miércoles, 8 de enero de 2014

VENERABLE HERMANDAD DEL SANTO CRISTO DE LA HUMILDAD, SANTÍSIMO CRISTO DE LA VÍA SACRA Y SANTÍSIMO ROSARIO DE SANTA MARÍA DE LA ALHAMBRA







     Antonio Padial Bailón

      La fortaleza y palacios nazaríes de la colina de la Alhambra (La Roja) y todo el recinto encintado por sus murallas y aledaños, constituyó, tras la conquista de la ciudad por los Reyes Católicos, una unidad político-defensiva independiente de la ciudad de Granada, según estatuto real. Estaba regida por un gobernador o alcaide, que se instituyó en la persona del Marqués de Mondéjar y sus descendientes. 

    Para atender a las necesidades de culto y religiosas de la población allí establecida, así como, para el establecimiento de su demarcación eclesiástica, se creó, en 1501, la parroquia de Santa María. Como ocurrió en otros casos la nueva iglesia se levantó sobre el solar de la Mezquita Real de la Alhambra, construida por Muhammad III, que cristianizada, sirvió de iglesia hasta 1581 en que se empieza a construir el actual edificio, sobre traza de Juan de Orea y continuada por Ambrosio de Vico (1).

     El retablo que hoy tiene el templo procede de la iglesia de las Angustias, que aquí se colocó al realizarle uno nuevo la Patrona de Granada a principios de siglo XVIII, el magnífico retablo de jaspes. Por ello, en el antiguo, trasladado a la iglesia de la Alhambra, aun se veneran las imágenes de las Santas Úrsula y Susana (Alonso de Mena), titulares, también, de la Real Hermandad de Ntra. Sra. de las Angustias. Lo preside hoy un gran Crucificado de Alonso de Mena, que antes de llegar el retablo, sería el que un inventario de 1769, nos dice que presidía el presbiterio de la iglesia alhambreña .Actualmente, está en el centro del retablo, sobre unas pinturas de mismo, encima de la hornacina de la Virgen de las Angustias de la Alhambra, que sería la que ocupaba la imagen de nuestra Patrona.       

RETABLO DE SANTA MARÍA DE LA ALHAMBRA ( Con las Santas Úrsula y Susana y que fue el primitivo que tuvo la iglesia de la Virgen de las Angustias, Patrona de Granada)
   En el compás de la iglesia existe una columna rematada con cruz, que mandó levantar, en 1590, el arzobispo Pedro de Castro y Quiñones en recuerdo de los mártires fray Pedro de Dueñas y fray Juan de Cetina, sacrificados en ese lugar por los musulmanes ante la Mezquita Mayor, en 1397. Sus restos parece que están sepultados bajo la columna según la inscripción que aparece en ella.

    Según una lápida que estaba sobre la puerta de la iglesia (hoy en el Museo de la Alhambra), encontrada al excavar para hacer los cimientos, el lugar había estado consagrado al cristianismo antes de la ocupación islámica. Allí, el noble visigodo Gudila había levantado una iglesia en el asentamiento llamado de Nativola.   

Iglesia de Santa maría de la Alhambra


Fundación de la hermandad e imagen

    No se conoce la fecha exacta de la fundación de esta hermandad, pero sí la época aproximada. Creemos que surge  con el auge de fundaciones de cofradías que se produce tras la epidemia de peste bubónica de 1679 y con la proliferación de vías sacras a finales del XVII y principios del XVIII. 

        Esta epidemia azotó de forma terrible a la ciudad que se lanzó a implorar, mediante rogativas a las imágenes de mayor devoción de la ciudad y sus barrios, lo que propició la fundación de cofradías.  

     El devoto simulacro, que representa la escena de la Presentación de Jesús por Poncio Pilatos al pueblo, azotado, humillado y coronado de espinas, tradicionalmente se atribuye al gran escultor granadino Pedro de Mena o a su círculo (2).  De este escultor tiene el estatismo, serenidad y equilibrio simétrico, sus ojos achinados, la originalidad de su paño de pureza triangular,  pero la imperfección y falta de detalle de sus cabellos, piernas y muslos (estos de apariencia femenina), hacen, a mi juicio, que haya de centrarse más en una obra bajo su dirección o colaboración.

JESÚS DE LA HUMILDAD DE LA ALHAMBRA. Aquí se aprecia que es de talla completa,incluso el manto. El retablo fue dorado en 1749.

      Pedro de Mena vivía en Málaga en esa época, pero conservaba taller en Granada y a Granada llegan, en 1683, sus tres hijas (Claudia, Andrea y Juana Teresa, ésta en 1684) para fundar el convento del Císter. Éste se estableció, primeramente, en la capilla de San Onofre en la Cuesta de Gomérez. 

