazareno, que le dijo a don Luis: toma aliento que yo llevo por ti esta cruz y por todos los pecados de los hombres (6).
También, se hizo hermano de la llamada Cofradía de los Humildes de la iglesia de la Magdalena, formada por ganapanes o cargadores (era la cofradía de la Candelaria o Purificación). Organizó una procesión de niños con banderolas que lo llevó hasta Ntra. Sra. del Triunfo.
La hermandad de la Venerable Orden Tercera, no sólo realizaba los ejercicios de la Vía Sacra todos los viernes del año y, también, los miércoles de Cuaresma, sino otras manifestaciones. Así, Henríquez de Jorquera nos dice en sus Anales que en mayo de 1635 realizó una procesión de sangre (disciplinándose) y en rogativa por la pertinaz sequía para lo que obtuvo licencia del Provisor. En ella se llevó procesionalmente y (...) con grandísima deboción y con mucha cera: llevaron por guía al bienaventurado San francisco y un Santísimo Christo. Bolvió la procesión cerca de las doce hedificando mucho a la jente en actos de penitencia". Estas imágenes que llevó en procesión serían las que la venerable orden daba culto en su capilla.
Otra fiesta de desagravios a la Virgen re realizó en el convento en diciembre de 1638, con la ayuda de los hermanos de la Orden Tercera. El motivo fue la afrenta del protestante Príncipe Enrique de Nassau. Ese año las imágenes más devotas de la Virgen en Granada fueron desagraviadas con procesiones y festejos.
Dos años después, en 1640, la Venerable Orden Tercera, realizó una gran procesión el día 10 de abril de desagravios por el libelo contra la Inmaculada Concepción de María que apareció el Viernes Santo en la esquina del Palacio del Cabildo de la ciudad (Madraza). Fue la procesión hasta la Catedral y después al Triunfo, regresando de noche, cuando, por el mismo motivo, salía la Virgen (seguramente, la del Socorro) del inmediato templo de Santa Escolástica. Diez días después, el viernes 20 de abril, acompañados de mucha gente, hicieron su vía sacra al Sacromonte, donde fueron recibidos por el abad y canónigos con mucha cera, sermón del canónigo Barahona ( que había costeado una de las cruces de la vía sacra) fuegos y luminarias. Esta vez la intención fue que se descubriera el autor del libelo difamatorio.
La ermita del Santo Sepulcro, fin de la vía sacra, contaba con un púlpito en el exterior desde donde se realizaban los sermones y rezos finales de las estaciones, que estaba junto a un pozo de agua llamado de la Samaritana. Probablemente los fieles bebieran de sus aguas por considerarlas con propiedades curativas como ocurría en muchos santuarios.
La Venerable Orden Tercera poseía rentas importantes que recababa por distintos conductos, especialmente de censos a su favor impuestos por devotos de elevado poder económico, para que se dijeran misas a los difuntos y sus familiares. Uno de ellos fue el que impuso don Diego Álvarez el 8 de abril de 1679 de 500 ducados sobre el Molino Alto de Güevéjar y otras fincas. De un pleito que se suscitó sobre este censo se deduce que la capilla de la Virgen de la Paz, tenía un sacristía, donde se reunía en capitulo la hermandad. Este pleito duró hasta 1730 (7).
Para anotar las procesiones que la Hermandad de los Trece Hermanos de la orden tercera hacía a la vía sacra, tenía un libro en pergamino titulado "visitas del Santo Sepulcro del monte Balparaiso" del año 1649. De él se deducía que la hermandad tenía un hermano al cuidado de la ermita al que el ministro y proministro de la orden tercera le hacía entrega de los bienes de la ermita y rendía cuentas de limosnas. En él estaba anotó que el día 5 de mayo de 1701 ( había otra anotación de 8 de junio de 1704), la existencia de un cuadro de Jesús Nazareno en una de las capillas del itinerario de ladrillo con reja, entre la 7ª y 8ª estación, que aún hoy existe, frente al Carmen de las Niñas (8).
Como hemos apuntado, la concurrencia de varias hermandades en la vía sacra del Sacromonte, llevó a lo largo de su existencia algunos conflictos con la Orden Tercera y su hermandad, como el que se suscitó en 1693 con la hermandad de San Francisco de Paula del convento de la Victoria. Juan Gómez del Álamo, hermano mayor de la de San Francisco de Paula y Andrés Gutiérrez Monturque hermano mayor de la Hermandad de los Trece, tuvieron un altercado un domingo en el que ambas hermandades subieron a realizar el ejercicio; los de la orden tercera ordenaron a los de San Francisco de Paula que se detuvieran y dejaran pasar a los terceros, porque de ellos era la vía sacra y las ermita y tenían preferencia, aunque iban con retraso de cuatro estaciones y que se fueran si no les convenía a realizar la vía sacra de San Lázaro o la de San Antón. Más adelante ordenó al ermitaño que cerrara la ermita y se plantó delante de ellas dándoles voces e improperios.
