Antonio Padial Bailón
La Venerable Hermandad de Jesús de los Dolores se fundó en la iglesia parroquial de Santa Ana. Este templo, joya del mudéjar granadino, está situado en uno de los marcos del paisaje urbano de la ciudad de Granada más bellos y conocidos universalmente: la Plaza Nueva.
El lugar se enraíza en los primeros siglos de la historia de la ciudad, cuando los pobladores de la Eliberri ibérica, seguramente, bajarían a comerciar, junto al río Darro, desde su emplazamiento en el Alto Albaicín, con los fenicios establecidos en la Antequeruela Alta, colina de del Mauror o de la Sabika (lugar que con los árabes se conocería como Garnata Al-Jahud).
La iglesia se construyó, desde 1537 a 1548, sobre el lugar de la mezquita o aljama Almanzora (sirvió de iglesia hasta 1531), según proyecto de Diego de Siloé, que también hizo el Pilar del Toro, que está cercano a la iglesia. La portada la trazó Sebastián Alcántara en 1542, con las imágenes de Santa Ana, María Jacobí y María Salomé del escultor Diego de Aranda.
Delante de la iglesia se construyó una monumental fuente renacentista en 1593, llamada "Pilar de las Ninfas" con estatuas, arcos a los lados, frontón para coronarlo y dos leones del escultor florentino Sangroni. Dicho pilar o fuente separaba la placeta e iglesia de Santa Ana de la Plaza Nueva y fue destruido por el desbordamiento del Darro en una tormenta ocurrida el 27 de julio de 1835(1). Las estatuas de la fuente llegaron rodando hasta el Zacatín y dos personas se ahogaron en una tienda de dicha calle. En la Posada de las Imágenes (donde hoy está el Hotel Victoria) se ahogaron 24 caballerías, entre otros desastres de la inundación (2).
En el famoso grabado de Girault de Prangey de 1835 se da testimonio del Pilar de las Ninfas y de la zona en la época en que fue destruido. Uno de los rincones más bellos de la Granada perdida y no recuperada.
Se aprecia la Plaza Nueva y el Pilar de las Ninfas y, detrás, Santa Ana en el grabado de Girault de Prangey 1835
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La hermandad venía a dar culto a la imagen de Jesús en su iconografía del "Varón de Dolores", al Hijo de Dios como siervo doliente, que asume la condición humana, erigiéndose en Redentor en virtud de los méritos de su Pasión y Muerte.
Ya en la Edad Media quedó fijada esta iconografía de Jesús vivo, triunfante sobre la Muerte y mostrando el principal atributo de su Pasión: la Cruz que porta en su brazo.
Pocos datos se tienen de esta Hermandad de Jesús de los Dolores. Por un documento obrante en el Archivo Histórico del Arzobispado podemos inferir que la hermandad sería fundada hacia 1733 en la iglesia de Santa Ana. Sus reglas fueron aprobadas por el provisor y vicario general del arzobispado D. José de Franquís y Lasso de Castilla, en tiempos del arzobispo D. Felipe de los Tueros y Huerta.
Ello se deduce de una petición que realizan el día 22 de enero de 1734 el hermano mayor, Tomás Veneciano y el mayordomo, Gerónimo Pérez, calificando la hermandad de nueva y de reciente aprobación de sus constituciones.
En la parroquia de Santa Ana, como en otras de la ciudad existía la costumbre de entregar una vela, para la función del día de la Candelaria, y una palma el Domingo de Ramos para la función de las palmas a los hermanos mayores y mayordomos de las hermandades con sede en la iglesia parroquial. A la Hermandad de Jesús de los Dolores le habían negado ambas cosas los beneficiados y el mayordomo de fábrica, por lo que, acercándose el día de la Purificación de 1734 acudieron al provisor y vicario general de la diócesis, Mons. Franquís y Lasso de Castilla (3).
Después de los informes pertinentes del beneficiado, que fueron favorables, porque la vela y la palma se daba a las otras cofradías de la iglesia, como la del Santísimo, la del Santo Cristo de la Humildad y Ánimas del Purgatorio y la de la Purísima Concepción, el provisor dictó un auto el 25 de febrero de 1734, mandando se les diera también a los mayordomos de Jesús de los Dolores.
Por dos estampas de grabado conservadas en el Museo de la Casa de los Tiros, se sabe que la hermandad no sólo perduraba y la imagen mantenía su devoción a finales del siglo XVIII, sino que continuó en la primera década del XIX. Una de ellas data de 1798, siendo mayordomos Benito Rivera y Antonio Fernández, y otra de 1802, en la que se reseñan las indulgencias de 80 días concedidas por el arzobispo.
La hermandad perduraría aun cuando las tropas de Napoleón invadieron la ciudad, pues antes de que llegaran a ella, se celebró una procesión de rogativas por el éxito de las armas españolas en febrero de 1809. En la procesión fueron portadas por sus hermandades las imágenes de Jesús de los Dolores y Ntra. Sra. de la Concepción, desde la iglesia de Santa Ana hasta el templo del convento de San Agustín de Agustinos Calzados (4). Al mes siguiente, el domingo día 5 de marzo, se volvió a repetir la rogativa, pero esta vez al convento de Madres Agustinas (actual Magdalena), también con el Señor de los Dolores y la Purísima de Santa Ana.