       Pedro de Mena había transmitido su arte en el dibujo, escultura y policromía a sus hijas y, de hecho, existen varias esculturas atribuidas a éstas. Quizá esta imagen de Jesús de la Humildad, hubiera salido de la mano de alguna de ellas, bajo la dirección de su padre.

    Pudo ser la hermandad en sus inicios la que encargara la imagen, cuando aun el convento del Císter ocupaba la capilla de San Onofre y unas casas de Dª Mariana Ramírez de la Puebla. Después de algún pleito, el 10 de septiembre de 1694, se mudaron por orden del arzobispo Ascargorta al lugar que hoy ocupan en San Bernardo, frente a la iglesia de San Pedro.  

      La imagen se haría, seguramente, en los años inmediatos a la llegada de las hijas de Mena a fundar el convento de Granada (1683) y antes del fallecimiento de aquél en 1688, salvo que se hubiera labrado antes en el taller que mantenía en Granada. 

       Las reglas de la hermandad se aprobaron por el arzobispo Ascargorta, lo que quiere decir, que la fundación formal ocurrió después de 1693, en que dicho arzobispo toma posesión. Ello no significa que la hermandad, como era usual, no estuviera funcionando, sin reglas, unos años antes, dando culto a la imagen de Jesús.

      En resumen, creemos que esta imagen en la que se aprecia, claramente, la mano de Pedro de Mena, se pudo labrar en la década de los años ochenta del siglo XVII, bien por sus hijas y con su colaboración, tesis por la que me inclino, o por algún discípulo de su taller de Granada.   
          

    
    La hermandad, aparte de cultual-pasionista, era de sufragios y entierro de hermanos, como gran parte de las hermandades, y añadió a sus fines la realización de una vía sacra, que proliferaron en Granada en la segunda mitad del siglo XVII y en el XVIII.

    No conocemos sus reglas, pero sí algunos documentos que nos confirman dichos dos aspectos. Uno de esos documento, fechado en 1748, pone de manifiesto que en los artículo 6,7 y 8 de sus reglas se regulaban los entierros de hermanos. Éstos se podían enterrar, no sólo en la iglesia sede de la hermandad, sino también, en cualquier otra iglesia de la ciudad.

    El hermano mayor, Diego Ramírez de Orellana, maestro albañil, y los mayordomos, Francisco González y Pedro y Miguel Muñoz denuncian al Provisor de la diócesis, que habiéndose de enterrar un hermano pobre de la hermandad en la iglesia de los Santos Justo y Pastor, el colector y enterradores de dicha iglesia se negaron a abrir la sepultura y no pudieron enterrar al difunto. Al indicarles los mayordomos de la cofradía que el Provisor, según las reglas de la hermandad, así lo había autorizado, el colector les dijo que no le importaba la orden del Vicario General, pues del mismo tenía instrucciones contrarias.

    El Provisor y Vicario emite un auto para que no se estorbe, ni impida la inhumación del cadáver bajo pena de excomunión. Unos meses después, se enterró una hermana en la Magdalena, volviendo, en este caso, a tratar de impedirlo los beneficiados de esta parroquial, aunque después de algunas disputas la consintieron enterrar, previa fianza de 30 reales, en garantía de que el solado de la iglesia quedase en perfectas condiciones. Esta vez, la autoridad eclesiástica pasó nota a todas las parroquias de la ciudad para que no impidiesen a la hermandad de Jesús de la Humildad enterrar en ellas a sus hermanos (3).

Estampa de 1734, retocada en 1749, año del dorado del retablo. Grabado de Casa de los Tiros
     
      La hermandad estaba obligada a asistir a los entierros con el estandarte y cera, llevando el cuerpo a hombros cuatro hermanos y otros cuatro para abrirle sepultura, haciendo turnos los ocho en este oficio. También, a costa de la hermandad, se le decían el mismo día del fallecimiento nueve misas rezadas y en el funeral se debían de llevar ocho hachas encendidas.

      La hermandad realizaba una función anual en el mes de mayo o en el de junio, además de celebrar las "fiestas de Jesús", dando de cuota tres reales de entrada y un cuarto de real todos los sábados del año, fiestas de Jesús y día de la función.  

       A finales de los años cuarenta del siglo XVIII, la cofradía estaba dorando el retablo de su altar, pues solicita licencia para celebrar una corrida con un toro para los días 25,26 y 27 de julio de 1749, con objeto de recaudar fondos para el dorado de dicho retablo y adquirir algunas alhajas para el culto (4).