Los de San Francisco de Paula alegaban que su vía sacra era los domingos y que los terceros la realizaban los viernes y, por lo tanto, no se esperaban que la hicieran ese domingo. No se sabe cual fue la resolución de este pleito, aunque después de presentar la hermandad de los terceros las escrituras de propiedad de la vía sacra y de la ermita del Santo Sepulcro, es posible que se fallara a favor de esta hermandad de los terceros.
De la escritura de propiedad se deduce que el 24 de agosto de 1650 se le dio licencia por el arzobispado para hacer dos capillas y una casa al ermitaño por necesidad de ampliarla dada las obras de arte que tenía y la mucha gente que concurría. Se especifica el nombre de los trece hermanos terceros que componían la hermandad en 1650: Juan Gómez, Antón García, Alonso Morales, Juan Puerta, Jacinto Lozano de Arce, Pedro Coloma, Salvador de Espinosa, Juan Jacinto, Pedro Mathías, Álvaro de Villareal, Juan de Rivera, Juan Durán y Bartolomé Hernández (9).
Se sabe que solía la Orden Tercera participar en la procesión del Corpus Christi, noticia de ello la tenemos en 1764, en el que participó con otras ordenes seglares y regulares (10).
Como orden seglar también participaban de ella mujeres. Precisamente una de las últimas noticias que tengo de esta orden tercera se refiere a ellas a finales del siglo XVIII; el 25 de mayo de 1797, desde la Ascensión del Señor a la Pascua del Espíritu Santo, la venerable orden realiza en la iglesia de San Francisco, probablemente en su capilla, realiza unos ejercicios espirituales, sólo para mujeres. Todos los días que se realizaron, desde las 5 de la tarde a las 6:30, se exponía el Santísimo y para mayor intimidad se cerraba la iglesia, accediendo a ella por el claustro (11).
Probablemente, a finales del siglo XVIII, ya no practicaría la vía sacra o lo haría de forma esporádica y en algunas épocas del año, como Cuaresma o Semana Santa.
En 1808, España sufría la invasión napoleónica y un año después la ocupación de Granada por las tropas francesas era inminente. La Venerable Orden Tercera y la comunidad de San Francisco Casa Grande, realizan una rogativa conjunta al Arcángel San Miguel para implorar su mediación y patrocinio. Con dicho motivo, a partir del día 5 de febrero de 1809, a la temprana hora de las 3:30 de la tarde de cada día, se realizó una novena-misión al arcángel con lectores y predicadores y exposición del Santísimo Sacramento.
Con dicho motivo, otras órdenes terceras, como la de San Antonio Abad, que también realizaba otra vía sacra: la del Pretorio al Santo Sepulcro de los Rebites, promovió cultos a sus titulares ( Jesús del Pretorio, Jesús Nazareno y la Soledad), en la iglesia de San Antón, el domingo, día 9 de abril de aquel año. Por la tarde reintegró a sus respectivas ermitas, haciendo la vía sacra, las imágenes antes citadas (12).
La Venerable Orden Tercera desaparecería del convento de San Francisco "Casa Grande" tras la desamortización y exclaustración de los frailes en 1835, demoliéndose la iglesia de San Francisco, y con ella, su capilla. Pero la Orden Tercera, ya sin su Hermandad de los Trece pasaría al convento de franciscanas clarisas de Santa Isabel la Real en el Albaicín, donde la encontramos en noviembre de 1854 realizando una novena a San Francisco con procesión (13). Ejercicio que repetía todos los domingos, con gran concurso de gente, procesión que a veces, como ocurrió el 15 de agosto de 1857, después de la función al Tránsito de Nuestra Señora, se sacó a San Francisco, a la Virgen, a Santa Clara, y en andas portadas por cuatro sacerdotes, al Santísimo Sacramento.
La pervivencia de la Venerable Orden Tercera de San Francisco, realizando cultos en Santa Isabel la Real, entre ellos a las Cinco Llagas, está constatada, al menos, hasta 1899 o 1901. Después aparece a principios del siglo XX, una Orden Tercera de San Francisco en las capuchinas de San Antón, que no sabemos si es que se trasladó a este convento o desaparecería, después de más de tres siglos de existencia. No parece verosímil, aunque es posible, que se trasladara a las capuchinas, cuando había otros conventos de la observancia franciscana (14).
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1. PADIAL BAILÓN, Antonio, La Granada Eterna: Cofradía y Hermandad de Jesús Nazareno de la Victoria (tejedores de seda de Granada), http://apaibailon.blogspot.com.es/2014/02/cofradia-y-hermandad-de-jesus-nazareno.html.
2. RODRIGO HERRERA, José Carlos, El convento de San Francisco Casa Grande y su patrimonio inmueble, revista Alonso Cano, nº 14, 2007.