Otra imagen del Varón de Dolores se conserva en nuestra ciudad, en esta ocasión en la Ermita de San Miguel del Cerro del Aceituno. Los antiguos inventarios de la ermita de San Miguel no recogen esta imagen, por lo que tuvo que llegar a la misma después de su reconstrucción en 1828 y, lo más probable, tras la exclaustración de conventos masculinos en 1835-36. Puede que su procedencia sea del Convento de San Antonio de franciscanos descalzos, extramuros de la muralla, cerca de la Puerta de Fajalauza con los que la Hermandad de San Miguel Arcángel, mantenía frecuentes relaciones de asistencia religiosa y un Vía Crucis hasta la ermita.
Varón de Dolores de la Ermita de San Miguel
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No se vuelve a tener noticias de la hermandad, ni de la imagen, hasta 1887, en el inventario que se hace de las iglesias de San Gil y de Santa Ana en el que aparece la imagen del Señor de los Dolores. Probablemente, los acontecimientos bélicos de principio de siglo harían que la hermandad decayera y la imagen quedara sin culto.
Capilla e imagen
La imagen tal como la representan los grabados antes referidos, presentaba corona de espinas, la cruz abrazada por su brazo izquierdo, la pierna de este lado posada sobre la calavera y el dragón a sus pies, sobre cuya cabeza posa la Cruz de la Redención, simbolizando todo ello el triunfo sobre la muerte y el pecado. La imagen muestra las llagas de la Crucifixión. Siendo de talla completa parece que se la sobrevestía con toneletes, como aparece en los grabados.
Según los inventario de la iglesia de Santa Ana, la hermandad y su imagen ocuparon la capilla donde hoy se venera a la Soledad de José de Mora, la segunda del lado de la epístola. La sin par Soledad fue a ocupar esta capilla en 1878 y el Señor de los Dolores pasó a la primera hornacina del lateral derecho, frente a la que hoy ocupa San Francisco de Sales. Así lo dice el inventario de de 1887 "...en dos nichos el Señor de los Dolores y San Francisco de Sales" (5).
La imagen del Señor de los Dolores fue una de las que, desaparecida su hermandad y decaída su devoción, posiblemente tras la Guerra de la Independencia, fue transformada en imagen de distinta advocación. En este caso, fue convertida en la imagen de Jesús Resucitado, sustituyéndole la cruz que llevaba entre los brazos, al modo como se representa tradicionalmente el Varón de Dolores, por una banderola símbolo del Resucitado.
Todo parece que dicha transformación se llevó a efecto en 1895, año en el que se tiene noticia de que se celebró una procesión del Resucitado por orden del arzobispo D. José Moreno y Mazón, que también recuperó, en 1898, el Vía Crucis del Pretorio y los Rebites.
Museo Casa de los Tiros. 1798
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Aquel Domingo de Resurrección la imagen fue reservada durante Jueves, Viernes y Sábado Santo en la capilla de San Sebastián (seguramente la ermita del Violón), desde donde partió la procesión a las 6.30 con la imagen bajo palio y acompañamiento del cabildo y hermandades, para terminar en la Catedral, donde se celebró una misa de pontifical oficiada por el prelado(6).
Probablemente, se celebraría algún año más la mencionada procesión, aunque de ello no tenemos constancia.
La transformación de la imagen en Resucitado sería muy somera. No sé por qué razón le quitaron a la talla las llagas del costado, pies y manos, pues los Resucitados, las conservan. Asimismo, las manos y brazos mantendrán la posición primitiva para sostener la cruz, que es cambiada en esta ocasión por el fuste de la banderola.
La siguiente salida procesional de la que tengo constancia fue en 1929, ya organizada la Federación de Cofradías y por iniciativa de uno de sus miembros, D. Santiago Valenzuela Suárez, vicepresidente de la Federación y hermano mayor de la Hermandad del Santo Vía Crucis. D. Santiago propuso que la Hermandad del Santo Sepulcro, con sede en Santa Ana, organizara, como ocurría en el siglo XVII (veáse mi artículo sobre esta hermandad), la procesión del Señor Resucitado.
La hermandad del Santo Sepulcro ya había acordado en mayo de 1927, sacar la procesión del Resucitado con la imagen de la iglesia de Santa Ana (Señor de los Dolores) para el Domingo de Resurrección del año siguiente (1928). No llegó a realizar el proyecto, porque dicho año salió el Niño Resucitado de Santo Domingo (Dulce Nombre) con la Hermandad de penitencia de Ntra. Sra. del Rosario, el Sábado Santo.