   Asimismo, la hermandad, como hemos afirmado, tenía el carácter de cofradía de Vía Sacra, que añadió después de fundarse la cofradía pasionista. En dicha vía sacra procesionaba un Crucificado hasta una ermita del Santo Sepulcro, que estaba en el Secano de la Alhambra, junto a la Torre del Agua y del acueducto del Generalife, donde existía una alberquilla arrimada a la ermita. Hoy esta ermita no existe, seguramente se demolió tras la retirada de las tropas de Napoleón.

      No sabemos qué Crucificado llevarían en la procesión de la Vía Sacra. El que hoy preside el retablo mayor, atribuido a Alonso de Mena, debido a sus grandes dimensiones, no sería apto para dicho acto penitencial en el que, normalmente, se portaban las imágenes en sencillas andas por pocos horquilleros. Sin embargo, en la iglesia existía otro Cristo Crucificado en una de sus capillas, que sería más adecuado para portarlo en la vía sacra. 

    Pero también, en la Puerta de las Granadas existía una pequeña ermita dedicada a un Santo Cristo, desde la que se realizaba un Vía Crucis hasta la del Santo Sepulcro (5). Tal vez se tratara de la Vía Sacra de Jesús de la Humildad, que partiera de dicha pequeña ermita con el referido Santo Cristo.   

    Un inventario de altares mandado realizar por el arzobispo D. Pedro Antonio Barroeta en 1769, nos confirma que en la iglesia de Santa María de la Alhambra existían dos Crucificados: el del altar mayor, que sería el referido de Alonso de Mena, y otro altar o capilla con un Santo Cristo Crucificado, que pudiera ser el que llevarían a la Vía Sacra. También se describe el altar del Jesús de la Humildad, titular de la cofradía objeto de  este trabajo (6).     

La X del plano sitúa el lugar aproximado de la ermita del Santo Sepulcro, Última estación de la Vía Sacra del Señor de la Humildad

      A los caracteres de hermandad Vía Sacra, y de entierros y sufragios, se añadía el de hermandad rosariana (tipo de cofradía que tanto proliferó en el siglo XVIII). Esta, entre sus prácticas, abarcaría el rezo del Santo Rosario por las calles del recinto alhambreño. Normalmente, esta modalidad de la realización pública del Rosario se practicaba por hermandades dedicadas a la Virgen, siendo peculiar en una hermandad cristífera. Aunque, por el citado inventario de altares, sabemos que en la iglesia de la Alhambra existió uno dedicado a la Virgen del Rosario, que sería la imagen mariana patrona de esta hermandad y la titular del Santo Rosario que exhibe en su título.

   El profesor D. Miguel Luis López- Guadalupe Muñoz, en sus tesis doctoral nos dice que del seno de la Hermandad de Jesús de la Humildad surgió esta rama rosariana, en principio sin constituciones, para sacar el Santo Rosario los mozos por la noche con faroles, bandera y cera. De forma tardía, en 1814, hicieron constituciones, aprobadas por auto del 25 de febrero con el título de Concordia del Rosario de Ntra. Sra. de la Encarnación(7).  


    

       En la iglesia existían, también, otras hermandades, como la del Santísimo, Stma. Trinidad y Nombre de Jesús, con la que colaboraba la Hermandad de Jesús de la Humildad, aportando cera para el monumento de Jueves Santo, como ocurrió en 1760, y participando en los oficios de Semana Santa (8). Esta hermandad en tiempos recientes se ha recuperado uniéndose a la hermandad de penitencia actual de Ntra. Sra. de las Angustias de Santa María de la Alhambra; y la de las Ánimas del Purgatorio, bastante decaída, seguramente, por la competencia en materia de sufragios de la Hermandad de la Humildad.
          
     La cofradía aun perduraba en 1825, pues en esa fecha se suscita un conflicto con el hijo de una hermana fallecida, María López, porque la hermandad se negó a asistir al entierro y dedicarle a su madre los sufragios de nueve misas que ordenaban las constituciones. Los mayordomos alegaban que no estaba apuntada a la cofradía y que sólo lo estaba su hija, hermana del demandante. También éste le reclamaba a la hermandad le pagase 50 reales que había tenido que abonar a los enterradores y conductores del cadáver. 

     La patente de inscripción en la hermandad, por lo visto, se le entregó a los demandantes en blanco y anotaron en ella, maliciosamente, el nombre de la madre, que nunca había pagado las cuotas, aunque sí su hija (9)

   En 1827, se suscita un conflicto entre la hermandad y el Gobernador de la Alhambra, por motivos de jurisdicción, por tener la cofradía su sede en un templo ubicado en el recinto de la Alhambra, que como anticipamos, gozaba de jurisdicción independiente. La cofradía rehusó someterse a dicha jurisdicción, alegando que por estar en una parroquia y por el carácter religioso de la corporación se debía someter a la jurisdicción del arzobispado.