3. LÓPEZ-GUADALUPE MUÑOZ, Juan Jesús, Los conventos de la Merced y San Francisco Casa Grande de Granada..., p. 147. GALLEGO Y BURÍN, Antonio, José de Mora, p. 210. Archivum. Ed. Facsímil, 1988. Universidad de Granada.
4. HENRÍQUEZ DE JORQUERA, Francisco, Anales de Granada, tomo II, pág. 735. Ed. facsímil, Archivum, UGR, 1987.
5. VAN DER HAMMEN Y LEÓN, Lorenzo, Vía Sacra...principio fundación y antigüedad de la Venerable Orden Tercera de penitencia del Seráfico Padre San Francisco...Imprenta Real, Francisco Sánchez. Granada 1656.
6. FRAY ANTONIO DE JESUS, Epytome... de la vida del Ilustre varón don Luis de Paz y Medrano, caballero de la orden de Calatrava...de Granada, p. 33, 88, 93 y 149. Imprenta Francisco Gómez Garrido. Granada 1688.
7. Archivo Histórico del Arzobispado de Granada, leg. 34 f, pieza 22.
8. Ibídem, pieza 18.
9. Ibídem, leg.29 f, pieza 33.
10. B.O.P. de 6 de junio de 1840.
11 . Mensajero Económico y Erudito de Granada de 25 de mayo de 1797.
12. Diario de Granada de 4 de febrero y 9 de abril de 1809.
13. Diarios Eco de Libertad de 19 de noviembre de 1854 y La Alhambra de 16 de mayo y 14 de agosto de 1857.
14. Diario "El Defensor de Granada" de 20 de marzo de 1901.
Nota: según Juan Jesús López-Guadalupe Muñoz en Los conventos de la Merced y San Francisco Casa Grande de Granada...., la Virgen de la Paz, que perteneció al convento de San Francisco, se encuentra actualmente en el monasterio de la Encarnación. Sin embargo, Gallego y Burín en su Guía de Granada, nos dice que es la del Santo Ángel Custodio.
La Hermandad de Penitencia de la Orden Tercera, tenía su sede en el convento de franciscanos observantes "Casa Grande", que estaba situado en lo que hasta hace pocas décadas era la Capitanía General y hoy sede del Madoc, cuyo claustro mayor abre sus puertas a la plaza de las Descalzas. La iglesia de San Francisco de dicho convento se situaba, aproximadamente, en la zona que hoy ocupa la placeta del Padre Suárez o de los Tiros.
Nada más conquistarse Granada, en aquel lugar de la judería se levantó lo que fue la primera catedral y sede del primer arzobispo fray Hernando de Talavera. Poco después, por deseo de la Reina Católica y mediante bula apostólica del Papa León X, la catedral pasó a edificio de la mezquita mayor de la ciudad (donde se levantó en el siglo XVIII la iglesia del Sagrario de la Catedral).
El lugar de la primitiva catedral, en el Realejo, fue ocupado en 1507 por los franciscanos observantes, erigiendo allí su convento (Casa Grande) y en el mismo se fundó la Orden Tercera y su hermandad de penitencia.
Muy ligadas las vías sacras al franciscanismo, aunque muchas otras órdenes terceras las practicaban, ésta del convento de San Francisco "Casa Grande", parece que fue la que desde más antiguo se fundó en Granada.
Ex-convento de San Francisco, plaza donde estuvo la iglesia y capilla de la Vera Cruz. |
Esta de la Venerable Orden Tercera de San Francisco parece que comenzó a practicar la vía sacra al Sacromonte en 1633, creando una hermandad de vía sacra formada por trece hermanos, en recuerdo de Jesucristo y sus doce apóstoles, por los que el pueblo la llamaba la Hermandad de los Trece.
Ya en 1635 se conoce por Enríquez de Jorquera que el día 7 de mayo de ese año la hermandad fue de sangre en procesión de rogativa por la sequía desde su sede del Convento de San Francisco "Casa Grande" con mucha cera y actos de penitencia, llevando por guía la imagen de San Francisco y un Santísimo Cristo, regresando a su templo a las doce de la noche.
También, el día 10 de abril de 1640, que era Martes de Pascua, realizó una procesión de desagravios por el famoso libelo difamatorio contra la Inmaculada Concepción de la Virgen María. Partió de San Francisco para ir a la Catedral y seguir hasta el Triunfo, siendo esta congregación una de las que más se distinguieron en actos de desagravio a la Virgen.
Fundada de hecho esta hermandad de la Vía Sacra de los Trece, parece que no se formalizaron sus reglas con la aprobación eclesiástica hasta 1644. Y se establecía sacar la vía sacra todos los viernes por la noche, incluido el Viernes Santo, en que Granada se plagaba de procesiones de este carácter, además de las penitenciales de ese día.