Sería en 1929, el Domingo de Resurrección, cuando la Hermandad del Santo Sepulcro organizara la procesión. Ese año salieron los dos: el de Santo Domingo, el Sábado Santo, igual que el año anterior, procesionado este año por la Hermandad de la Humildad (Facundillos) y el Señor de los Dolores Resucitado en la noche del Domingo de Pascua. En la procesión participaron todas las cofradías de penitencia de la ciudad por orden de antigüedad y con sus hermanos mayores delante del paso.
La Hermandad del Santo Sepulcro recibió de la Federación cuarenta pesetas como ayuda para sufragar los gastos y unos faldones de terciopelo blanco, luego solicitados por el Sr. Valenzuela, tal vez, para hacer algunas capas para el hábito de la Hermandad del Vía Crucis. Sin embargo los gastos de la procesión importaron 1.265, 45.- Ptas. (7)
Fundada la Cofradía de Ntra. Sra. de la Esperanza con la antigua imagen de Ntra. Sra. de las Tres Necesidades (de la Hermandad del Santo Entierro), esta bella Dolorosa pasó desde la hornacina superior del retablo del Santo Sepulcro a una capilla independiente y el Señor de los Dolores (Resucitado) fue colocado en dicha hornacina sobre la urna del Sepulcro, donde hoy permanece. Tal vez, porque la Hermandad del Santo Sepulcro tuviera la intención de incorporarlo, como en sus reglas antiguas lo tenía.
Retablo del Sto. Entierro procedente de San Gil. Suprimidas sus calles laterales. Hoy con Jesús de los Dolores (Resucitado)
Ya no volvió a procesionarse en las dos décadas siguientes. La Guerra Civil y la recuperación de las hermandades, tras la misma, lo harían imposible. No obstante, la Federación de Cofradías había propuesto al Cardenal-Arzobispo D. Vicente Casanova, en marzo de 1929, la fundación de una Cofradía de Jesús Resucitado con la imagen, pero la idea fue rechazada por el prelado. Sí, por el contrario, siguió saliendo algunos años la imagen del Niño Resucitado del Dulce Nombre (Facundillo).
Habrá que esperar a 1953 para que la Federación se decidiera a organizar la procesión con el Resucitado de Santa Ana (Señor de los Dolores). Había fallecido el arzobispo D. Balbino Santos Olivera, no demasiado amigo de las cofradías, y ello, seguramente, decidió a la Federación a realizar la procesión de Resurrección (también ese año se fundaron dos nuevas cofradías: Ferroviarios y Estudiantes).
1953, supuso la recuperación, después de 24 años sin hacerlo, de la imagen del Señor Resucitado de Santa Ana. Salió al mediodía con el acompañamiento de directivos y cofrades del resto de las hermandades. Ese año, se procesionó sobre al antiguo paso del Señor de la Humildad de Santo Domingo y la prensa subrayaba que la imagen del Señor Resucitado (de los Dolores) se debía a la gubia del escultor José Risueño(8).
La experiencia volvió a repetirse en 1954. Esta vez, acompañando al Señor de los Dolores de Santa Ana una imagen de gloria de la Virgen. Muchos directivos de hermandades, desoyendo el mandato de la Federación, no se presentaron a la procesión, debiendo de ser sustituidos por nazarenos improvisados. Éstos, a su vez, después de pasar por la tribuna abandonaron las filas y la Virgen quedó rezagada en el Embovedado por esta circunstancia; sólo los directivos y cofrades de las hermandades del Vía Crucis, Silencio, Soledad y de la Consolación de San Juan de Letrán llegaron hasta Santa Ana para depositar las imágenes en su templo.
Este suceso, provocado, seguramente, por oposición de algunos directivos a la salida del Resucitado, determinó que no se volviera a organizar la celebración procesional de la Resurrección.
Otra de nuestras históricas imágenes y su hermandad, la del Varón de Dolores, iconografía de Jesús que no se ha prodigado en Andalucía (actualmente, una nueva hermandad del Sábado Santo en Sevilla le da culto), pero que, en Granada, se contó, al menos, con una antigua hermandad y otra imagen venerada en la Ermita de San Miguel Alto, en donde aun podemos contemplarla.
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1. MADOZ, Pascual. "Diccionario geográfico, estadístico, histórico...",pág. 131. Edición facsimil. Granada 1987.
2. BOLETÍN OFICIAL DE LA PROVINCIA, tomo I, julio de 1835.
3. ARCHIVO HISTÓRICO DEL ARZOBISPADO DE GRANADA, Legajo 108 F, pieza 16.
4. DIARIO DE GRANADA de 10 de febrero de 1809 y de 5 de marzo de 1809.
5. VILLENA DELGADO, Joaquín y Antonio, "Arte y Tradición en la iglesia parroquial de San Gil y Santa Ana". Vol.II, pág. 70.
6. El Defensor de Granada, nº de 14 de abril de 1895.
7. PADIAL BAILÓN, Antonio. La Semana Santa de Granada a través de la Federación de Cofradías, págs. 100-103. Granada 2000.
8. Diario Patria de 3 de abril de 1953.
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