    Ese año eran mayordomos: Nicolás, Juan, Matías e Isidro Jiménez (parece que la hermandad estaba gobernada ese año y el anterior por una familia con el apellido Jiménez). La cuestión estribaba en que el Gobernador de la Alhambra había mandado inspeccionar los libros de la hermandad, en los que se habían denunciado irregularidades y despilfarros, ordenando que se entregaran al párroco, que había dado un informe negativo para la hermandad de dichos libros y cuentas (posiblemente el párroco había sido el denunciante). También, se deduce que mandó embargar los talleres del arte de la seda propiedad de los cuatro mayordomos, pues se quejaban éstos "...de su dolor de verse separados de sus talleres por ser del arte de la seda...".

      Los mayordomos, negando la jurisdicción, no entregaron los libros y, ante dicha negativa, se ordenó se presentaran al escribano público de la Alhambra, procediendo el Gobernador a separar a los mayordomos de la cobranza y administración de los recursos de la hermandad. A su vez, nombró a don Gregorio González administrador judicial, para que, auxiliado por el mayordomo, Nicolás Jiménez, cobrasen las demandas y cuotas y las pusiesen en el arca de la hermandad en presencia del párroco. En esta fecha (1827), la cofradía contaba con la no despreciable cifra de más de 2.000 hermanos. 

  Ante esta situación, los referidos mayordomos plantearon el conflicto ante el arzobispado, que por oficio del día 7 de abril de 1927, pidió al Gobernador que se inhibiera en el asunto, por estimar que era una cuestión eclesiástica, al no tratarse de cosa profana (10)No obstante, el Gobernador mandó que se siguiera el pleito por la vía gobernativa o contenciosa. 

     Eran otros tiempos de mayor intervención pública en asuntos religiosos, a pesar de que el conflicto se produce en la Década Ominosa, en la que el absolutismo repuntaba. Sin embargo, esos años de absolutismo serían un "lapsus" en un proceso liberal e irreversible de consecución de garantías ciudadanas. No sabemos en qué forma finalizó el proceso, pues no he encontrado más documentos en los que nos presente la solución final del conflicto.  

      Como hemos afirmado, fueron tiempos difíciles para las cofradías y para la Iglesia. Casi todo el siglo XIX lo fue. La hermandad, probablemente, no llegó con la vitalidad suficiente para subsistir a la segunda mitad de dicho siglo. Tampoco, persistió como parroquia la iglesia de Santa María de la Alhambra, pues fue suprimida en 1842, aunque siguiera abierta y con cultos como ayuda de la parroquial de San Cecilio. No cabe duda, que la supresión de la parroquia contribuiría a la desaparición de la hermandad.  

Con las circunstancias descritas, la Hermandad de Jesús de la Humildad desaparecería por esas fechas, estando actualmente extinguida. 

      Desde hace poco tiempo la Hermandad de Penitencia de Ntra. Sra. de las Angustias de Santa María de la Alhambra ha recuperado, afortunadamente, cierto culto a la imagen del Señor de la Humildad, realizando con ella en la Cuaresma un devoto Vía Crucis por el recinto nazarí, recuerdo de aquella histórica Vía Sacra que recorría esta antigua hermandad. 



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1. GALLEGO Y BURÍN, Antonio. "Granada, guía histórica y artística de la ciudad". Fundación Rodríguez Acosta 1961. 

2. OROZCO DÍAZ, Emilio. "Un Ecce Homo desconocido..."´, págs. 292-299.

3. ARCHIVO HISTÓRICO DEL ARZOBISPADO DE GRANADA, Legajo 14 f, pieza 5.

4. GALERA MENDOZA, Esther. "Espacios religiosos en la Alhambra en los siglos XVI y XVII".  pag. 203. Homenaje a la profesora Luz de Ulierte Vázquez. Docta Minerva. ediribug. ugr.es .      Universidad de Granada. 

5. GALERA MENDOZA, Esther. opus cit. pag. 209.

6. ARCHIVO HISTÓRICO DEL ARZOBISPADO DE GRANADA, legajo 255 f, pieza 22

7. LÓPEZ-GUADALUPE MUÑOZ, Miguel Luis, "Contrareforma y Cofradías en Granada. Aproximación a la historia de las cofradías y hermandades de Granada durante los siglos XVII  XVIII ".

8. El citado Archivo, legajo 14 f, pieza 11.

9 . El citado Archivo, legajo 14 f, piezas 8 y 9. 

10. El citado  Archivo, legajo 14 f, pieza s/n.

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