Esta hermandad elige la subida al Sacromonte, en el paraje denominado Valle de Valparaiso, extramuros de la ciudad, de idílico paisaje, donde se conjugan de forma singular, con el serpenteante río Darro a los pies, el laberinto de calles moriscas del barrio del Albaicín y el troglodita caserío del Sacromonte, enfrentado a los universales palacios nazaritas de la Alhambra y, todo ello, coronado por la lejana inmensidad del níveo manto de la gran mole de Sierra Nevada.
No fueron los hermanos de la Orden Tercera, sin embargo, los primeros en llegar con sus prácticas penitenciales a Sacromonte, la Duquesa de Sessa creó y amparó una comisión para impulsar estaciones de penitencia a Sacromonte, de hecho, algunas hermandades de penitencia, como la de Jesús Nazareno del convento de mínimos de la Victoria, después de su salida penitencial del Miércoles Santo por la ciudad, realizaba en el último tercio del siglo XVII, otra procesión de Vía Sacra con sus titulares el Jueves Santo por la tarde. También la Hermandad de Vía Sacra de San Francisco de Paula del mismo convento, acostumbraba a realizarla todos los domingos (1).
Otras hermandades, como la de la Virgen de la Aurora de San Gregorio, también andaban esta vía sacra sacromontana, que en algunos casos no estuvo exenta de conflictos con la Hermandad de los Trece de terceros franciscanos.
Capilla e imágenes de la Orden Tercera
En la gran iglesia del convento de San Francisco, la Venerable Orden Tercera poseía una capilla propia dedicada a su patrona, la Stma. Virgen de la Paz o, al menos, residía en su capilla. Dicha capilla se situaba entre la torre de la iglesia y la capilla de la Santa Vera Cruz, que constituía toda una iglesia dentro de la de San Francisco, con entrada independiente.
Sabemos que en 1751 se le estaba realizando un nuevo retablo con camarín a la Virgen de la Paz, en el que empleaba cuatro horas al día, y desde el mes de marzo al de agosto de ese año, el escultor y retablista Blas Moreno Pizarro, en cumplimiento de una penitencia exigida por la bula apostólica para otorgarle dispensa matrimonial por parentezco de segundo y tercer grado con su futura esposa Isabel Follentes. Por el trabajo en dicho retablo no habría de cobrar estipendio alguno.
Plano del convento de San Francisco y de su desaparecida iglesia |
La hermandad, como se ha dicho, daba culto en su capilla a la imagen de Nuestra Señora de la Paz, obra atribuida a Diego de Mora, que hoy se encuentra en el convento de clarisas del Santo Ángel (ver nota al pie); allí llegó, tras la exclaustración del convento de San Francisco "Casa Grande", pues por un inventario realizado los días 1 y 4 de septiembre de 1835, sabemos, que entre otras imágenes, estaban en un altar de la iglesia del convento de franciscanos observantes, las imágenes de Ntra. Sra. de la Paz y la de San Francisco con la impresión de las llagas, y también, un Ecce Homo, como imágenes de la capilla de la Orden Tercera (2).
La Virgen de la Paz, es una imagen sedente de talla completa y tamaño natural, aunque se la vestía, y con el Niño en brazos. Presidía la capilla en su camarín, y en altares independientes, el Ecce Homo y San Francisco, imagen objeto del principal culto de la hermandad.
Probablemente, no fue la primera de esa advocación que hubo en la capilla de la Orden Tercera, pues el autor al que se atribuye (Diego de Mora) la realizaría en el primer cuarto del siglo XVII o principios del XVIII. Puede que antes existiera otra imagen de esta advocación y que se sustituyera por esta atribuida a Diego de Mora.
Con la invasión francesa se ocupó y demolió la iglesia del convento franciscano, pasando, seguramente, a la parroquia o a otros conventos femeninos, muchas de la imágenes de la misma; quizás, también, a casas particulares de devotos o hermanos de las cofradías. Finalizada la invasión se volvió a reconstruir la iglesia de San Francisco y el altar mayor, cuyo antiguo retablo realizara Bernabé de Gaviria y que se perdió con dicha invasión, fue sustituido por un tabernáculo. En dicho altar mayor se pusieron las imágenes de la Virgen de la Paz y de la impresión de las llagas de San Francisco, que estaban en la capilla de la orden tercera que se había destruido.
El San Francisco con las llagas, bien pudiera ser el que se encuentra en el altar mayor del convento de clarisas de la Encarnación, que puede ser de Diego de Mora.
San Francisco del convento de la Encarnación |
El Ecce Homo, probablemente de Diego de Mora, según Ceán Bermúdez, que estaba en un altar de la capilla, aún se encontraba en la iglesia en 1835, según un inventario de la desamortización del convento. Esta imagen pasó a la iglesia de San Gregorio Magno y de allí a la del Salvador, donde puede que se perdiera en el incendio de ésta en 1936 (3).
La Vía Sacra del Sacromonte
En 1636, la hermandad va a construir la ermita del Santo Sepulcro, final y última estación de la vía sacra -en otras fuentes se dice que se construyó a mediados del siglo-. La ermita se levantó al pie de las Siete Cuestas que conducen a la Abadía del Sacromonte, erigida a principios del siglo por el arzobispo D. Pedro de Castro y Quiñones, para venerar las Santas reliquias de San Cecilio, San Tesifón y otros mártires de la persecución romana
Dicha vía sacra no partía de la capilla del convento de San Francisco, sede de la orden tercera, sino de la iglesia parroquial de los Santos Pedro y Pablo, en la Carrera del Darro, quizás por ser la parroquia que más cercanía presentaba del lugar donde la vía sacra de había de realizar, es decir, por el Camino del Monte hasta la ermita del Santo Sepulcro del Sacromonte.
Pronto la hermandad materializa las 14 estaciones, levantando en ellas cruces y capillas permanentes a lo largo del itinerario, desde la iglesia de San Pedro hasta la ermita del Santo Sepulcro del Sacromonte, templo que, asimismo, es costeado por la Hermandad de los Trece y devotos de la vía sacra sacromontana.
Decimos que muchas de ellas fueron costeadas por devotos, como el Marqués de Estepa, que tenía un carmen frente a la ermita del Santo Sepulcro del Sacromonte; el abad del Sacromonte, D. Pedro de Ávila o el canónigo, D. Francisco Barahona o el mercader genovés afincado en Granada, Rolando u Orlando de Levanto...etc. (4)
San Pedro y San Pablo, inicio de la Vía Sacra de los Trece |
Las estaciones con sus cruces y capillas permanentes se levantaron en el año 1633 y llevaban en la peana de las cruces el nombre de sus patrocinadores. Algunas, aunque pocas, han llegado hasta nuestros días. La primera cruz, que era de madera, se puso en la Casa del Chapiz, en la cuesta de su nombre: comienza, como relata Henríquez de Jorquera, "... junto a las principales casas del Chapiz y acaba en el monte Calvario y Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo, que están fundados al principio y subida de la cuesta del dicho Sacro Monte Ilipulitano, obra de grande admiración e igual costa, hecha por la devoción y limosna de los hermanos terceros, que frecuentaban esta vía sacra todos los viernes del año por la noche. Son muchas las cruces y todas de piedra repartidas a corta distancia, donde se meditan los pasos de la Pasión. Muchas de ellas son puestas a costa de particulares devotos que ofrecieron sus limosnas para tan grande obra, cuyos nombres se leen en los pedestales de dichas cruces... ”.
Cruz de la Vía Sacra de los Trece |
Ermita del Santo Sepulcro del Sacromonte, donde finalizaba la Vía Sacra |
Después de realizar un acto de contrición, rezando el yo pecador, salía de San Pedro la Hermandad de los Trece por la tarde, a la hora de las oraciones, acompañada de mucha gente a realizar las estaciones, llevando una cruz alta, con un crucifijo en ella y con dos faroles a los lados para alumbrarla y otros tres faroles para dar luz a la comitiva.
Al llegar a donde estaba la imagen de Nuestra Señora, que estaba antes de comenzar las estaciones, se hacía una primera parada o estación por los que estaban en pecado mortal, alabando la Pureza Original de María. Otra segunda parada o estación se hacía para pedir por las Ánimas del Purgatorio y otra, la tercera, por las intenciones de la Iglesia Católica.
Después, en el Peso de la Harina, se comenzaba la primera de las catorce estaciones del Vía Crucis. En cada una se rezaban seis padrenuestros, seis avemarías y seis glorias, ganándose por cada estación treinta días de indulgencia plenaria y se sacaban dos almas del purgatorio.
Al llegar a cada cruz de las estaciones se arrodillaban se decían las oraciones y se predicaba el significado de cada una de ellas. Parece que los hermanos hacían diversos actos de penitencia, como la flagelación o portando pesadas cruces a imitación de los padecimientos del Salvador en su Pasión.
Tras la primera estación de la Vía Sacra, que estaba en la Cuesta del Chapiz, había una capilla que se dedicó a Ntra. Sra. de las Angustias en la Puerta de Osario o Peso de la Harina, edificio de la capilla, que muy reformado, aún existe en la actualidad. Por este lugar se entraba al Camino del Monte o Sacromonte, a lo largo del cual estaban el resto de cruces y capillas, para terminar en la cruz aún existente, que se encargó por la Venerable Orden Tercera en 1636 al escultor Alonso de Mena, en memoria de los cristianos martirizados por el Emperador Diocleciano.
Ermita del Santo Sepulcro del Sacromonte y última cruz de Alonso de Mena |
En el pedestal de dicha cruz de Mena figura la leyenda de que la realizó la Orden Tercera de Ntro. Padre San Francisco; que realizando la vís sacra se sacaban trece almas del Purgatorio y se ganaban 30 días de indulgencias.
Esta última cruz estaba y está delante de la ermita del Santo Sepulcro, donde finalizaba la vía sacra, pero continuaban diversos actos del ejercicio, subiendo, ya muy tarde, hasta las Santas Cuevas y abadía del Sacromonte Ilipulitano, rezando por la cuesta tres salves a la Virgen y una estación al Santísimo Sacramento; llegados a los Santo Hornos donde pereció San Cecilio, se arrodillaban todos rezando alabanzas al Santo, a los mártires y a la Virgen con un padrenuestro y la invocación a Jesús tres veces con los que se ganaban indulgencias.
Los que querían, dado lo intempestivo de la hora, entraban en la iglesia de la Abadía, para adorar al Santísimo y escuchar un sermón por un canónigo del Sacromonte. Después se hacía disciplina o flagelación y otros ejercicios, como el de la oración al Santo Sudario por los difuntos a los que se quisiere aplicar y por lo que se sacaba un alma del Purgatorio, en virtud de la Bula que el Papa Clemente VIII concedió a la Duquesa de Saboya. Finalizados estos actos se salía del templo y por el camino de regreso se rezaban la Corona Dolorosa y los Gozos de la Virgen (5).
La vía sacra se unía al culto externo de gremios y cofradías, que desde hacía más de tres décadas, cuando se descubrieron en 1595 las sagradas reliquias del Sacromonte (restos de San Cecilio y San Tesifón y los libros plúmbeos) en las Santas Cuevas, se había iniciado en aquellos parajes. Dichos gremios y cofradías irán levantando cruces y columnas por la falda del Monte Sacro, que estaba cuajado de ellas, pero apenas si quedan hoy unas cuantas, como la de los soldados de la Alhambra, los tejedores de sedas, de los ganapanes o palanquines, la de los franciscanos o la columna de la Inmaculada; se dice, que más de un millar de cruces se construyeron en aquellas laderas.
Personas ilustres y con halo de santidad, como Luis de Paz y Medrano, (1604-1667), era tercero franciscano, que acudía casi diariamente y todos los viernes del año a andar las estaciones a la ermita del Santo Sepulcro del Sacromonte. Salía de su casa para este ejercicio a horas de menor concurrencia de gente con hábito nazareno y con una pesada cruz pesadísima al hombro, los pies descalzos y piernas descubiertas, a imitación de Cristo.
Un día desapacible, al llegar a la ermita, se decía, que descansando fatigado en su humilladero vio a otro Nazareno con la cruz al hombro y con un resplandor que salía de su cuerpo; se arrodilló ante dicho Nazareno, que le dijo a don Luis: toma aliento que yo llevo por ti esta cruz y por todos los pecados de los hombres (6).
También, se hizo hermano de la llamada Cofradía de los Humildes de la iglesia de la Magdalena, formada por ganapanes o cargadores (era la cofradía de la Candelaria o Purificación). Organizó una procesión de niños con banderolas que lo llevó hasta Ntra. Sra. del Triunfo.
La hermandad de la Venerable Orden Tercera, no sólo realizaba los ejercicios de la Vía Sacra todos los viernes del año y, también, los miércoles de Cuaresma, sino otras manifestaciones. Así, Henríquez de Jorquera nos dice en sus Anales que en mayo de 1635 realizó una procesión de sangre (disciplinándose) y en rogativa por la pertinaz sequía para lo que obtuvo licencia del Provisor. En ella se llevó procesionalmente y (...) con grandísima deboción y con mucha cera: llevaron por guía al bienaventurado San francisco y un Santísimo Christo. Bolvió la procesión cerca de las doce hedificando mucho a la jente en actos de penitencia". Estas imágenes que llevó en procesión serían las que la venerable orden daba culto en su capilla.
Restos de pedestales de Vía Sacra, según Francisco Alfonso Fernández |
Otra fiesta de desagravios a la Virgen re realizó en el convento en diciembre de 1638, con la ayuda de los hermanos de la Orden Tercera. El motivo fue la afrenta del protestante Príncipe Enrique de Nassau. Ese año las imágenes más devotas de la Virgen en Granada fueron desagraviadas con procesiones y festejos.
Dos años después, en 1640, la Venerable Orden Tercera, realizó una gran procesión el día 10 de abril de desagravios por el libelo contra la Inmaculada Concepción de María que apareció el Viernes Santo en la esquina del Palacio del Cabildo de la ciudad (Madraza). Fue la procesión hasta la Catedral y después al Triunfo, regresando de noche, cuando, por el mismo motivo, salía la Virgen (seguramente, la del Socorro) del inmediato templo de Santa Escolástica. Diez días después, el viernes 20 de abril, acompañados de mucha gente, hicieron su vía sacra al Sacromonte, donde fueron recibidos por el abad y canónigos con mucha cera, sermón del canónigo Barahona ( que había costeado una de las cruces de la vía sacra) fuegos y luminarias. Esta vez la intención fue que se descubriera el autor del libelo difamatorio.
La ermita del Santo Sepulcro, fin de la vía sacra, contaba con un púlpito en el exterior desde donde se realizaban los sermones y rezos finales de las estaciones, que estaba junto a un pozo de agua llamado de la Samaritana. Probablemente los fieles bebieran de sus aguas por considerarlas con propiedades curativas como ocurría en muchos santuarios.
Lápida del Pozo de la Samaritana de 1673. Costeado por Miguel de Paredes, definidor de la Orden Tercera |
La Venerable Orden Tercera poseía rentas importantes que recababa por distintos conductos, especialmente de censos a su favor impuestos por devotos de elevado poder económico, para que se dijeran misas a los difuntos y sus familiares. Uno de ellos fue el que impuso don Diego Álvarez el 8 de abril de 1679 de 500 ducados sobre el Molino Alto de Güevéjar y otras fincas. De un pleito que se suscitó sobre este censo se deduce que la capilla de la Virgen de la Paz, tenía un sacristía, donde se reunía en capitulo la hermandad. Este pleito duró hasta 1730 (7).
Última cruz de Alonso de Mena |
Para anotar las procesiones que la Hermandad de los Trece Hermanos de la orden tercera hacía a la vía sacra, tenía un libro en pergamino titulado "visitas del Santo Sepulcro del monte Balparaiso" del año 1649. De él se deducía que la hermandad tenía un hermano al cuidado de la ermita al que el ministro y proministro de la orden tercera le hacía entrega de los bienes de la ermita y rendía cuentas de limosnas. En él estaba anotó que el día 5 de mayo de 1701 ( había otra anotación de 8 de junio de 1704), la existencia de un cuadro de Jesús Nazareno en una de las capillas del itinerario de ladrillo con reja, entre la 7ª y 8ª estación, que aún hoy existe, frente al Carmen de las Niñas (8).
Como hemos apuntado, la concurrencia de varias hermandades en la vía sacra del Sacromonte, llevó a lo largo de su existencia algunos conflictos con la Orden Tercera y su hermandad, como el que se suscitó en 1693 con la hermandad de San Francisco de Paula del convento de la Victoria. Juan Gómez del Álamo, hermano mayor de la de San Francisco de Paula y Andrés Gutiérrez Monturque hermano mayor de la Hermandad de los Trece, tuvieron un altercado un domingo en el que ambas hermandades subieron a realizar el ejercicio; los de la orden tercera ordenaron a los de San Francisco de Paula que se detuvieran y dejaran pasar a los terceros, porque de ellos era la vía sacra y las ermita y tenían preferencia, aunque iban con retraso de cuatro estaciones y que se fueran si no les convenía a realizar la vía sacra de San Lázaro o la de San Antón. Más adelante ordenó al ermitaño que cerrara la ermita y se plantó delante de ellas dándoles voces e improperios.
Los de San Francisco de Paula alegaban que su vía sacra era los domingos y que los terceros la realizaban los viernes y, por lo tanto, no se esperaban que la hicieran ese domingo. No se sabe cual fue la resolución de este pleito, aunque después de presentar la hermandad de los terceros las escrituras de propiedad de la vía sacra y de la ermita del Santo Sepulcro, es posible que se fallara a favor de esta hermandad de los terceros.
De la escritura de propiedad se deduce que el 24 de agosto de 1650 se le dio licencia por el arzobispado para hacer dos capillas y una casa al ermitaño por necesidad de ampliarla dada las obras de arte que tenía y la mucha gente que concurría. Se especifica el nombre de los trece hermanos terceros que componían la hermandad en 1650: Juan Gómez, Antón García, Alonso Morales, Juan Puerta, Jacinto Lozano de Arce, Pedro Coloma, Salvador de Espinosa, Juan Jacinto, Pedro Mathías, Álvaro de Villareal, Juan de Rivera, Juan Durán y Bartolomé Hernández (9).
Se sabe que solía la Orden Tercera participar en la procesión del Corpus Christi, noticia de ello la tenemos en 1764, en el que participó con otras ordenes seglares y regulares (10).
Cruz de los Soldados de la Alhambra |
Como orden seglar también participaban de ella mujeres. Precisamente una de las últimas noticias que tengo de esta orden tercera se refiere a ellas a finales del siglo XVIII; el 25 de mayo de 1797, desde la Ascensión del Señor a la Pascua del Espíritu Santo, la venerable orden realiza en la iglesia de San Francisco, probablemente en su capilla, realiza unos ejercicios espirituales, sólo para mujeres. Todos los días que se realizaron, desde las 5 de la tarde a las 6:30, se exponía el Santísimo y para mayor intimidad se cerraba la iglesia, accediendo a ella por el claustro (11).
Probablemente, a finales del siglo XVIII, ya no practicaría la vía sacra o lo haría de forma esporádica y en algunas épocas del año, como Cuaresma o Semana Santa.
En 1808, España sufría la invasión napoleónica y un año después la ocupación de Granada por las tropas francesas era inminente. La Venerable Orden Tercera y la comunidad de San Francisco Casa Grande, realizan una rogativa conjunta al Arcángel San Miguel para implorar su mediación y patrocinio. Con dicho motivo, a partir del día 5 de febrero de 1809, a la temprana hora de las 3:30 de la tarde de cada día, se realizó una novena-misión al arcángel con lectores y predicadores y exposición del Santísimo Sacramento.
Detrás del Cristo del Consuelo de los Gitanos, la capilla de la Vía Sacra de Jesús Nazareno, aún existente |
Con dicho motivo, otras órdenes terceras, como la de San Antonio Abad, que también realizaba otra vía sacra: la del Pretorio al Santo Sepulcro de los Rebites, promovió cultos a sus titulares ( Jesús del Pretorio, Jesús Nazareno y la Soledad), en la iglesia de San Antón, el domingo, día 9 de abril de aquel año. Por la tarde reintegró a sus respectivas ermitas, haciendo la vía sacra, las imágenes antes citadas (12).
La Venerable Orden Tercera desaparecería del convento de San Francisco "Casa Grande" tras la desamortización y exclaustración de los frailes en 1835, demoliéndose la iglesia de San Francisco, y con ella, su capilla. Pero la Orden Tercera, ya sin su Hermandad de los Trece pasaría al convento de franciscanas clarisas de Santa Isabel la Real en el Albaicín, donde la encontramos en noviembre de 1854 realizando una novena a San Francisco con procesión (13). Ejercicio que repetía todos los domingos, con gran concurso de gente, procesión que a veces, como ocurrió el 15 de agosto de 1857, después de la función al Tránsito de Nuestra Señora, se sacó a San Francisco, a la Virgen, a Santa Clara, y en andas portadas por cuatro sacerdotes, al Santísimo Sacramento.
La pervivencia de la Venerable Orden Tercera de San Francisco, realizando cultos en Santa Isabel la Real, entre ellos a las Cinco Llagas, está constatada, al menos, hasta 1899 o 1901. Después aparece a principios del siglo XX, una Orden Tercera de San Francisco en las capuchinas de San Antón, que no sabemos si es que se trasladó a este convento o desaparecería, después de más de tres siglos de existencia. No parece verosímil, aunque es posible, que se trasladara a las capuchinas, cuando había otros conventos de la observancia franciscana (14).
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1. PADIAL BAILÓN, Antonio, La Granada Eterna: Cofradía y Hermandad de Jesús Nazareno de la Victoria (tejedores de seda de Granada), http://apaibailon.blogspot.com.es/2014/02/cofradia-y-hermandad-de-jesus-nazareno.html.
2. RODRIGO HERRERA, José Carlos, El convento de San Francisco Casa Grande y su patrimonio inmueble, revista Alonso Cano, nº 14, 2007.
3. LÓPEZ-GUADALUPE MUÑOZ, Juan Jesús, Los conventos de la Merced y San Francisco Casa Grande de Granada..., p. 147. GALLEGO Y BURÍN, Antonio, José de Mora, p. 210. Archivum. Ed. Facsímil, 1988. Universidad de Granada.
4. HENRÍQUEZ DE JORQUERA, Francisco, Anales de Granada, tomo II, pág. 735. Ed. facsímil, Archivum, UGR, 1987.
5. VAN DER HAMMEN Y LEÓN, Lorenzo, Vía Sacra...principio fundación y antigüedad de la Venerable Orden Tercera de penitencia del Seráfico Padre San Francisco...Imprenta Real, Francisco Sánchez. Granada 1656.
6. FRAY ANTONIO DE JESUS, Epytome... de la vida del Ilustre varón don Luis de Paz y Medrano, caballero de la orden de Calatrava...de Granada, p. 33, 88, 93 y 149. Imprenta Francisco Gómez Garrido. Granada 1688.
7. Archivo Histórico del Arzobispado de Granada, leg. 34 f, pieza 22.
8. Ibídem, pieza 18.
9. Ibídem, leg.29 f, pieza 33.
10. B.O.P. de 6 de junio de 1840.
11 . Mensajero Económico y Erudito de Granada de 25 de mayo de 1797.
12. Diario de Granada de 4 de febrero y 9 de abril de 1809.
13. Diarios Eco de Libertad de 19 de noviembre de 1854 y La Alhambra de 16 de mayo y 14 de agosto de 1857.
14. Diario "El Defensor de Granada" de 20 de marzo de 1901.
Nota: según Juan Jesús López-Guadalupe Muñoz en Los conventos de la Merced y San Francisco Casa Grande de Granada...., la Virgen de la Paz, que perteneció al convento de San Francisco, se encuentra actualmente en el monasterio de la Encarnación. Sin embargo, Gallego y Burín en su Guía de Granada, nos dice que es la del Santo Ángel Custodio.
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